Nunca antes una llamada telefónica había cambiado tanto sus vidas. Sonó el teléfono y un mensaje les caló para siempre: “Habéis sido seleccionados por la Agencia Espacial Europea”. España, 30 años después, puede lucir con orgullo su bandera en el espacio gracias a Sara García y Pablo Álvarez, dos leoneses que se han hecho un hueco en este mundo tan complejo.
En las últimas semanas sus caras son unas de las más vistas y es que sus nombres ya son historia para siempre. Pablo y Sara han sido los elegidos entre una suma de 22.523 aspirantes. Él se convertirá en uno de los cinco titulares y ella será suplente en la nómina de astronautas de la ESA. Lo primero que hicieron al enterarse de la noticia fue avisarse mutuamente. “Era un sentimiento con el que podíamos empatizar. Nadie nos iba a entender mejor que nosotros mismos”, afirman ambos astronautas. Una larga conversación con la que divagaron, soñaron, se ilusionaron y entendieron que “ahí cambiaba todo, una vez que saliéramos de esa burbuja”.
Pablo estudió el Grado de Ingeniería Aeronáutica en la Universidad de León y, posteriormente, realizó un máster en Ingeniería Aeroespacial en Varsovia. Su vinculación con este mundo viene de lejos dado que entre 2017 y 2020 ha estado trabajando como arquitecto mecánico en el programa ExoMars Rover de la Agencia Espacial Europea, un proyecto que anunciaron que saldría adelante el mismo día que le comunicaron que sería astronauta. Para él era un “sueño de niño” pero nunca lo había visto como una “opción realista” hasta que decidió intentarlo.
Su candidatura fue especial. Preparó en marzo de 2020 la carta de motivación y el currículum, pero le faltaba la foto. Una imagen que le tuvo que tomar su madre y con la que “se enteró de que me iba a presentar”. Entre bromas, Pablo asegura que ya no le quería hacer la foto porque “se asustó”.
El caso de Sara quizá es un poco más peculiar. Ella ha estudiado el grado y el máster de Biotecnología en la Universidad de León. Su vida siempre ha estado vinculada a la investigación, concretamente, a la relacionada con el cáncer. En sus declaraciones asegura que “casi todo el mundo me ha señalado” debido a este cambio tan grande en su vida. Mucha gente le pregunta que desde cuándo le interesa el espacio, y ella responde tajante: “Desde siempre. Desde que era niña, pero lo veía algo poco realista y lo dejé apartado”. La leonesa sí que ha sabido ver la relación entre estos dos mundos: “Implica tecnología, descubrimiento, avanzar, trabajar en ambientes multiculturales, explorar”.
Los astronautas leoneses siguen en una burbuja, adaptándose a “la vida mediática”. Respiran aliviados sabiendo que han conseguido llegar a la meta y han logrado un sueño. “Muchas candidaturas, posibilidades muy bajas y saber manejar las expectativas”, son algunos de los puntos con los que han convivido durante innumerables meses. Sin embargo, han logrado pasar todos los filtros y alzarse con la victoria: ser astronauta. Sara aún no es “del todo consciente” y Pablo empezó a serlo cuando “me tomaron medidas para ver si entraba o no en el cohete, ya que no puedes medir más de 1,90”.
El proceso de preparación ha sido arduo y difícil. Uno de los temas más importantes ha sido el psicológico, Sara afirma que el aspecto mental “es en lo que más han insistido” y lo que más “han evaluado”. Un tema que han tratado a través de “diferentes ángulos o posiciones”. Unas pruebas con las que querían saber si podías ser “un buen miembro de equipo o si eras capaz de mantener la calma en situaciones muy complicadas”. Unas afirmaciones con las que su compañero Pablo coinciden.
Sara es la primera mujer española en ser seleccionada. Un acontecimiento histórico que le enorgullece especialmente. En España se presentaron 1.341 candidatos de los cuales solo 298 eran mujeres. Ante la pregunta: “¿Crees que hay más barreras por el hecho de ser mujer?”, ella responde: “Probablemente por tradición, sí. Las astronautas siempre han sido una minoría, hay más barreras, pero quizá nos las imponemos nosotras mismas por la falta de referencias y por el miedo. La ESA ha hecho una gran labor animando a todas y demostrando que no hay diferencias entre nosotras”. Sin embargo, considera que en España se debería hacer “más campaña” que haya “más referentes”.
