D. Álvarez / ICAL
El XXIV campamento organizado por Aspaym en las instalaciones de El Bosque de los Sueños, en el municipio berciano de Cubillos del Sil, reúne desde el pasado fin de semana a un total de 28 niños y jóvenes con y sin discapacidad, de entre seis y 17 años, con el objetivo de fomentar la inclusión y promover actividades de ocio y tiempo libre adaptadas a los diferentes perfiles. “Es un cambio para bien, te olvidas de los problemas que tienes fuera, yo se lo recomiendo a todo el mundo”, explica Abraham, uno de los participantes que repite experiencia de años anteriores.
Con ganas de volver a disfrutar de este campamento tras el parón ocasionado por la pandemia, Abraham asegura que “este año es un poco diferente, pero sigue siendo divertido”. “Tenemos que usar la mascarilla el mayor tiempo posible y mantener la distancia de seguridad”, explica el joven. Otra de las campistas veteranas, Adriana, lamenta que la pandemia de COVID-19 haya provocado que este año se reduzca el número de asistentes al campamento por cuestiones de aforo. “No nos podemos juntar entre todos, hay grupos burbuja”, señala la joven, que reconoce que lo que más le gusta de esta experiencia es “colaborar y ayudar a los demás”.
Por parte de los benjamines, el pequeño Oriol, llegado de Cataluña, explicó que se trata de la primera vez que participa en este campamento inclusivo. “Me lo estoy pasando superbien, es un sitio muy bonito”, señaló. Con la piscina y los juegos como actividades estrella, el pequeño valoró la posibilidad de descubrir nuevas realidades que se abre en este tipo de eventos. “Nunca había jugado a ping-pong con alguien en silla de ruedas”, apuntó.
Con grandes dosis de entusiasmo y las manos manchadas tras una sesión de pintura, la burgalesa Lucía, de 13 años, también valoró poder volver a este “maravilloso y estupendísimo campamento”. “Es mi tercera vez, ya soy una experta en esto”, explicó Lucía, que recalcó que “hacer nuevos amigos y encontrar a viejas leyendas” son las cosas que más le gustan. “¡Qué pena que no nos podamos juntar todos!”, lamentó.
En nombre de los monitores, Carlos Peñalba, señaló que las restricciones provocadas por el COVID-19 obligaron a reestructurar las actividades y el número de asistentes y monitores. Habitualmente, el campamento cuenta con cerca de un centenar de participantes, mientras que en la edición de este año esa cifra se reduce a 28, lo que provoca que el número de monitores también se reduzca a la mitad. “Estamos consiguiendo que se lo pasen genial, como otros años”, valoró Peñalba.
Un lugar en el que los sueños se hacen realidad
Los participantes recibieron hoy la visita de la directora general de Juventud, Estela López, que definió el campamento como “un lugar en el que los sueños se hacen realidad”. López comprometió el apoyo de la Junta a las actividades organizadas por Aspaym para favorecer un “ocio sin barreras” en un “verano atípico”. “Tras unos meses difíciles, es el momento de recompensar a estos niños”, explicó la directora general.
En ese sentido, López señaló que el departamento que dirige ha elaborado una guía de actividades de ocio y tiempo libre “con seguridad”, en las que se obliga a los campamentos con pernocta a practicar tests de antígenos diarios a los asistentes. “La situación está bastante controlada”, señaló.
En la misma línea, el responsable del campamento, Víctor Núñez, explicó que las plazas de alojamiento se redujeron a la mitad, de manera que las cabañas están ocupadas por un máximo de cuatro niños, pese a que tiene capacidad para alojar a ocho personas. “Las personas con discapacidad ven su ocio limitado por falta de actividades e instalaciones adaptadas y este lugar les permite disfrutar en igualdad de condiciones”, concluyó.
Otra de las medidas tomadas para disminuir el riesgo de contagio entre los participantes es acortar la duración del campamento. Si en años anteriores a la pandemia las actividades se extendieron durante 12 días, este año el campamento se limita a una semana de duración, con la clausura prevista para la jornada del sábado.