España se seca de agua y de presas. La sequía que están padeciendo durante este verano todas las comunidades autónomas han encendido las alarmas. Los números son tremendos. En Castilla y León, la reserva hídrica de la cuenca del río Duero se encuentra al 37,8% según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco). En muchos municipios de la Comunidad se han estableciendo diferentes medidas de ahorro e incluso ya han tenido restricciones. Sin embargo, en Castilla y León en los últimos años se han demolido más de 180 presas. ¿Por qué?
Las presas son estructuras que tienen por objetivo contener el agua en un cauce con dos fines principales, que pueden coincidir en algunos casos: elevar su nivel para que pueda derivarse por una conducción y/o formar un depósito que retenga el agua, bien para suministrarla en períodos de escasez o bien para regular las crecidas de los ríos. Sin embargo, desde hace unos años, la sociedad es cada vez más consciente de los problemas ambientales que estas obras causan en los ríos y ha provocado que muchas se demuelen.
La falta de lluvias provoca que el agua se acabe y nos tenemos que encomendar al líquido embalsado. Sin embargo, desde grupos políticos y movimientos ecologistas se han rechazado, quizás por verlo como un ‘invento de la época de Franco’, pero sobre todo por su efecto contra el medio ambiente. En la mente del Gobierno no está la de construir más embalses e incluso desde hace años se llevan demoliendo los ya construidos. “España fue en 2021 el país de Europa que más obstáculos eliminó: 108, casi la mitad de los 239 desmantelados en el continente”, sacó pecho hace días RTVE en un reportaje. La normativa europea sugiere que hay que tumbar muchas de estas infraestructuras porque alteran el normal cauce de los ríos, pero la gran duda es si afecta al abastecimiento.
La Confederación Hidrográfica del Duero, que lleva desde 2006 actuando en la cuenca, tiene claro que es efectivo para ir “eliminando obstáculos transversales que ocasionan problemas hidroecológicos de primer orden”, lo describen en un comunicado remitido a este periódico. “Un cambio de paradigma que consiste en eliminar las estructuras innecesarias favoreciendo la continuidad longitudinal del cauce y en recuperar la llanura de inundación para dar espacio al río y aumentar así el efecto laminador frente a las crecidas”. Es decir, para dar libertad al río.
Este nuevo enfoque de recuperación de la conectividad de los ríos se plasma actualmente en todas las actuaciones desarrolladas por el organismo en el marco de la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos, “con proyectos de infraestructuras verdes y otras soluciones basadas en la naturaleza para recuperar espacio fluvial y el buen estado ecológico de nuestros ríos”.
En Soria, la primera
Desde que se realizara la primera demolición, en 2006, en un pequeño azud de riego sin uso en el río Abión, en Soria, han sido numerosas las actuaciones llevadas a cabo por el organismo.
En el año 2009, estudió el problema a escala de cuenca. Se llevó a cabo el primer gran inventario de obstáculos transversales en la parte española de la cuenca del Duero. Se midieron, fotografiaron y cartografiaron más de 3.500 obstáculos y se elaboró un índice de franqueabilidad, en ascenso y descenso para cinco grupos de peces. Fue la primera vez que se hacía en España un trabajo “tan sistemático y pionero a nivel de la Unión Europea”, recuerdan. Los resultados fueron incorporados al sistema de valoración de la calidad del agua del Plan Hidrológico de la cuenca del Duero.
A partir de ahí, se inició la demolición de obstáculos “transversales fuera de uso”, principalmente azudes y pequeñas presas hasta alcanzar una cifra en la actualidad superior a las 180 demoliciones en la cuenca del Duero, algunas muy destacadas que han sido objeto de vídeos divulgativos.
Por ejemplo en 2018 tuvo lugar el desmantelamiento y demolición de la presa de Yecla de Yeltes (Salamanca) asentada sobre el cauce del Huebra. En su caso fue por desuso, y cada año el gasto por los conceptos de mantenimiento, vigilancia y seguridad eran muy altos. En septiembre de 2011, la Confederación Hidrográfica del Duero emprendió la demolición del azud de La Gotera en el leonés río Bernesga. En este caso fue porque a la empresa adjudicataria se le acabó el plazo.
Durante los meses de febrero y marzo de 2013,se llevaron a cabo las obras de demolición de la presa de Retuerta en el río Aravalle, ubicada en el término municipal de Umbrías (Ávila), de aproximadamente 14 metros de altura y 55 de longitud, siendo la presa de mayor altura demolida hasta la fecha. La retirada de esta presa fue contemplada como una medida compensatoria en una Declaración de Impacto Ambiental, con la finalidad de recuperar la conexión longitudinal del río Aravalle en este tramo, que conforma un rico ecosistema fluvial de tipo torrencial y de una abundante ictiofauna.
En todos estos derrumbre también existen voces en contra que claman por seguir manteniendo las presas, en su mayoría temen por la posiblidad de quedarse sin agua para el abastecimiento de agua para el riego, para abastecimiento o como energía. Es cierto que hace años el efecto mediambiental no tenía tanto peso como ahora.
Mejoras para los peces
Otra línea de actuación, según apuntan desde la CHD, de “mejora de la continuidad longitudinal es la de dotar a las infraestructuras de dispositivos que permitan al menos el paso de una parte de los peces, tanto en ascenso como en descenso”. La normativa estatal aplicable obliga desde los años 40 del siglo XX a que las presas tengan escalas, pero su grado de aplicación ha sido mínimo.
En los últimos años, la CHD ha llevado a cabo un programa con una triple vertiente. Primero, “saber qué funciona o qué no funciona”, segundo “obligar a los concesionarios a que dispongan de pasos para peces” y tercero, “realizar proyectos demostrativos aplicando y ensayando diferentes modelos”. Uno de los más llamativos por sus dimensiones, es el dispositivo de paso para peces que se ha construido en la presa de Santa Lucía, en la Garganta de El Endrinal, en Ávila.
Se trata de un dispositivo mixto con unas dimensiones de 1.400 m de longitud y un desnivel de 29 m. Las pruebas realizadas hasta la fecha confirman que funciona y, lo más importante, demuestran la posibilidad técnico-económica de salvar la elevada altura y el coste, 200.000 euros en el marco de financiación del Programa PIMA- Adapta. “Este proyecto abre la puerta a que la mayoría de las grandes presas puedan disponer de este tipo de dispositivos que contribuyan a mitigar parte de los efectos ecológicos negativos que producen”, afirman desde la CHD.
En paralelo, “con las actuaciones de mejora de la continuidad longitudinal,” el organismo comenzó con su programa de recuperación de la conectividad lateral. Hasta la fecha se han eliminado más de 100.000 metros de motas, retranqueado 10.000 metros y recuperado 16.000 m de cauces perdidos por procesos de canalización. La culminación de este tipo de actuaciones fue el Proyecto de mejora ecológica del río Órbigo (tramo I), que fue finalista en el EuropeanRiverprizede 2013
En las últimas eliminaciones de motas se está devolviendo al río el material extraído, para compensar fenómenos de incisión, es decir de erosión vertical, introduciendo los sedimentos como parte integrante del caudal natural.
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