La pucelana que triunfa en la nueva serie de los creadores de 'La que se avecina': "La fama de mis padres no me ha asegurado éxitos"
Lucía Quintana debutó en la interpretación con tan solo 11 años y desde entonces ha participado en conocidas series y películas, así como en más de 40 obras de teatro
7 abril, 2024 07:00Los hermanos Caballero, Laura y Alberto, creadores de míticas series como 'La que se avecina', han vuelto a sorprender con un nuevo lanzamiento televisivo que está triunfando en Movistar + desde el pasado jueves 4 de abril. Se trata de 'Muertos SL', una divertida comedia que narra los entresijos de una funeraria familiar.
La nueva producción audiovisual de Alberto Caballero, Daniel Deorador, Julián Sastre y Nando Abad, dirigida por Alberto y Laura Caballero, Daniel, Araceli Álvarez de Sotomayor y Alberto Monge, está protagonizada por un elenco de excepción, integrado por algunos de los intérpretes más destacados del panorama nacional. Carlos Areces, Ascen López, Salva Reina, Aitziber Garmendia, Adriana Torrebejano, Amaia Salamanca, Diego Martín, Roque Ruiz, Manolo Cal y Bárbara Santa-Cruz son algunos de ellos. Si bien, cabe destacar que esta nueva comedia que ya está en boca de todo el mundo, también cuenta con la participación de una famosa actriz castellana y leonesa, que ha concedido una sincera entrevista a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León. Hablamos de Lucía Quintana.
Hija del actor y director teatral Juan Antonio Quintana y la pintora, escultora y escenógrafa Mery Maroto, Lucía nació en Valladolid, en el seno de una familia dedicada al teatro. A lo largo de su infancia y adolescencia, sus padres tuvieron diferentes compañías teatrales en la ciudad del Pisuerga, lo que premitió que la pucelana se criase en los teatros vallisoletanos. De hecho, ella los considera "mis otras casitas donde yo he crecido".
En auditorios como el Zorrilla, el Calderón o incluso el Lope de Vega, la actriz ha tenido la gran suerte de "aprender el oficio" de la mano de sus padres, pero también de otros grandes artistas que trabajaban con ellos y con los que una joven Lucía trataba de aprender interpretación, observándoles desde las cajas del escenario. "Yo digo que he sido Lucía en el país de las maravillas, porque realmente a mí siempre me ha fascinado observar desde el teatro lo que hacían los actores y las actrices, así como su manera de contar historias", ha señalado.
Todo esto, sumado a que "en mi casa se veía cine prácticamente todos los días y mis padres siempre se preocuparon por inculcarme esta cultura y ese amor por el cine", hizo que, desde bien pequeña, Lucía tuviese muy claro que su gran vocación profesional no era otra que ser actriz. Un trabajo del que lo que más le gusta es poderse meter en la piel de otras personas, "contar buenas historias y así hacer reflexionar a la gente, aportándoles otras visiones del mundo"; pero del que también destaca sus contras.
"Es una carrera de fondo y un oficio de carácter intermitente que hay que saber llevar y en el que también hay que aprender a lidiar con los 'nos'. La gente joven se cree que ser actor es simplemente llegar a hacer 8.000 series y tener éxito, y el oficio es mucho más complicado que todo eso. Para dedicarse a esto hay que tener la autoestima muy firme y la cabeza y el corazón muy fríos, y hay que dejarse el alma para contar las historias", ha admitido.
Debutó en la interpretación con tan solo 11 años y en Estados Unidos de la mano de su padre. Sin embargo, debido a su corta edad, tuvo que parar para poder ir al colegio. A los 16 años, la actriz quiso volver a retomar su carrera interpretativa. Si bien, contra todo pronóstico, conscientes de la inestabilidad y las dificultades de la profesión, sus padres no permitieron que esto ocurriese hasta estar bien seguros de que realmente valía para ello. "Mi propio padre me dijo que tenía que estudiar otra carrera antes de irme a Madrid a probar suerte, porque no sabía si tenía suficiente talento. Entonces, estudié dos años de Historia del Arte en Valladolid, a la vez que estaba en el Aula de Teatro de la Universidad, que dirigía mi propio padre; y mientras él me iba dando diferentes papeles en las obras de su compañía, cada vez con más peso", ha aclarado.
Pero todo cambió con el estreno de una obra que hicieron juntos, 'Tío Vania'. Esa misma noche, al llegar a casa, Lucía se encontró sobre su cama una carta de su progenitor, en la que le decía que dejase la carrera y se fuera a estudiar a Madrid. Entonces, ya se había cerciorado de la gran valía de su hija para la interpretación. "Él sabía lo duro que es esto y que no solo vale el talento, sino que también hay que tener una resistencia y esforzarse en cada trabajo. Por eso, tardó en animarme a formarme, aunque cuando lo hizo, tanto él como mi madre seguían teniendo ese miedo de que no pudiera vivir de esto", ha revelado Lucía.
Entonces, a sus 19 años, hizo las maletas y, tras aprobar las pruebas de la Escuela de Arte Dramático, se instaló en Madrid para cumplir su sueño. Desde que ingresó en el Aula de Teatro de Valladolid no dejó de encadenar proyectos teatrales, pero su verdadero golpe de suerte llegó mientras estudiaba en la capital, pues uno de sus profesores, Ernesto Caballero, la fichó para el Teatro de la Abadía. "Estuve compaginando los estudios mientras salía al escenario del Teatro de la Abadía, con lo cual eso fue para mí una suerte increíble porque no perdí nunca el contacto con las tablas, ni aun estudiando. Entonces la formación fue muy seguida y muy completa", ha señalado.
