Fridays for Future de Salamanca está preocupada por la actividad de las macrogranjas. La organización señala que hay distintos modelos de ganadería que no se parecen nada entre ellos. Una explotación ganadera en régimen extensivo como la dehesa, tan propia de nuestra tierra, con el ganado pastando libremente en el campo, "no se parece en nada a una macrogranja donde viven miles de animales en pequeños espacios confinados".
Y entre estos dos modelos, hay otros muchos intermedios. Y, sin embargo, esto que resulta tan obvio, y cuyo resultado es el de unos intereses bastante contrapuestos, "·no está siendo tenido en cuenta entre los distintos actores en el debate: ganaderos, políticos, sindicalistas, ecologistas y nutricionistas. Al menos es lo aparece en los medios de comunicación".
Las granjas intensivas consisten en instalaciones con una gran tecnología en la que se hacinan animales con la finalidad de lograr la máxima producción de carne en un mínimo tiempo posible, "sin prestar atención la calidad de la carne ni a al impacto en el medio ambiente". Dejando de lado los daños que este tipo de granjas causa en los animales (estrés, ansiedad, patologías nerviosas, cardiacas…), desde Fridays For Future Salamanca quieren hacer hincapié en la problemática a nivel medioambiental que suponen las macrogranjas.
El sector ganadero incide de una manera muy directa en el cambio climático. Hay que tener en cuenta que las principales fuentes de emisiones de este sector no son el Dióxido de Carbono (CO2), sino el metano (CH4) y también de Óxido Nitroso (N2O). Si se tiene presente el gran número de animales que hay en las macrogranjas, que como máximo pueden llegar a 2,000, se puede tener la visión de la magnitud de la problemática. El metano y el óxido de nitrógeno tienen un potencial de calentamiento mucho mayor que el dióxido de carbono.