La Fundación Franz Weber planteó hoy lunes la adopción de cambios legislativos para impedir que se pueda cazar en territorios próximos a espacios afectados por incendios, con el objetivo fundamental de proteger a una biodiversidad que ha huido de las llamas y ahora compite por recursos con otros animales. A su juicio, “con esta medida se evitaría que los propios cazadores maten a los animales supervivientes de los incendios recientes”. Castilla y León ha sido la comunidad que más ha padecido este verano la lacra de los incendios.
La ONG naturalista reclama una “verdadera política de mitigación de la crisis climática y las decenas de miles de euros derrochados en prácticas como la caza podrían ser invertidos en acciones preventivas, de sensibilización e incluso de reorientación profesional-laboral de aquellas actividades productivas que también impactan en el calentamiento global, como la ganadería intensiva”.
En un comunicado recogido por Ical explican que, atendiendo a fuentes oficiales acerca de las motivaciones sobre incendios intencionados en España, el 48 por ciento tienen relación con la ganadería y la caza, por lo que la prevención legal, con este veto cinegético, sirve como elemento de protección adicional frente a estos posibles intereses por quemar los montes y los campos. La ONG calculó en su momento que alrededor de 300.000 animales habrían perecido por las llamas, a lo que hay que sumar la pérdida de los modos de vida de cientos de personas.
Los naturalistas explican que actividades como la ganadería tienen un impacto nada despreciable en el recalentamiento del planeta a causa de las emisiones de gases de efecto invernadero, que se suman a la ocupación de tierras que podrían ser empleadas en labranza y alimentación humana.
“No se puede despreciar tampoco el consumo de agua de las granjas, ya que la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, estima que cada kilogramo de carne de vacuno supuso un coste de 15.000 litros, en un contexto de presequía generalizada ya en varias comunidades autónomas”, añade.
Por ello proponen que las acciones de renaturalización y restauración de la biodiversidad, acompañadas del fin de la caza, asuman también que no existe una cohabitación real con ganaderías y sí con cultivos, con mucho menor impacto ambiental.