Volvemos a los años finales de celebraciones de festejos en el Viejo Coso. La última corrida de toros reflejada en nuestro capítulo anterior corresponde a las ferias de 1881. Ahora nos centramos en el año 1883 (en 1882 no figura reseña alguna de toros).

Ese año se celebraron cuatro corridas con otros tantos diestros, y se acartelaron tres nuevos espadas que debutaron en Valladolid: Antonio Carmona “Gordito”, Angel Pastor y “Cara Ancha”. Completaba la feria “Gallito Chico”, recogemos del libro de Don Emilio Casares las reseñas referidas a esa feria de 1883:

Los toros fueron de las ganaderías de Angel González, Concha y Sierra, Vicente Martínez y Juan Antonio Mazpule. Las corridas se celebraron los días 22, 23, 24 y 25 de septiembre.



La 3ª corrida se suspende en el primer toro



Don Emilio Casares recoge las reseñas de las cuatro corridas:

1ª corrida: El ganado bien presentado dio un juego regular, no peleando mucho en varas. Los diestros pasaron inadvertidos.

2ª corrida: El ganado bravo, pero huido. Únicamente el matador “Gordito” destacó en su segundo toro. Firma: M.A.

3ª corrida: Ocurrió un hecho increíble en este festejo: salió el primer toro con un trapío impresionante y en el tercio de varas cogió a un picador dándole tres cornadas, salió otro y lo mismo, y al cambiar de tercio también cogió a varios peones y también al diestro “Cara Ancha” lo enganchó. El Presidente dio por suspendida la corrida- Firma: M.A.

4ª corrida: El ganado bravo y con mucho poder y, naturalmente, los diestros poco pudieron hacer, intentado huir de ellos. Firma: M.A.



1884



Este año, las ferias se celebraron los días 21, 22, 23 y 24 de septiembre, actuando los diestros “Frascuelo”, “Hermosilla” y el debutante Juan Ruiz, “Lagartija”. No hubo nada especialmente reseñable, salvo que la 4ª corrida se aplazó por la lluvia y se celebró al día siguiente.

En este festejo estaban anunciados “Frascuelo”, “Gallito” y “Guerrita”, que hacía su presentación en Valladolid, pero al día siguiente, tras el aplazamiento, no pudieron venir y fueron sustituidos por Hermosilla y el debutante Valentín. Sobre este último diestro no hemos encontrado referencia alguna en esos años. Hubo un tal Antonio Olmedo “Valentín”, matador de toros, que nació en 1874 y tomó la alternativa en Madrid en 1901, según tauroarte.com.

Por cierto, que Casares toma ese apunte de la reseña y finaliza la misma con esta frase: Hermosilla y Valentín no dieron una y fueron pitados. El último toro fue muerto por un sobresaliente.

En la feria de 1885 sólo hubo un festejo el 26 de septiembre actuando “Frascuelo” y la presentación de “El Espartero”, quién trece días antes había tomado la alternativa en Sevilla de manos de “Gordito”. Los toros fueron de Aleas –“los de Aleas ni los veas”, dice el dicho taurino de la época-.



 Fueron difíciles, -copiamos de Casares- ambos diestros fueron cogidos sin consecuencias. El primer bicho cogió al “Espartero” arrojándolo al callejón sin ocasionarle daño alguno; el 5º enganchó al citado diestro, también con suerte. “Frascuelo”, trompicado y escupiendo en todas las suertes. La plaza se convirtió en un herradero.



1886

Al año siguiente,1886, hubo tres corridas en las ferias los días 24, 25 y 26 de septiembre que despacharon “Cara Ancha” y “El Gallo” con toros de variadas ganaderías: Benjumea, Mazpule y Carlota Sánchez del Campo de Salamanca. No hay más reseña, destaca Casares.



1887: “Guerrita” se presenta en Valladolid como matador de toros sin haber tomado la alternativa



Así lo reflejaba la prensa de la época y que recoge Don Emilio Casares en su libro. Fueron cuatro corridas las celebradas los días 20, 21, 22, y 23 de septiembre, en las que intervinieron “Frascuelo”, que toreó dos, “Mazzantini”, debutante en Valladolid quién toreó las cuatro corridas y “Guerra” que también intervino en los cuatro festejos sin tener aún la alternativa (la tomaría unos días después en Madrid: el 29 de septiembre de 1887). Obteniendo muchos aplausos en las cuatro tardes, refleja la reseña. Los toros fueron de Miura, Vicente Martínez, Veragua y Concha y Sierra.



