“Sentirme protegida y no ir con miedo por la calle me da la vida, es muy importante”. Así define una de las beneficiarias del proyecto ‘VioCan’ la sensación de seguridad que le brinda su perra desde que está con ella. De hecho, ambas tienen un vínculo tan fuerte que la considera como su “ángel de la guarda”, ya que la acompaña en todo momento, dentro y fuera de casa.
Ella es una de las cinco usuarias del proyecto pionero en Salamanca ‘VioCan’, un innovador programa de terapia con animales para rehabilitar a las mujeres víctimas de violencia de género. Esta iniciativa, que se puso en marcha en 2017, se desarrolla en coordinación por las concejalías de Familia e Igualdad de Oportunidades y de Protección Ciudadana, representadas por Ana Suárez y Fernando Carabias, respectivamente. Se ejecuta por las psicólogas del Centro de Información y Asesoramiento a la Mujer (CIAM) y por la Policía Local, la encargada del adiestramiento de los perros.
La elección de los perros no es baladí, ya que por algo son los animales más fieles. Su cometido en el programa es claro: generar un apoyo a las mujeres que han sufrido ese tipo de violencia para ganar en autonomía y en confianza. Según explica la psicóloga del CIAM, Sheila González, el vínculo que se genera entre el animal y la persona es muy positivo, porque “no todo el mundo tiene una red de apoyo fuerte” y su apoyo es muy necesario para mujeres “que muchas veces se ven solas a pesar de estar acompañadas”.
La beneficiaria del programa, cuya identidad queda en el anonimato por seguridad, explica a la Agencia Ical que lleva con su cachorra apenas unos meses, desde enero. Pero a pesar de suponer toda una ‘revolución’ en la casa por la energía del animal, ha supuesto un cambio muy importante en su manera de afrontar el día a día: “yo me siento muy segura”, afirma. La compañía de la perra es constante: “ella me sigue a todas partes”. De hecho, explica que “si yo me levanto a cualquier sitio, se viene conmigo, si estoy en las habitaciones haciendo cosas, se queda en el pasillo, está todo el rato controlando”.
En este caso, la perra fue adoptada y acompaña a esta usuaria desde el principio, aunque no siempre tiene que ser así, ya que en los casos en los que la mujer ya tenga uno, es posible adiestrarlo para trabajar con él. De esta manera, la Policía Local hace un entrenamiento semanal continuo para que los canes aprendan a proteger a su compañera y a estar siempre a su lado. Tanto el entrenamiento como los gastos de comida y veterinario del animal están financiados por el CIAM, de manera que no supone ningún coste para las beneficiarias.
Requisitos y adaptación
El acompañamiento ‘perruno’ no se ofrece a todas las víctimas de violencia de género. Son las propias trabajadoras del Centro de Información y Asesoramiento a la Mujer las encargadas de hacer la selección de las usuarias, ya que no todas necesitan la protección extra que ofrece el animal en su día a día. Debe ser además una persona convencida de querer tenerlo en su vida y que no lo abandone al poco tiempo: “si estos perros luego vuelven luego es un trastorno”, incide la psicóloga.
Esta beneficiaria recuerda el proceso de adaptación de su perra en casa: “como es tan movida, al principio no sabía cómo tranquilizarla, pero se adaptó bien a nosotros y a casa”. Relata que, a pesar de tener mucha energía, es muy cariñosa y muy dócil y, de hecho, también se ha adaptado muy bien a su hija pequeña: “tiene mucho miedo y con la perra va muy a gusto”. En este caso, la psicóloga explica que el animal “no genera confianza y seguridad solo con la mujer, también con todos los miembros de la familia”.
Esa protección se brinda en todas partes, incluidos establecimientos, ya que al tratarse de perros guías, cuentan con un carnet especial para que las mujeres puedan entrar con ellos a cualquier sitio.
Atención integral
El objetivo del proyecto ‘VioCan’ es ofrecer a las víctimas de violencia de género una atención lo más integral posible la coordinación de varios servicios en la que los perros suponen un apoyo más en el domicilio. “Es una forma de continuar con la intervención y que no termine”, detalla la psicóloga Sheila González.
Se trabaja en equipo con intervenciones grupales, de manera que las mujeres entrenan juntas y forman parte de un grupo de apoyo en el que hablan a nivel psicológico. “Somos amigas, para mí somos una piña, ante cualquier problema que tengamos vamos todas”, subraya la usuaria. Destaca también la labor de la Policía Local, Nacional y Guardia Civil, que reaccionan rápido ante cualquier problema que ellas puedan tener: “me siento muy protegida por todos”, dice agradecida.
Programa abierto
El programa no tiene un límite de usuarias, aclara la psicóloga, sino que según detecten candidatas para las que tener un perro pueda supone un beneficio, se propone y es susceptible de ampliarse. De ahí la importancia de la selección previa para que tanto la usuaria como el animal se ofrezcan un apoyo mutuo.
“El amor por los animales me lo han transmitido mis hijas, y ahora la perra es una más”, asegura la beneficiaria. Reconoce que a pesar de tener algunas limitaciones para la movilidad, tener ese acompañamiento y seguridad “cambia la vida”. Afirma que tal es esa confianza que ahora es capaz de hacer cosas que antes jamás habría hecho, como meterle la mano en la boca: “me fío totalmente de ella, sé que no me va a hacer daño”.