David Herrero / ICAL
“Muchos sustos, bastantes sustos. Dormir y vivir en la calle es duro y malo. Hay gente que se pasa y te quieren robar. Estás en estas condiciones y encima te intentan robar. Muchas veces se pasan”. Sin pelos en la lengua y con una sensación de resignación, por desgracia, narra su experiencia Miguel, una persona sin hogar que lleva cerca de 19 años en esta situación y que, ahora, ha recalado en la capital del Carrión.
Tímido, pero con mucho respeto. Miguel se encuentra con otro compañero, José Manuel, en la zona ajardinada de San Pablo, junto al recinto para jugar a la petanca. Sus caras cambian al observar a lo lejos tres figuras con chalecos rojos, las voluntarias de unos de los equipos del proyecto de Atención Integral a Personas sin Hogar de Cruz Roja hacen acto de presencia.
Una cesta llena de productos básicos y una charla cercana es el menú que esperan todos los jueves, y es que, para ellos, es un regalo caído del cielo. Aun así, la ayuda llega hasta lo más básico, y no soluciona la problemática.
Miguel afirma a Ical, que la razón de cambiar tanto de sitio es la búsqueda de empleo, quien reconoce que posee el Graduado Escolar, con una preferencia para encontrar algo relacionado con el pastoreo, y si es posible por la provincia, al contar con experiencia en el ámbito.
“La calle es como todo. Es como la pobreza o el que está en una casa y no tiene ni para comer, que igual está peor que yo, al tener que pagar los recibos de la luz, del agua o el alquiler”. “Dentro de lo que cabe, no tengo que pagar nada. Simplemente pongo unos cartones y el saco y duermo”, explica José Manuel.
Un techo barato
Aun así, deja claro que le gustaría poder tener un techo y no tener que dormir en la calle. Asegura que pidió en el 2014 un alquiler social barato, pero se lo denegaron en favor de otros colectivos.
José Manuel lleva bastante tiempo en la calle en diferentes intervalos. Es de Bilbao, pero se considera un palentino más, al llevar más de 20 años en la ciudad, y tener un hijo que sabe su situación, pero con el que no tiene trato desde pequeño. No obstante, comenta que los palentinos, en general, se portan bien y les intentan ayudar.
Recuerda que una de sus peores experiencias tuvo lugar en el parque de Los Jardinillos de la capital, momento en el que fue agredido mientras dormía. “Me pegaron patadas en la cabeza y tuve que defenderme hasta que llegó la Policía. Fue hace años y era joven, pero ahora me dejarían en el sitio”.
Dejando a un lado la dureza y las anécdotas, por muy malas que sea, pide a través de la Agencia Ical poder acceder a un alquiler social y conseguir “un techo barato y tirar para adelante”, sin olvidar un trabajo para salir de este día a día.
A pie de calle
“Lo pienso mucho y está muy bien, pero yo me voy a mi casa calentita. Estas experiencias son duras, pero lo que importa es el gesto y el valor que le dan los propios beneficiarios. No les vas a salvar, porque su situación es la que es y nuestro poder es muy pequeño, pero ellos lo valoran mucho”.
Así se muestra la salmantina Esther Pérez, una de las voluntarias del proyecto y estudiante del Grado de Educación Social en el Campus de La Yutera de la capital palentina. Aunque lleva poco tiempo colaborando con Cruz Roja, aclara que ha estado involucrada durante cinco años con este mismo proyecto en su ciudad natal, a través de Cáritas.
Afirma a Ical que estas acciones van dirigidas al colectivo que más le gusta, pero que a su vez menos visibilidad tiene con su estancia en la calle, quien reconoce que se siente muy familiarizada con ellos, ya que, además, su madre trabaja en un centro de acogida.
Sin olvidar que complementa su formación como base para el trabajo que quiera desarrollar tras finalizar sus estudios. Y es que, en cuanto se enteró que iba a comenzar a andar este proyecto en Palencia no se lo pensó dos veces y decidió sumarse para poder aportar todo lo que estuviera en su mano.