La flor y nata de las ganaderías de entonces.

Este mismo año hubo festejos en el nuevo coso desde mediados de abril con el debut de “Ojitos”, el diestro madrileño que inventó lo que luego se llamó la “gaonera”, una suerte de capa muy vistosa atribuida erróneamente al gran torero mexicano del siglo XX Rodolfo Gaona (MCN, biografías.com).

Debut del diestro de Tordesillas Raimundo Rodríguez Ayllón “Valladolid”



Los días 5 y 12 de julio se celebraron novilladas con el debut de Raimundo Rodríguez Ayllón “Valladolid”. La novillada celebrada esta tarde. -reflejaba Casares- sirvió para demostrar que el diestro de Tordesillas mató sus reses con acierto, siendo aplaudido por el público con cariño.    

De la revista “El Arte de los toros”, (bibliotecadigital.jcyl) recogemos lo siguiente: Raimundo se conformó con seguir toreando como matador de novillos, lo que le producía lo suficiente para atender con bastante desahogo á todas sus necesidades.  El 24 de abril de 1893, cuando contaba treinta y nueve años y se encontraba en la plenitud de su vida, una rápida enfermedad acabó con su vida.



“Lagartijo” y “Guerrita”: los primeros “Califas del toreo”



Tan sólo nos quedan tres años para reflejar los festejos desarrollados en el nuevo coso hasta llegar a 1891, fecha donde se pone fin a la primera plaza de toros fija o de fábrica que tuvo Valladolid. Pero hemos de detenernos -nos lo pide el cuerpo- en los dos toreros más importantes que ha dado la tauromaquia en el siglo XIX: “Lagartijo” y “Guerrita”, los dos primeros Califas del Toreo.



Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”, (Córdoba 1841-1900) tomó la alternativa en Úbeda (1865), y desde entonces su nombre fue obligado en todos los carteles hasta su retirada en 1893.

Del blog taurino platea.pntic.mec.es, recogemos estos datos:

“Lagartijo” fue más torero que matador. Con la capa, las banderillas y la muleta era insuperable… Hijo legítimo de la escuela sevillana que creara Costillares, sus donaires, jugueteos y filigranas entusiasmaban y enardecían al público hasta un extremo que sólo habiéndolo visto puede creerse… Dio muerte a cinco mil doscientos toros… y no tuvo más que seis cogidas, todas leves. (Natalio Rivas, abogado y escritor).

De él se dijo que se podía pagar con gusto el dinero de la entrada, sólo por verle hacer el paseíllo... Hasta él, la lidia había sido lucha, caza; con él empezó a ser un juego artístico con plástica y belleza. (Curro Meloja, periodista y escritor taurino).

Incluso sus detractores, como F. Bleu, ponderan la elegancia inigualable, la suprema distinción y el exquisito buen gusto de su toreo, y “Frascuelo”, su principal rival en los ruedos, llegó a decir «que el cordobés es el mejor torero que ha parido madre».



Sin embargo, inició su decadencia en 1880 y desde 1875 al entrar a matar daba un paso atrás y rara vez conseguía una estocada entera, lo que le criticaban fuertemente sus detractores.



Durante dieciocho temporadas estuvo en su cuadrilla José Gómez, el primero de los Gallos, así apodado por su gallardía y valor, tío de Joselito, que transmitió todo el saber del califa a su dinastía.



Rafael Guerra Bejarano “Guerrita”. (Córdoba 1862-1941)



De la revista “La Tauromaquia” recogemos todos los datos referidos al que fuera II Califa del toreo.

Algunos historiadores taurinos se refieren a la época de dominio de “Guerrita” como una dictadura en la que no se movía nada en el toreo sin que Rafael Guerra lo consintiera.



Lo cierto es que fue una dictadura porque “Guerrita” impuso unas condiciones para torear que antes no se habían visto. pero a la hora de controlar todo lo que acontecía en el orbe taurino no es superable al reinado de su sucesor a título de Rey: Joselito El Gallo.



