Mi amigo Félix, el carnicero de Mojados, cumplió taitantos y nos invitó a degustar un solomillo de vaca vieja de esos que te dejan un recuerdo y un sabor perenne.
Es lo que se suele decir cuando algo es tan exquisito que hay que aplicarle todos los sinónimos habidos y por haber: sabroso, delicado, superior, excelente, magnífico, primoroso… y bien cocinado. Y las patatas de acompañamiento, -sencillamente deliciosas- fueron devoradas con el fervor que merece un plato de estas características.
Félix, como no podía ser menos, se esmeró en la carne, el cocinero en la preparación y Yoli y Admán en el servicio.
Todo ello elaborado en la cocina de mi amigo César Lomas del Argales 2, lugar donde se reúnen estos amigos habitualmente, que de cuando en cuando se acuerdan de uno para disfrutar de la gastronomía. De entrada, hubo un paté de oca finísimo y unos pimientos asados de forma tradicional, con deliciosas anchoas que se destacaban tras ser posadas sobre las tiras del rojo manjar huertano, además de una maruja fresquísima, aliñada con aceite de oliva virgen extra y vinagre de Jerez.
Un tinto “Garmendia”, -Tempranillo-Merlot- fue degustado por mis amigos, y uno su consabido Cigales con gaseosa. Delicioso, oiga. Mientras Yoli preparaba los cafés, Admán nos sirvió unos bombones helados para ir rebajando y refrescando el gaznate.
Y al mus, pero en el modelo “mete” porque éramos cinco y luego un “tute cabrón”. Es divertidísimo, con cabreos esporádicos incluidos.
No faltaron las bebidas largas, cortas y sin. De todo hubo como en botica. Pero les puedo asegurar que todo fue sumamente placentero. Estar tan a gusto con amigos, comer y beber bien… y encima por el gañote. Pues qué quieren que les diga. Por cierto, ¡felicidades, Félix!