De aquella época ya han pasado varias décadas y ahora Lucía Quintana presume orgullosa de llevar a sus espaldas una dilatada y exitosa trayectoria profesional en la que, afortunadamente, nunca ha dejado de trabajar como actriz. Pero si algo tiene claro, es que gran parte de los logros conseguidos han sido fruto de su esfuerzo y su trabajo, ya que considera que "la fama de mis padres no me ha asegurado éxitos, sino que yo también he tenido que demostrar y la responsabilidad de transmitir y cuidar el oficio".
"No creo que lo de mis padres haya sido un factor para asegurarme éxito o permanencia, no creo que sea garantía de nada, aunque si es una suerte lo que he podido vivir con ellos y la oportunidad que he tenido de conocer este oficio y formarme en él. Aun así, no puedo negar que estoy muy agradecida porque siempre he visto que mi trabajo ha gustado, aunque yo, como el resto de mis compañeros, también he recibido muchos 'nos' y he tenido que encajarlos", ha admitido.
A lo largo de todos estos años, Lucía ha participado en varias producciones cinematográficas, como 'Todas las mujeres'; y en conocidas series de televisión como 'Cuéntame cómo pasó', 'Policías', 'Maitena: estados alterados', 'Living Lavapiés', 'Vis a vis', 'Servir y proteger', 'Matadero' o 'La que se avecina', pese a que el teatro sea el género que más ha trabajado. Tanto es así, que ha realizado más de 40 montajes teatrales.
En el ámbito teatral ha tenido "una continuidad maravillosa que se ha dado así porque también la he buscado". Sin embargo, asegura que no podría elegir entre teatro, cine y televisión, ya que ella también disfruta y aprende "muchísimo" cuando trabaja el formato audiovisual.
"En el teatro encuentro algo muy familiar porque lo he mamado, porque conozco esa vida desde pequeña y porque me he criado en los teatros, entonces ahí hay algo que te engancha, pero yo disfruto mucho en cualquier medio", ha explicado.
Además, Lucía es incapaz de decir cuál ha sido su proyecto más especial hasta la fecha, ya que recuerda con gran cariño diferentes obras de teatro como 'Las bicicletas son para el verano', 'En la luna', 'Ser o no ser' y 'La reina de la belleza de Leenane', que acaba de estrenar, "porque marcan una serie de épocas"; así como series de la talla de 'Matadero', "que para mí fue muy gozosa de hacer".
"Hay muchos proyectos a los que tengo especial cariño por lo que ha pasado en mi vida en ese momento o por lo que ha supuesto, entonces no podría decir solo uno, es imposible", ha afirmado.
Si bien, sí hay uno que destaca por encima del resto por el significado tan importante que tiene para ella. Es el libro 'El teatro de los Quintana Maroto. Una historia de amor', que editó el año pasado con la ayuda del Ayuntamiento, la Diputación y la Universidad de Valladolid, así como con la de la Junta de Castilla y León, y en el que cuenta la historia del trabajo de sus padres en el teatro vallisoletano.
Sea como fuere, lo que está claro es que ahora parte de la atención de Lucía Quintana se sitúa en 'Muertos S.L', una serie que define como "estupenda y muy coral", fruto del trabajo de "los reyes de la comedia", en la que interpreta el papel de Milagros, una de las hijas de la dueña de la funeraria.
En este sentido, la célebre actriz asegura que actualmente las cosas le van "bastante bien" a nivel profesional, teniendo en cuenta que ha podido afrontar todos los proyectos que han llegado a sus manos. Y también en su vida personal, pues esta la vive de una manera "muy tranquila" y alejada de la fama. "Siempre he sentido muchísimo respeto por mi vida personal y no me siento para nada avasallada. Quizá eso te lo da el teatro, porque la popularidad en ese ámbito se respeta mucho. Yo no he vivido en mis carnes nada desagradable", ha revelado.
Lucía comparte su vida con el actor Markos Marín, con quien también ha llegado a compartir escenario, y dedica sus días, además de a su trabajo y a su pareja, a sus dos hijos, con los que le encanta viajar a Valladolid, más allá de para reencontrarse con los familiares y amigos que todavía conserva en la ciudad, para "pasearla yendo al Campo Grande, que es uno de mis parques favoritos del mundo; recorriendo las calles del centro, que me traen muchísimos recuerdos; pasando por delante de los teatros y visitando la Iglesia de la Antigua, porque es mi favorita". Además, a la actriz le gusta culminar este tipo de planes con "unos buenos riberas y unos buenos pinchos" en una perfecta compañía, como lo son sus hijos.
Y es que, uno de ellos es fruto de su relación con el director y dramaturgo Alfredo Sanzol, con el que compartió 15 años de "trabajo y vida". "Cuando acabamos la Escuela de Arte Dramático, tuvimos una compañía de teatro con varios compañeros. Se llamaba Producciones del Callao e hicimos diferentes textos de Alfredo. Le admiro muchísimo, es un autor increíble y ojalá que volvamos a trabajar juntos", ha dicho sobre él.
Llegados a este punto, Lucía solo sueña con una cosa, y es la de poder seguir dedicándose a esta profesión "que amo por encima de muchas cosas", contado historias "hasta muy viejecita". Una aspiración personal y profesional con la que busca seguir los pasos de su progenitor, el querido, admirado y eterno Juan Antonio Quintana.