Samantha Hudson saltó a la fama con tan solo 15 años por un trabajo de clase que se convirtió en una polémica nacional y que llegó a ser rechazado por diversas organizaciones religiosas y varios grupos políticos. Sin embargo, a base de mucho esfuerzo, siendo siempre fiel a sus ideas e ignorando por completo todas las críticas recibidas, a sus 24 años, la leonesa ha logrado convertirse en toda una artista que juega con los paradigmas del género, el sexo y la libertad de expresión y que arrasa allá por dónde va.
Hoy, es considerada una cantante y actriz de gran éxito, que también centra sus esfuerzos en la firme defensa del colectivo LGBT. Es dueña y señora de más de 16 canciones reivindicativas y de su propia película documental, 'Samantha Hudson, una historia de fe, sexo y electroqueer'; también acumula imponentes galardones y reconocimientos como el MTV EMA en la categoría Mejor Artista Española, y ha llegado a participar en algunas de las series y programas españoles más vistos, tales como 'Veneno', 'MasterChef Celebrity' o 'Sálvame Mediafest'.
De todo esto y mucho más, Samantha, quien se define a sí misma como "una persona no binaria", ha querido hablar en una sincera y extensa entrevista con EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León, coincidiendo con un momento "muy feliz" de su vida, en el que está absolutamente centrada en la promoción de su último trabajo, Aove Black Label, un disco con repertorio ravero y de música electrónica, en el que la artista se trasforma abandonando su estética anterior. Esto ha sido lo que nos ha contado:
Pregunta: Eres de León, ¿qué significa esta ciudad para ti?
Respuesta: Lo definiría como nostalgia. Es un sentimiento como muy agridulce porque por un lado tengo unos recuerdos de infancia muy tiernos y por otro, tengo la sensación de que vinculo León a unas experiencias que ya no voy a volver a vivir. Para mí es un poco el escenario de unión con la familia que no puedo ver todos los años.
P: ¿Quién es Samantha Hudson?
R: Soy un artista total. Samantha es un apelativo que he utilizado para denominar mi identidad de género y a pesar de haber sido muy transformista y confiar en la personalidad también es un papel, que la vida es un teatro y que nuestra personalidad es un guion sujeto a cambios, siempre he dicho que para mí no hay esa dicotomía y que no existe una escisión entre Iván y Samantha, simplemente una evolución y un nombre del que nunca he renegado, pero con el que ya no me identifico y por eso ya no lo utilizo en mi día a día.
A veces pienso que no se toma nada en serio todo lo que soy, y puede que yo sea un personaje, pero creo que también todo el mundo lo es. Samantha es lo que ve la gente y la diferencia conmigo de muchas personas que se atreven a tacharme de fantoche o pantomima, o a decir que lo que hago es algo inventado, es que esa personalidad, que es un guion, la he escrito yo misma, mientras que otras personas deciden interpretar el papel que han escrito para ellas.
P: ¿Cuál es tu identidad género?
R: Yo diría que soy una persona no binaria. Me aburre muchísimo la dicotomía hombre o mujer, y de establecerme en un punto diría que vivo crucificada entre lo zen y lo fatal.
P: Te diste a conocer hace ocho años por un trabajo de clase, ¿cómo surgió ese trabajo?
R: A mí me piden que realice un videoclip de temática libre para la asignatura de cultura audiovisual y yo decido escribir, componer y producir una canción protesta denunciando los abusos en la iglesia católica como institución, en contra de los derechos LGBT, y también, aunque mucha gente no lo supo ver, para conciliar dos mundos o universos aparentemente opuestos, pero que en ese momento para mí podían coexistir.
En realidad, ‘Soy maricón’, que así se llamaba la canción del videoclip que me catapultó a la fama, intentaba encontrar un punto común uniendo elementos de la cristiandad y el universo homosexual con un lenguaje muy irreverente y muy sarcástico, que me costó la excomulgación por parte de la iglesia católica, además de una campaña de cancelación promovida por el obispo de Palma y apoyada por PP, Hazte Oír, que es el actual Vox, Ciudadanos, El defensor del menor, los abogados cristianos y un sinfín de medios convencionales y generalistas, que se hicieron eco de la noticia arremetiendo contra servidora, que en aquel momento tenía 15 años.
