Una vallisoletana preparada para liderar el futuro de España
Delia Rodríguez Lucas es una chica normal. Le gusta organizar cenas, ver series, pasear a su perro, aprender surf y disfrutar de un buen vermut en la mejor compañía posible, lo que a la mayoría de los mortales, vaya.
Esta vallisoletana de 29 años, que en la actualidad vive en San Sebastián, estudió Ingeniería en Organización Industrial en la Universidad de Valladolid y ahora trabaja en la intersección entre el sector privado y social, dirigiendo Estrategia y Finanzas en la ONG Ashoka y liderando Impacto Social en la corporación Procter&Gamble.
Delia ha entrado en la lista ‘Nova 111’ que busca contribuir a frenar la fuga de talento identificando a los menores de 35 años que destacan en sectores que son claves para la economía de nuestro país. Jóvenes para liderar el futuro de España. ¿Está la vallisoletana preparada para ello? Se lo preguntamos en esta entrevista.
Pregunta. ¿Cómo se tomó el hecho de entrar en la lista ‘Nova 111’? ¿Cómo se lo comunican?
Respuesta. Yo, personalmente, me enteré porque me llegó un mensaje de whatsapp de un amigo “¡Felicidadeeeees! Estás en la lista Nova 111”. Así que corrí a meterme en el email, y efectivamente ahí estaba la confirmación. La verdad es que me sobrecogí cuando leí que había sido seleccionada entre más de 1.600 candidatos.
P. ¿Cuál es el proceso para acabar entrando en esa lista?
R. Puedes ser nominado o te puedes autoproponer pero realmente el proceso es el mismo. En mi caso, recibí dos nominaciones de personas que me conocían bien y así fue como me animé a hacer la candidatura. A partir de ahí hay tres partes: primero, exponer tu CV, tu trayectoria y dar el nombre de dos personas que puedan avalarlo; segundo, hacer un test de personalidad y otro de lógica y visión espacial; por último, una serie de preguntas a modo de entrevista que son grabadas en vídeo. La verdad es que parecía mucho y me daba bastante respeto, pero realmente se podía hacer en una hora.
P. Una lista que elige a los jóvenes mejor preparados para liderar el futuro de España. ¿Se ve capacitada para hacerlo?
Mi objetivo es fomentar la intersección entre los sectores privado, público y social, para establecer modelos de negocio sostenibles
R. La verdad es que ese titular impone. Yo lo que sé es que creo profundamente en el proyecto que estoy realizando, y pienso que España necesita iniciativas en esta dirección. Al final, mi objetivo es fomentar la intersección entre los sectores privado, público y social, para establecer modelos de negocio sostenibles. Esto básicamente significa que creo que tenemos que evolucionar a un modelo de empresa con retorno financiero pero también con un impacto social y medioambiental positivo. Y la segunda derivada es que creo mucho en la asunción que subyace a esta visión – que la colaboración entre sectores y el romper “silos” es clave para el futuro… y el presente de España.
P. Además, esta lista pretende frenar la fuga de talento identificando a los perfiles menores de 35 años que más destacan en sectores claves para la economía. ¿Cree que en España se cuida a estos jóvenes?
R. Disecciono un poco esta pregunta. Empezando con la palabra “talento”, me gustaría resaltar el privilegio que es el tener una educación pública tan sólida. Yo he hecho toda mi formación en colegio, instituto y universidad públicas… y ahora me voy a Harvard gracias a una beca de la Fundación La Caixa. Creo que, aunque por supuesto se puede y se debe seguir mejorando el sistema, este fomento de igualdad de oportunidades es una de las variables cruciales para que haya tanto talento en España.
Me gustaría resaltar el privilegio que es el tener una educación pública tan sólida
Por otro lado, cogiendo la palabra “fuga”, en mi opinión hay que separar dos situaciones que a menudo se mezclan: los que se van porque no tienen buenas opciones en España y los que se van porque tienen muy buenas oportunidades fuera. En cualquier caso, yo personalmente soy partidaria de que nos “fuguemos” para conocer otras culturas, para aprender a empatizar con otras ideologías, para instruirnos en innovaciones que aún no han llegado aquí… Pero, por supuesto, tendríamos que asegurar que en España existen opciones igualmente atractivas para poder volver. Y eso considero que es una asignatura pendiente.
P. ¿Quién es Delia Rodríguez? ¿Cómo se define?
Soy una chica de Valladolid con suerte de tener una familia, un círculo de amigos y unos compañeros de trabajo que le han apoyado para creerse que puede mejorar el mundo
R. Una chica de Valladolid con suerte de tener una familia, un círculo de amigos y unos compañeros de trabajo que le han apoyado para creerse que puede mejorar el mundo. En esta línea, dos principios con los que me identifico son el pragmatismo y el idealismo, porque creo totalmente en la combinación entre análisis y emoción, o cabeza y corazón. De hecho, justamente hace unas horas, una compañera de trabajo me ha dado las gracias por haberle transmitido seguridad y vulnerabilidad al mismo tiempo. Creo que la polaridad aparente entre estos dos principios no existe, y es lo que uso como fórmula personal.
P. ¿Qué estudió y cómo recuerda esos años como estudiante?
R. Ingeniería en Organización Industrial en la Universidad de Valladolid (UVa), aunque me moví todo lo que pude y tuve la oportunidad de hacer cursos y becas en Finlandia, Dinamarca, Portugal, Serbia, Turquía y Rusia. Recuerdo la etapa universitaria con mucho cariño, con muchos momentos tomando esa combinación explosiva de patatas bravas y café en la cafetería de la Facultad de Ingenierías Industriales de Paseo del Cauce (risas).
