El precio de la trufa se desploma
Lucía Sánchez / ICAL
El precio de la trufa negra soriana y burgalesa se redujo entre un 30 y un 50 por ciento, según el tipo de hongo (1ª, 2ª, extra, al por mayor, o al detalle), a pesar de que la calidad del hongo subterráneo en esta campaña, que expira estos últimos días de marzo, ha sido buena. Ante la caída de los precios que percibían, algunos truficultores sorianos prefirieron “no vender” y volver a introducir la trufa en las plantaciones como potenciadora- para que salga más trufa en años venideros-antes que vender a precios “tan bajos”.
Desde la Federación Española de Empresarios de Setas y Trufas (Fetruse), no obstante, aseguran que a pesar de que los precios del apreciado hongo sí han mermado, el confinamiento y la pandemia han servido para incorporar al consumo de trufa a entre un 10 y un 20 por ciento de nuevos españoles.
“En el confinamiento se adelantó en España, con respecto al consumo de la trufa por parte del consumidor normal, lo que se hubiera tardado cinco o diez años en situación normal, ya que se ha perseguido al consumidor medio para su utilización. Además, el hecho de que el precio estuviera más bajo ha contribuido a que lo adquirieran”, explica a Ical el presidente de Fetruse, José María Serentill.
Por su parte, el portavoz de los truficultores de Soria, José Manuel Pérez, considera que la campaña 2020-2021 ha sido “dura en cuanto a ventas”, debido a que no han podido vender trufa fresca al sector de la hostelería y la restauración, uno de los principales demandantes del preciado hongo.
Los progresivos cierres y restricciones de aforo limitaron por parte de los restauradores la compra de trufa negra de Soria, ya que es un producto “caro y perecedero” y no se arriesgaron a adquirirlo, al no saber si lo podrían utilizar.
La exportación de trufa negra de Soria también se ha visto mermada, según el truficultor, ya que los franceses, que son los mayores demandantes de este producto, optaron por adquirir su producto nacional.
Asimismo, detalla que la venta al por mayor de trufa bajó el precio en un 50 por ciento, ya que gran parte del mercado no adquiría el producto, y la venta de trufa sólo repuntó en Navidad. “Nos ha costado mucho vender producto en fresco y exportar, porque todos los países han consumido su producto nacional”, apostilla.
Pérez recalca que muchos de sus compañeros se negaron a vender trufa “con precios irrisorios”, y agrega que la industria agroalimentaria sí ha comprado trufa para introducirla en carnes, patés, arroces o patatas fritas.
De cara a este nuevo año, el colectivo de truficultores exige a las administraciones una mayor promoción del producto, ya que el consumidor medio en España no compra trufa, por lo que es necesario introducirlo como un alimento más en la despensa. Al respecto, Pérez subraya que otro de los problemas para el sector es que muchos de los restaurantes aseguran que sus elaboraciones contienen trufa cuando no es cierto.
“Utilizan subproductos y hongos que no son trufas negras y lo venden como tal. A esto se une que es necesario que el consumidor medio compre trufa, algo que ocurre en Francia”, aboga.
Asimismo, agrega que la producción de trufa ha aumentado exponencialmente sobre todo en las provincias de Soria y Burgos, por ello es necesario abrir nuevos mercados, ya que en los próximos cinco y diez años aumentará más la producción, por las nuevas plantaciones, y hay que “posicionarla en algún lado”.
Los problemas de los truficultores de Soria o Burgos durante la pandemia, según Pérez, son los mismos que sufren los de Teruel, la provincia con mayor producción de trufa de España, e incluso en toda Europa.
A esto se le une que los países del hemisferio sur (Argentina, Chile, Australia y Sudáfrica) también producen trufa, por lo que el consumidor no debe esperar una temporada entera para adquirirla.
Avances en la pandemia
La Federación Española de Empresarios de Setas y Trufas corrobora que el producto a nivel general se vendió pero con un precio inferior del año pasado, en concreto, registró entre un 30 y un 40 por ciento de caída.
José María Serentill precisa que dentro de las líneas de comercialización que tienen las empresas hay algunas que han sufrido más que otras, dependiendo dónde tuvieran el mercado. En este sentido, admite que el cliente de la restauración no ha existido.
No obstante, al bajar el precio de la trufa, ha sido “mucho más asequible para los particulares” y la venta en tiendas on line y distribuidores que venden a particulares e incluso a catering sí remontó. “El precio ha estado cómodo y el cliente medio, que conoce el producto, ha adquirido el precio más fácilmente”, explicó, para precisar que a nivel exportación también se ha adquirido en mayor medida y que en la industria que utiliza la trufa en conserva, ha seguido demandándola. "Lo peor para el sector ha sido la falta de ventas en restauración", resume.