Además de referencias, otra de las cosas que se necesita es inversión. Pablo matiza que si comparamos la inversión de Europa con la de EE. UU. en el espacio “nos quedamos muy atrás” porque “invertirnos muy poco”. Esto juega en nuestra contra ya que ese dinero que se va invirtiendo “revierte positivamente” en la vida de las personas. El leonés ponía como ejemplo que “usamos el GPS para llegar a los sitios” o el teléfono móvil, que va “mediante un satélite”, para comunicarnos y que “toda la inversión que hacemos en Europa nos cuesta lo mismo que un café de Starbucks al año” por persona. Es decir, que el dinero que se destina es una cantidad ínfima, por este motivo, aclaraba que "podríamos ir un pasito más allá".
Una vez que han conseguido entrar, toca poner los ‘pies en la Tierra’ y comenzar poco a poco con este nuevo mundo. Pablo arrancará con los entrenamientos el 1 de abril y están divididos en dos fases: un primer "entrenamiento básico" y un segundo "más intenso en otros países". La primera misión será internacional y el primer vuelo "no será antes de 2026". Pese a ello, pisar la Luna es el sueño de cualquier astronauta y lo primero en lo que piensa todo el mundo cuando escucha el nombre de esta profesión. Con la Agencia Espacial Europea habrá tres asientos para poder ir, una posibilidad que ve como “real pero lejana y complicada”, aunque no tiene dudas de que sería “un sueño”.
Marte sí que se escapa más de sus pensamientos dado que “falta toda la tecnología que vamos a desarrollar en la Luna” y asegura que no solo es marcharse sino “tener conocimiento sobre cómo van a reaccionar nuestros cuerpos a la radiación y a una misión tan larga”. Ir y volver es una cuestión de “años” y hay que tener “muchos factores” en cuenta, por ejemplo, “la comunicación o alimentación”.
El miedo no es una palabra que esté en el vocabulario de Sara cuando piensa en ir al espacio. Lo único que siente es “respeto” pero le parece “tan emocionante” que “compensa con creces”. Pablo muestra su lado más humano y, con una sonrisa, confiesa que él sí que tiene “un poco de miedo”. Un miedo que no lo califica como “bloqueo” sino como una sensación que le permitirá “sacar toda la adrenalina”.
El astronauta leonés cree que el siguiente paso es claro, ya que la órbita baja terrestre está “muy explorada”. Considera que ha llegado el momento de tener una estación espacial “de verdad” y que orbite “al menos otro cuerpo celeste”. Asimismo, garantiza que “todos los humanos tenemos en los genes el explorar, salir de donde estamos, hay que cambiar los limites de la ciencia y la tecnología”. Y justamente, esa será su función.
Un “buen momento” para ser astronauta
Pablo cree que es un “buen momento” para ser astronauta. “Existe una nueva carrera espacial, tenemos a los actores comerciales en EE. UU. metiéndose y a China también, es un entorno muy cambiante. Un momento muy bueno para ser astronauta porque van a surgir muchas oportunidades”, asegura Álvarez.
España tiene “una potencia emergente” en el sector espacial y en los últimos tiempos ha ido “incrementando” su aportación en la ESA. Por ello, ambos puntualizan que el país va por el “camino correcto”.
La sede de la Agencia Espacial Española en Sevilla
Los dos son leoneses, y su ciudad natal era una de las candidatas para convertirse en sede de la Agencia Espacial Española, pero no ha podido ser. “La tierra tira emocionalmente”, afirman los dos, pero lo "positivo" es que esté “en cualquier punto de España”.
Lo más importante para ellos es poder tener “una única voz para ir a la Agencia Espacial Europea y que cuente con sinergias entre las áreas de la agencia espacial”. Asimismo, también han matizado que es vital crear un programa espacial que “tenga sentido y ayude a que se desarrolle la ciencia española”.