Grandes edificios y diversidad de comercios. Parques o fuentes. Estatuas, parques y calles. En cualquier ciudad del mundo se pueden encontrar esas señas de identidad. Pero cuando se escarba, cuando se busca, cada ciudad siempre guarda pequeños rincones que esconden partes de su historia. Eso es lo que sucede en el callejón de San Francisco en Valladolid que en apenas treinta metros rinde homenaje al antiguo Convento de San Francisco, ya desaparecido, y al militar y héroe irlandés, Red Hugh O'Donnell, fallecido en Simancas en 1602.
Ubicado en la Calle Cebadería, entre las Calles Manzana y la Plaza del Corrillo, en pleno centro de la ciudad, se encuentra este callejón que, hace años, era una calle abierta que se cerró con un edificio moderno impidiendo la vista de la fachada del convento de San Francisco.
Ubicado entre la actual Plaza Mayor, la calle Duque de la Victoria, la de Santiago y Montero Calvo), el edificio eclesiástico fue demolido en el siglo XIX. Por ello, desde el callejón se supone que se vería, si aún estuviera en pie, un monasterio franciscano en el que murió Cristóbal Colón en 1506, lo mismo que recibieron sepultura infantes reales como Pedro, hijo de Violante y Alfonso X, o Enrique, hijo de Fernando III y Beatriz de Suabia. Fue también tumba del noble Álvaro de Luna, favorito del rey Juan II.
Su destrucción está considerada por los historiadores como una de las más trágicas pérdidas históricas y patrimoniales de la ciudad.
Para rendir un pequeño homenaje al convento, se pintó un bajorrelieve representando lo que los vallisoletanos pudieron disfrutar desde el callejón hace ya varios siglos.
Un pequeño rincón en el que también luce una placa en la que reza “El gran héroe irlandés Red Hugh O'Donnell, tras haber muerto en Simancas el 10 de septiembre de 1602, fue enterrado en el convento de San Francisco, cuya fachada está reproducida en este bajorrelieve de cerámica”.
De hecho, actualmente se están realizando unas excavaciones en el lugar en el que estaba instalado el convento entre las que se espera encontrar los restos del militar británico.
En definitiva, un pequeño trozo de la historia de Valladolid que no se encuentra con facilidad pero que sirve para revivir una parte del encanto que la ciudad tuvo muchos siglos atrás.