P: Pero, en momento de tu vida, sentiste cierta devoción por la iglesia católica. ¿En qué momento se rompe?
R: Cuando descubrí el sexo anal. Supongo que me aferraba a Jesucristo porque era la única alternativa que tenía para hacerle frente a un universo lleno de tropelías que me violentaban cada día. Yo era un maricón gordo en la escuela, al que todo el mundo rechazaba y se reía de él, así que recurrí a la religiosidad para buscar auxilio y luego me di cuenta de que en realidad yo era mi propia religión, yo podía socorrerme a mí misma y tenía las respuestas que necesitaba, simplemente me hacía falta un entorno que me apoyase, encontrar unas amigas que me respaldasen y resolver algunas cuestiones conmigo misma. De esa manera pude hacerle frente a esas tropelías, pero sí, la verdad es que cuando descubría a Madona y el sexo anal, dije: ‘Adiós Jesús’.
P: ¿Te esperabas la acogida y la repercusión que tuvo? ¿Cómo te enfrentaste a la situación?
R: Yo no me esperaba ninguna repercusión, era un adolescente de 15 años que hacía un videoclip, que te puede gustar más menos, pero que al fin y al cabo es inocente, además de bastante inteligente. Yo pensaba que se iba a hacer eco entre las cuatro paredes que conformaban mi aula y ya está. Me lo podrían haber hecho pasar muy mal. Yo he tenido muy claro siempre quién no quería ser, qué es lo que estaba haciendo y por qué lo estaba haciendo y yo supe desde el primer momento que no había hecho nada malo y que tenía la razón.
Lo que no fue normal es que arremetieran desde todos los medios contra un adolescente de 15 años y que la iglesia católica se tomara tan en serio un videoclip para clase. Al final creo que la gente se olvidó de dónde estaba poniendo el foco y se dejó llevar por la demagogia y por esa palabra que yo creo debería estar más que desfasada por aquel entonces, pero que siguieron usando, que es blasfemia.
Entonces no sé, fue un escándalo y un acto muy surrealista que me podía haber costado bastante, si tienes en cuenta que salí en todos los periódicos durante semanas, que me intentaron expedientar, que recogieron 27.000 firmas, que la gente se metía conmigo en las redes sociales y que yo tenía 15 años y estaba en el instituto. Sin embargo, pensé: ‘una campaña de marketing totalmente gratis’, y hasta día de hoy, que acabo de sacar un EP, estoy de gira y más contenta que nunca. He ganado un EMA, así que yo creo que no le ha ido tan mal al anticristo.
P: ¿Siempre te has sentido apoyada por tu familia?
R: He sentido que me concedían espacio para desarrollarme y crecer de la manera que yo encontrara más conveniente y que nunca me han dejado de lado. Si he necesitado rescate, ellos estaban ahí y creo que ese es todo el apoyo que necesitaba y que ellos eran capaces de proporcionarme, porque también comprendo que había situaciones que se escapaban de su control y que quizá no sabían muy bien cómo gestionar. Pero me he sentido muy querida y me sigo sintiendo muy querida, me siento muy privilegiada de tener una familia tan cercana y tan próxima, aunque a priori no entienda del todo mi propuesta artística.
P: ¿Cómo surgió el nombre de Samanta Hundson?
R: Comiéndome un kebab. Se me ocurrió que es una mezcla entre Samantha Jones, de Sexo en Nueva York, y el río Hudson, que es dónde aterrizó un avión de manera forzosa y con cero víctimas. Creo que es chula esa analogía.
P: Te consideran una pionera de la mejora de la inclusión social del colectivo LGTBIQ+ en España, ¿qué supone esto para ti?
R: Estoy agradecida. Yo no creo que esté haciendo nada del otro mundo, simplemente se ha dado la circunstancia de que me otorgan espacios y yo he decidido aprovecharlos para hablar de cosas que considero importantes. Mi discurso forma parte de una generación que está muy cansada y que ha decidido ponerle nombre a ciertas violencias que habíamos normalizado, hablar de temas controvertidos de los que nadie se había atrevido a hablar hasta el momento y que han vuelto a dar visibilidad a problemáticas y conflictos que ya estaban sobre la palestra en los años 70.
P: En los últimos años has cobrado mucha popularidad, pero también sigues recibiendo muchas críticas, ¿cómo llevas esa doble cara de la fama?