Por otro lado, siendo super sincera, también recuerdo que estaba muy perdida: no tenía claro a qué me quería dedicar, pensaba que la universidad iba solo de aprobar exámenes, fueron años difíciles a nivel personal… En fin, luego te das cuenta de que es normal estar perdido, y que el encontrarse es parte del aprendizaje de esta etapa.
P. ¿Cuál fue su primera salida laboral?
R. Cuando terminé la carrera, yo sabía que quería trabajar como ingeniera pero en una empresa que tuviera componentes de otras áreas. Así es como aterricé en la multinacional Procter&Gamble, donde pude aprender de logística, finanzas, marketing y ventas. Primero estuve gestionando portfolios de marcas y posteriormente la estrategia digital con partners como Amazon, Alibaba y Glovo. Fue una experiencia increíble, pero también supuso un punto de inflexión personal, porque me di cuenta de que, sobre todo, me sentía realizada al construir iniciativas sociales, en alianza con ONGs como Save The Children o Inspiring Girls. Me di cuenta de que quería centrarme más en la colaboración entre esos dos mundos.
P. ¿En la actualidad a qué se dedica?
R. Trabajo en la intersección entre sectores, actualmente con un puesto híbrido al 50% en P&G, donde lidero el área de impacto social, y al 50% en la ONG Ashoka, donde gestiono cuestiones de estrategia y finanzas. Y para terminar de complicar, llevo unos meses colaborando también con el sector público para fomentar iniciativas público-privadas en materia de sostenibilidad. Sé que suena un poco complejo, pero creo que tener un pie en cada sector es el ingrediente primordial para romper realmente esas “fronteras”.
P. Como apunta, lleva a cabo una importante función como nexo de unión entre organizaciones y empresas. ¿Cree que es vital esta unión en los tiempos que corren?
R. Totalmente. Se oye mucho el concepto del “nuevo capitalismo”, en el que las empresas no solo sirvan a sus accionistas, sino a toda la sociedad y planeta... pero ahora toca hacerlo realidad. Y para mí el punto no es que las empresas se pongan a donar más dinero o hagan más campañas filantrópicas, sino que integren en su núcleo de negocio variables sociales y medioambientales, al igual que ya están integradas las financieras. Que pongamos en marcha un sistema de incentivos que rompan esa concepción de que la sostenibilidad es un gasto, y pase a ser una inversión. Y la verdad es que se empiezan a ver casos de inspiración: fondos de inversión tan relevantes como Blackrock ya hablan de “finanzas sostenibles”, grandes corporaciones ya están transicionando a modelos B-Corporation, muchos consumidores ya premian con su compra a productos con valores… Claramente se ha recorrido bastante camino en los últimos 5 años, pero necesitamos acelerar esta transformación.
P.¿Cómo ve el futuro? ¿Se ve liderando España?
R. (Risas) Últimamente me están haciendo bastante esa pregunta… Y quizás la primera cuestión es qué consideramos por liderar. Estos últimos años he tenido el privilegio de participar en programas de liderazgo increíbles, como “Celera” gracias a la Fundación Rafael de Pino y Banco Sabadell, o “Acumen Fellowship” gracias a la Fundación Open Value; y además he podido reforzar estos aprendizajes gracias a mi trabajo en Ashoka. Esto me ha llevado a tener una visión del liderazgo algo diferente a la connotación habitual: cuando se habla de liderar España generalmente se piensa en estar en un super alto cargo, y yo creo que evidentemente es crucial tener influencia, pero que hay mucho recorrido en empoderar a otras personas para que ellas también lideren, para que nos empujemos mutuamente y catalicemos juntos cambios en todo el sistema. Incluyendo este ángulo, 100% que me gustaría liderar España. ¿Desde dónde? Aún no lo sé.
P. ¿Qué cambios necesitaría este país?
R.Esta cuestión realmente tiene una cara tecnócrata y otra más emocional. Creo que hay mucha gente más capacitada que yo para proponer medidas técnicas concretas, así que me voy a limitar a dar mi perspectiva en la segunda: en mi opinión, la raíz de lo que nos hace falta es más empatía y coraje. Estamos enganchados a un sistema de polaridades, somos adictos al mensaje bronco…
Se necesita coraje para cambiar el sistema instaurado, y también se necesita coraje para después tomar decisiones audaces, que sean innovadoras a nivel internacional
Frente a eso, yo creo que aprender y ejercitar activamente la empatía, como quien practica deporte o estudia un examen, es fundamental. Recuerdo que hace un tiempo fui invitada a un evento con los líderes de juventudes de todos los partidos políticos, y las preguntas que les planteaban desde el público se centraban en lo que les diferenciaba, en sus piques. La pregunta que yo hice fue qué consideraban que tenían en común, y la verdad es que cambió el tono y ambiente de forma inmediata: todos supieron ver ángulos específicos que les unían incluso con sus contrincantes tradicionales. Se necesita coraje para cambiar el sistema instaurado, y también se necesita coraje para después tomar decisiones audaces, que sean innovadoras a nivel internacional: por ejemplo, me encantaría ver a España liderando áreas como el emprendimiento o la sostenibilidad. Y creo que ya tenemos todos los ingredientes, ahora la cuestión es encender el fuego y mezclarlos bien.