Pérez señala que en la ciudad hay muy poca gente viviendo en la calle, en comparación con otros lugares a los que está acostumbrada. No obstante, deja claro que las salidas que hacen “son muy reconfortantes, gracias también a la cercanía de la gente y el cariño de las personas sin hogar”. “Todos ellos son muy agradecidos y nos esperan todos los jueves”.
Regalar solidaridad
Por su parte, Andrea Teresa, que ha participado en otros voluntariados con Cruz Roja, al colaborar con la entidad desde hace un año, asegura que es la primera vez que arrima el hombro en este proyecto. Es estudiante de oposición y acaba de examinarse, por lo que ha recuperado su tiempo libre y quiere emplear parte del mismo en este ámbito social.
Reconoce que la “motiva” poder ayudar a las personas de todas las formas en las que pueda. Este proyecto “es muy positivo al poder echar una mano a las personas sin hogar, a partir de un pequeño gesto personal que es una charla y el reparto de productos básicos”. Aun así, añade que se involucra en la mayoría de voluntariados que se ponen en marcha.
“Uno de los aspectos más positivos que nos ha enseñado la pandemia es ser solidarios, motivo por el que animo a todo el mundo a serlo, aún más, ya que hace sentirte bien, al mismo tiempo que ayudas a otros ciudadanos. Una acción que es muy bonita”, asevera.
Atención integral
La responsable del proyecto de Atención Integral a Personas sin Hogar de Cruz Roja Palencia, Alhena Pérez, detalla que este programa se ha puesto en marcha hace escasas semanas, ya que en la capital no se había llevado a cabo nunca antes.
Todo ello para “ayudar a un colectivo doblemente afectado con la pandemia, acrecentado con el confinamiento domiciliario”, momento en el que se comenzó a actuar para trasladar a transeúntes al Semanario Menor.
El objetivo principal del mismo “es escuchar a estas personas que están en la calle, además de ofrecerles ropa de abrigo y alimentos básicos”. Pero, en mayor media, se busca “establecer el puente entre la calle y los recursos sociales” de las diversas administraciones y entidades, para informar así de los posibles pasos para cambiar o mejorar su día a día, señala.
La responsable subraya que la intención final es estas personas vengan a las instalaciones de Cruz Roja para poder analizar cada caso y poder informar de todos los recursos y posibilidades para conseguir que salgan de la situación que viven.
Alimentos y cercanía
Traslada que el proyecto ha tenido una gran acogida por parte de los voluntarios, debido a su visibilidad con el colectivo, razón por la que colaboran más de 20 compañeros que están interesados en dar una “respuesta de calidad y calidez a las personas sin hogar”.
Equipos de tres personas en dos vehículos que cada jueves recorren la ciudad, mientras que otros voluntarios se encargan de la organización del almacén, en el ámbito logístico. Puntualiza que atienden a diez personas en la calle, que suelen ser fijas, aunque el número puede fluctuar.
Alhena Pérez desgrana que los productos y la actuación están financiados por el ‘Plan Responde’ de Cruz Roja y por la Junta de Castilla y León. El tipo de alimentos son básicos, como leche, café, que es donado periódicamente por Prosol, sopa, ensaladas, dulces, agua y refrescos, así como productos de higiene o mascarillas, las cuales están donadas por el Gobierno nacional.
Además, aclara que se va a intentar ofrecer alimentos frescos, como fruta o verdura, con el fin de aportar vitaminas, así como ropa de abrigo o sacos de dormir. Añade que las salidas se programan cada jueves, debido a que la “financiación es pequeña”, pero la intención “es analizar cómo funciona el proyecto y ver si existe la necesidad”.
“Al final, la comida es lo de menos, ya que un café o unas galletas no salvan a nadie, pero importa entablar conversación y una amistad para poder llegar a estas personas y conseguir que salgan de la calle”, apostilla.