R: Las críticas me chupan el coño, es que al final desde antes de que supiese si era una chica o un chico, si me gustan las mujeres o los hombres, ya me estaban señalando, persiguiendo, dándome patadas, escupiéndome… Se han metido toda la vida conmigo y me han hecho pasar verdaderas torturas e infiernos solo porque yo era un maricón gordo, y nadie hacía nada, entonces creo que el instituto y el colegio, y también mis veranos en el pueblo, me sirvieron de simulacro para prepararme para mi día a día. Recibo muchísimo amor que viene desde una empatía sincera, pero por desgracia también tengo que lidiar con mucho idiota.
Creo que muchos discursos de odio que estamos viviendo tienen que ver con la maldad. La gente es mala y odia genuinamente a una persona por ser negra, gay o trans, quieren borrarnos de la humanidad porque somos una perversión y les gustaría verdaderamente que no existiéramos, porque confían en que su modo de vivir es el correcto y en que lo suyo es lo natural y lo orgánico. Nos consideran una aberración y un despojo biológico tan grande, que es que simplemente es un odio visceral que viene de las entrañas.
P: ¿Cómo definirías a la sociedad actual? ¿Te sientes más integrada?
R: Yo creo que la sociedad actual es muy convulsa. La gente que tenía un pie dentro de esta nueva ola, de pensamiento progresista, sí se está formando cada vez más y tiene un interés genuino, pero por otro lado hay otro lado de la sociedad que se ha polarizado mucho, que recurre a los discursos de odio y a la ultraderecha para saciar una sed, no sé si de venganza, o de miedo, o porque les han dicho que el enemigo son las feminazis y las travestis, y quieren pararle los pies a ese lobby gay que va a dominar a sus hijos.
Que Vox esté en el Congreso de los Diputados y que la democracia y las instituciones estén respaldando partidos que son fascistas, a mí me parece un ultraje. Yo no me siento incluida, me siento tolerada, al menos en los circuitos en los que participo.
P: ¿Qué le dirías a esos adolescentes que están viviendo lo mismo que viviste tú?
R: Que si no quieren lanzarse a la piscina, que no lo hagan. Al final, no creo que sea más valiente una persona que se enfrente a esos conflictos y a esas violencias, o que les plante cara a esos abusones y se muestre auténtica las 24 horas del día. Me parece que también requiere mucha valentía vivir escondida, aguantar un entorno hostil, una familia que no te acepta, una situación académica que te repudia y negar tu identidad y ser una persona con la que no te identificas las 24 horas. Que cada una que siga su curso y que no se juzgue con demasiada contundencia.
P: Actriz, cantante, artista y activista, una persona polifacética en toda regla, ¿con qué género te sientes más cómoda?
R: Disfruto mucho haciendo música, pero sobre todo disfruto la puesta en escena. Lo siento como una experiencia catártica y verdaderamente creo que mi sitio está en un escenario y que podría funcionar en cualquier formato.
Me encantaría aprender percusión y me gustaría mucho ser guionista de un programa o una película. Los horizontes son infinitos para una rubia tan ambiciosa como yo.
P: ¿En qué estás trabajando actualmente?
R: Acabamos de sacar un EP que se llama Aove Black Label y llevamos ya diez fechas con varios sold out. Es un álbum de música electrónica, un homenaje a la contracultura del club que surgió y se desarrolló en los años 90, a la escena del parking, el polígono, la ruta del bakalao… Un álbum para divertirte y mover el esqueleto y dejar que el espíritu de los BPM te inunde el corazón y provoque que tus apéndices se muevan sin control. El espectáculo es una misa, algunas personas lo podrían categorizar incluso de culto satánico.
P: ¿Tienes algún otro proyecto a la vista?
R: De momento eso, centrarme en este álbum, que lo tengo que estirar y dar de sí, hacer muchos conciertos y adoctrinar a la humanidad, ya que soy la capitana suprema del lobby LGBT, es mi labor lavarle el cerebro a todo el planeta.
Es que estoy feliz y encantada. Soy quien soy, no gracias a lo que he sufrido, sino a pesar de lo que he sufrido y ese un mérito que me corresponde a mí y a nadie más. Estoy harta ya de eso de que el bullying me hizo más fuerte, la que se hizo más fuerte fui yo.