Las acusaciones mantienen peticiones de 5 y 10 años para un sexagenario por abusar de una niña
Las acusaciones pública y particular mantienen sus peticiones de cinco y diez años de cárcel, respectivamente, para un hombre de origen búlgaro, P.I.G, que, presuntamente, habría abusado sexualmente de una niña de seis años, de la misma nacionalidad y vecina de Medina del Campo (Valladolid), de cuyo cuidado se hacía cargo a determinadas horas del día debido a las ocupaciones laborales de su madre y el novio de ésta.
El juicio por estos hechos, que se ha celebrado a puerta abierta, ha quedado visto para sentencia este miércoles en la Audiencia de Valladolid, donde el encausado, de 64 años y en su día íntimo amigo de la familia de la menor, ya que incluso ésta le llamaba "abuelo", ha mantenido su inocencia y ha asegurado que la denuncia de la niña obedece a una invención de ésta.
De hecho, el sexagenario, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha negado haber realizado tocamientos a la niña durante distintos juegos con ella. "No puedes cuidar niños sin tocarlos", ha llegado a declarar en referencia a distintos juegos, según él inocentes, practicados con la pequeña, tales como las cartas, los pañuelos o "chascar" los dedos, "algo que a ella le hacía mucha gracia", ha apostillado.
El acusado ha explicado que conocía a la familia de la denunciante y tenía una gran amistad con ella, al punto de que la madre de la niña, temporera agraria, le encomendó su cuidado por las mañanas para llevarla al cole en determinados periodos del año cuando había vendimia o época de podas y debido también a la imposibilidad de que lo hiciera su pareja, camionero de profesión.
P.I.G. percibía cinco euros al día por el cuidado de la niña, que también se extendía a los sábados por la mañana a fin de que la madre pudiera descansar. "Mi relación con la niña ha sido siempre correcta. Pensé que ella y yo éramos amigos, pero ahora veo que no", ha declarado el sexagenario, quien ha negado someter a la niña a tocamientos aprovechando los momentos en los que la madre se ausentaba del domicilio y él se quedaba a solas con ella a primera hora de la mañana para luego llevarla al colegio.
Masaje de pechos y genitales
La niña, hoy de 14 años, no ha llegado a declarar en el juicio pero la sala sí ha podido visualizar, como 'prueba preconstituida', un vídeo de su testimonio prestado en sede judicial el día 28 de agosto de 2018. En dicha prueba, de forma clara y rotunda, la pequeña ratifica hasta tres episodios registrados entre 2013 y 2015 y alega que mantuvo silencio durante años porque el acusado la amenazó para que no dijera nada.
El primero de ellos se produjo en 2013 cuando la declarante tenía seis años y el acusado se ofreció a realizarle un masaje en cuyo transcurso el anciano le habría tocado los pechos y los genitales por debajo de la ropa, episodio por el que el fiscal del caso solicita cinco años de cárcel y una indemnización de 3.000 euros en concepto de daños morales por delito de abusos sexuales con la agravante de abuso de superioridad.
La pequeña también ha hecho alusión a otros episodios en los que el anciano habría tratado de tocarla, como uno en el que jugaron a los pañuelos y se los pasó entre las piernas y otro en el que la tumbó en la cama de sus padres con el pretexto de jugar a las "luchas" y se echó sobre ella, si bien en esta ocasión la niña dice que logró zafarse y refugiarse en el baño, donde permaneció encerrada hasta la llegada de su progenitora.
La supuesta víctima, cuyo letrado solicita diez años por sendos delitos de abusos y 30.000 euros de indemnización, ha relatado que con nueve años tuvo su primera regla y que para eliminar cualquier riesgo de embarazo comenzó a realizar mucho ejercicio y a dejar de comer para cortar la menstruación, de ahí la anorexia nerviosa de la que empezó a ser tratada y cuyo origen lo vincula la acusación particular con el estrés causado por los abusos.
Confesión a la abuela
Por su parte, la madre de la niña y su pareja sentimental han comparecido para asegurar que no descubrieron los hechos--ya entonces padecía la anorexia nerviosa--hasta que en una viaje de vacaciones a Bulgaria, su país de origen, la pequeña relató a la abuela lo sucedido, con lo que de regreso a España interpusieron la oportuna denuncia en agosto de 2018.
"Me dijo que no me lo había contado porque no le salían las palabras y le daba vergüenza. Cuando me relató lo ocurrido me quedé en shock, aterrada, porque utilizó un tono de voz que no era el suyo sino muy parecido al del acusado", ha mantenido la madre, que entonces empezó a atar cabos y a percatarse de ciertos detalles que habían pasado inadvertidos para ella y que ahora analiza como evidencias de que ya había algo raro en la relación entre su hija y su cuidador, "una persona que era de total confianza".
La defensa del procesado ha mantenido su petición absolutoria y, con carácter subsidiario, ha solicitado una pena de dos años al entender que en caso de condena no cabe aplicar la agravante de abuso de superioridad.