Muy jovencito se enroló en la cuadrilla de “Niños Cordobeses” que comandaba “Caniqui”. Tras foguearse en las cuadrillas de “El Lavi” y “Bocanegra” con el apodo de “Llaverito” y “El Guerra”, pasó a la de Fernando “El Gallo” ya con el sobrenombre de “Guerrita”. Su fama alcanza cotas nunca antes vistas en un banderillero, y en los tres años que estuvo junto al patriarca de los Gómez le llueven los contratos gracias a Rafael. 



“Guerrita” estuvo de banderillero en la cuadrilla de “Lagartijo”



En 1885 y tras algunos desacuerdos con “El Gallo”, “Guerrita” entra en la espectacular cuadrilla de “Lagartijo”. El primer Califa del toreo había visto en Rafael Guerra a su sucesor natural y así fue. El 29 de septiembre de 1887 le cedió el toro Arrecío de Francisco Gallardo en la plaza de Madrid y “Guerrita” continuó su carrera como matador de toros.



La ruptura con “Lagartijo” en 1890 fue el inicio de la campaña de los revisteros madrileños contra “Guerrita”. Una vez retirado el primer Califa, y con “Guerrita” sólo en la cúspide del toreo, los ataques se incrementaron acusándole de todos los males de la Fiesta. Harto de esa animadversión que se había trasladado a los públicos, especialmente en Madrid. De aquello surgió la frase: “En Madrid que toree San Isidro”. Se retiró sin avisar en Zaragoza el 15 de octubre de 1899.

El II Califa no tuvo rivales



“Guerrita” no tuvo rival durante los doce años de actividad. Lidió 892 corridas en las que estoqueó 2.339 toros sin que jamás le devolviesen ninguno a los corrales, como recuerda el bibliófilo Rafael Sánchez González recopilando los datos publicados por José Bilbao. Un dato curioso fue que el 19 de mayo de 1895 toreó en el mismo día en San Fernando, Jerez de la Frontera y Sevilla.



El II Califa elegía el ganado a su conveniencia, hasta que los toreros de su época impusieron el sorteo. Solo tuvo una cogida en toda su carrera; la cornada le afectó al cuello: Ocurrió en una corrida en La Habana al intentar socorrer a su picador.



Los honorarios de “Guerrita”



En 1896, el diestro cordobés cobraba cinco mil ciento veinticinco pesetas por corrida -más que “naide”- (hoy día equivaldrían a 60 o 70 mil euros).  De gestauro.blogspot.com recogemos los datos reseñados y un contrato.

El contrato se refiere a la plaza de Palencia de la que era empresario don Luis Saavedra y Rodríguez (también lo fue de la de Valladolid), y lleva la fecha de 4 de agosto de 1896, o sea cuando el espada cordobés se hallaba en todo su apogeo, tres años antes de su retirada. 



Según lo convenido, “Guerrita” quedaba obligado a torear en la mencionada plaza los días 2 y 3 de septiembre del mencionado año, acompañado de su media cuadrilla, compuesta de dos picadores y tres banderilleros. Las corridas hablan de ser de seis toros, no pudiéndole corresponder matar más de tres toros ni menos de dos en cada una de ellas.



Por lo que se refiere a los haberes que habla de percibir, se estipulaban 3.000 pesetas por cada corrida, 2.000 para gastos de viaje y fonda, y otras 125 en concepto de «propina para las cuadrillas».



El conocimiento del comportamiento de los toros y de las suertes, la capacidad física y un concepto muy poderoso hicieron a Rafael Guerra el mejor torero del siglo XIX y uno de los nombres clave en la historia de la tauromaquia. Remarca el citado blog.



En el 7º y último capítulo detallaremos los últimos festejos celebrados en el Viejo Coso, además de conocer lo que fue del edificio tras convertirse en la Casa-Cuartel de la Guardia Civil de nuestra capital.

Bibliografía: Valladolid en la historia taurina (1152-1890), de Emilio Casares, editado por la Diputación Provincial en 1999. El Toreo y la torería, del mismo autor en Cuadernos Vallisoletanos (Obra cultural Caja Popular, 1986). Lanzas, Espadas y Lances, de José Delfín Val (Junta CyL1996). Cosas Taurinas de Valladolid (Agapito y Revilla/ Grupo Pinciano. Miguel Angel Soria. Fermín Rodríguez. blog info.valladolid.es. valladolid.com. arquitecturava.es/. Archivo Municipal. bibliotecadigital.jcyl.es. gestauro.blogspot.com/. Mundotoro.com