Todas las bodas son muy especiales, sobre todo para los protagonistas del enlace. Sin embargo, hay algunas que parecen sacadas de una película. Seguro que, cuando alguien piensa en su boda ideal, se imagina cientos de cosas, pero algunas se asemejan tanto a un sueño que no parece que sean reales.
Son pocos los que se arriesgan a casarse en invierno, generalmente por el tiempo o el frío que pueda hacer. En especial si nos referimos a ciudades castellanas y leonesas donde estos factores influyen en gran medida. A muchos les echa para atrás la lluvia y otros, valientes, deciden arriesgar. Para estos últimos, a veces, la vida tiene preparada una sorpresa muy especial. Y es que como suele decir el refranero español: "Novia mojada, novia afortunada".
Es el caso de Ana y Miguel, quienes se han casado en Valladolid, y han logrado que este día sea mágico y parezca una postal de ensueño. Tal es así que hasta Vogue se ha adentrado en el enlace y ha relatado lo ocurrido. La celebración era el primer fin de semana de marzo y seguro que ninguno se imaginaba que estarían en mitad de un temporal. Puede que cuando lo supieran, entraran en crisis pensando en cómo saldría todo, pero el resultado ha sido un sueño hecho realidad y una boda cargada de romanticismo.
[Un enlace de invierno donde la nieve consiguió una postal de ensueño]
La nieve les invadió y ellos se dejaron llevar por el gran y feliz momento que estaban viviendo. "Si tuviera que elegir un momento único, diría el instante en el que empezó a nevar. Todos los invitados sabían que era especial para nosotros. Nos quedamos las caras de felicidad e incredulidad de todos ellos y lo divertido que fue salir bajo la nieve", recuerda la pareja en declaraciones a Vogue.
El lugar fue uno de los más bonitos de la provincia: el Monasterio de Santa María de Valbuena. Y la decoración tenía un guiño propio dado que ella es fundadora de Appétit, un taller de cerámica con sede en Madrid, Sevilla y Valladolid. Por este motivo, fue la propia protagonista de la historia quien se encargó de diseñar varios modelos de jarrones que se encargarían de adornar las mesas. Unos detalles en los que fundieron ambos estilos; el "sobrio y moderno" del novio con el "rústico y romántico" de la novia.
La confección de su vestido fue a manos de Larriba Atelier. Un diseño clásico, con movimiento y detalles metalizados. Aunque, sin duda, el protagonismo fue para la estola de pelo que Ana lució en la ceremonia. Una pieza que pertenecía a su abuela y cuyo look completó con dos anillos de diamantes, una pulsera de topacios y unos pendientes en clave minimal.
Un enlace que, más allá de lo que supone, quedará grabado en la mente de Ana, Miguel y todos los asistentes por el gran momento que se pudo vivir y la belleza que la nieve regaló a las fotografías más especiales de sus vidas.