El 12 de marzo de 2022 este periódico publicaba 'Un 'sí' en 10 segundos: Sara Rincón, la periodista vallisoletana que no dudó en ir a cubrir la guerra de Ucrania'. Por aquel entonces, la joven de 24 años, en una de sus primeras experiencias laborales, ejercía su profesión en Polonia contando la historia de los refugiados que huían de la guerra. Lo que no se imaginaba en aquel momento, es que 12 días después la iba a tocar hacer el camino contrario al de esos refugiados y adentrarse en el foco del conflicto. "En Mykolaiv me metía en la cama con vaqueros por si tenía que salir huyendo", relata la vallisoletana.
Ya en España, concretamente en Madrid y a la espera de volver a su ciudad natal, Sara Rincón ha visto como su vida ha cambiado por completo en dos meses. El 26 de febrero hizo las maletas rumbo a Przemysl siendo una chica joven con apenas experiencia, recién terminados los estudios y con ganas de comerse el mundo. Sus pies han vuelto a pisar territorio nacional como una periodista reconocida y convertida en uno de los iconos informativos de la guerra. Sus apariciones han calado en la sociedad española y latinoamericana que han visto a través de esta joven vallisoletana los horrores de la guerra por la invasión rusa.
"El 20 de marzo sentía la necesidad de cruzar si quería seguir haciendo buen periodismo porque en la frontera ya se me estaban acabando las fórmulas, era la misma noticia siempre desgraciadamente. Me estaba costando mucho entender la guerra desde fuera. Se lo dije a mí jefe y me dijo que no, cinco días después vio que los medios me demandaban en Ucrania", recuerda Sara Rincón.
El 27 de marzo recibió la noticia a las 11:00 de la mañana. A las 14:00 se la confirmaron y a las 19:00 ya estaba cogiendo el tren con un convoy de refugiados que regresaban a su país. "Es un viaje de hora y media en condiciones normales y tardamos 6 horas. Pude hablar con varias familias y me explicaron porque estaban volviendo. Fue un momento clave para comprender como estaba funcionando esta guerra. Es muy importante para entender el complejo periodístico y comprender el lado humano del conflicto. Esto me ayudó a asimilar hacia donde estaba yendo", relata la joven.
Las bombas y las alarmas pasaron a ser una constante en la vida de Sara Rincón que pasó a "comprender" porque había tantas personas que no se marchaban de sus hogares. "Es una sensación muy extraña porque se normalizan los bombardeos, la primera bomba que te cae la sufres con temor, pero luego vives con la sensación de que tienes que estar allí porque es donde está la noticia", asevera.
"Saber diferenciar el fuego de artillería y las bombas es necesario para poder descansar"
Y es que los estruendos de la guerra azotaron los oídos de la vallisoletana durante varias semanas. "Lo que más me impactó fue tener que aprender el saber diferenciar las explosiones de la artillería defendiendo de las bombas que estaban cayendo", puntualiza Sara, que asegura que esto era algo que "necesitas" para poder descansar por las noches.
"Cuando escuchas los misiles por encima de tu cabeza o del hotel es que la bomba va a caer ya y va a hacerlo a dos kilómetros como lejos. Dormía con pantalones esas semanas por si tenía que salir huyendo. La última noche que estuve allí los cristales no dejaban de retumbar y tuvimos que ir a dormir al baño", recuerda.
Una presión mental que, obviamente, afecta a lo personal y profesional pero que no privaron a Sara de luchar por lo que estaba allí, el buen periodismo y la vocación de informar. "En el momento en que asumes dónde estás y a lo que estás expuesto eres capaz de hacer mejor periodismo", señala.
"Hay que saber jugar con el miedo"
Sin embargo, cabe destacar que el miedo nunca se puede perder y hay que aprender a "jugar con él". "No puedes perderlo del todo porque si no vas a tener problemas tú. Olvidarte del miedo te puede perjudicar como profesional y persona. Tú no sabes hasta que punto estás expuesto. La inseguridad se normaliza al igual que se normalizan las alarmas antiaéreas o dormir con el sonido de la artillería de fondo", aclara.
En otros problemas, la labor de informar durante un ataque es difícil de sobrellevar. Hay que buscar la forma de contar lo que está pasando "sin dañar una operación militar". "Te da un poco de coraje porque necesitas contarlo, pero también pones en riesgo el país. Me costó mucho comprenderlo, por eso siempre tengo la sensación de que esta guerra va a cambiar la forma de entender un conflicto armado de esta índole", narra Sara Rincón, que pone acto seguido el foco en las redes sociales.
Estas son un arma de doble filo. Por un lado, permiten informar al momento de lo sucedido "sin tener que esperar al informativo de las 15:00". Por otro, explica la periodista que "tienes que tener cuidado" porque la inteligencia ucraniana les tenía "vigilados" a todos los periodistas y no podías publicar nada que comprometiese la seguridad. "Está prohibido sacar informaciones hasta pasadas 24 horas. Si Rusia se entera de que han conseguido destrozar su objetivo saben que han debilitado a Ucrania", explica.
"Acabas perdiendo un poco el norte"
En definitiva, un desgaste continuo que supuso la decisión de volver a casa. Hubo dos cuestiones que alimentaron esta elección. En primer lugar, el hecho de estar dos meses sobre el terreno te hace "fusionarte" con lo que está ocurriendo y esto provoca que seas "peor periodista". "Pierdes un poco el norte y empiezas a posicionarte sin quererlo o comienzas a normalizar los bombardeos, las muertes o que los cementerios estén repletos de nuevas fosas y eso no se puede hacer. Ahí es cuando pecan los periodistas", asevera Sara Rincón.
Seguidamente, la experiencia de Mykolaiv, el desgaste mental y físico o los horrores allí vividos te destrozan como persona. "Si lo tengo que resumir en una frase es que volví por principios éticos, creo que hay que saber parar en el momento en el que tú como persona empiezas a sentir que tu periodismo pierde los valores que tenías en mente ejercer allí", añade.
Dos meses de cobertura llenos de emociones, sentimientos encontrados, momentos duros y, sobre todo, un aprendizaje constante que han culminado con un rencuentro con sus seres queridos en pleno aeropuerto de Barajas.
"Mi familia me veía por la tele pero yo a ellos no"
Un instante que Sara Rincón recordará para toda la vida. La vuelta a España, volver a ver a los suyos que, para ella, era algo anómalo en su experiencia más reciente lejos de una vida cotidiana a la que todos estamos acostumbrados. "Ellos me veían en la tele, pero claro, yo no les veía", aclara.
Además, Sara puntualiza que ella estando allí no era plenamente consciente del hecho de jugarse la vida, algo que estaba causando verdaderos quebraderos de cabeza en Valladolid para sus más allegados que desde la distancia sí veían este aspecto. "Han tenido que pasarlo muy mal", sentencia.
Vocación, trabajo y humildad. Los principios básicos de esta joven vallisoletana que con 24 años cogió las maletas por la necesidad y el sentir de estar allí para contar lo que estaba sucediendo y que ahora regresa como una de las grandes caras informativas que cuentan los horrores de la invasión rusa. Un trabajo bajo las bombas que ha cautivado a los espectadores con un ejemplo de buen periodismo, ético y veraz que acaba de comenzar, porque Sara Rincón ha llegado para quedarse.