Guía para entender las cifras del coronavirus
Desde el inicio de la pandemia del coronavirus los responsables sanitarios, a nivel estatal y autonómico, han ido aportando cifras demoledoras que encogían el corazón. Cifras que no son números porque, en muchas ocasiones, se estaba hablando de pérdidas de vidas. Sin embargo, ahora que se acerca la desescalada, en base precisamente a estas cifras, se hace esencial de verdad entender qué es qué.
Siempre han contado, día a día, el número de contagios, fallecidos y altas que se iban dando. Cifras que, como también se ha comentado, no eran ‘reales’. Esto es, en esos tres enunciados siempre han faltado datos oficiales por la falta de test, especialmente al inicio, cuando la lista era interminable.
No en vano, el informe Momo del Instituto Carlos III contabiliza 30.000 muertes más de lo que suele ser habitual desde el 15 de marzo hasta la actualidad mientras que las cifras oficiales de coronavirus hablan de 24.000 fallecidos. Son 6.000 de diferencia que, sin miedo a equivocación, se pueden atribuir también al coronavirus. Del ‘exceso’ de 30.000 muertes, además, 25.000 se corresponden a mayores de 74 años.
En Castilla y León, el exceso de fallecidos sobre los esperados es de casi 3.500, mientras que solo 1.770 son los confirmados por coronavirus. La propia Junta, eso sí, confirma otros 1.000 fallecidos con síntomas de coronavirus en residencias a los que no les llegó el test. Además, del exceso de 3.500, 3.000 vuelven a ser mayores de 74 años.
Sin embargo, al día que se escriben estas líneas, la mortalidad diaria y la oficial ofrecida por coronavirus tampoco cuadra, pero por lo contrario de lo visto hasta ahora. Ese exceso diario es menos del que se podía esperar. Es decir, si lo esperado son 1.000 fallecidos diarios, se registran cerca de 1.100, aunque las estadísticas oficiales hablan de una media superior a los 200 muertos por coronavirus. Ello indica que el número de fallecidos con coronavirus puede ser mayor, aunque a buen seguro en alguno de estos casos no haya sido la causa principal de la muerte.
Contagios y pruebas PCR y de anticuerpos
Evidentemente, la falta de test, que ha incidido en la mortalidad, lo ha hecho aún más en los contagios. A fin de cuentas, la principal premisa al comienzo de la crisis fue hacer pruebas a las personas con mayor riesgo de complicaciones y a los más expuestos, como sanitarios. Más allá de que muchos sanitarios tampoco tuvieron acceso a esta prueba, esto indica que la gran mayoría de contagiados no eran testados, lo que provocaría, a buen seguro, un descenso en la tasa de letalidad, aquella que marca el porcentaje de fallecidos según los contagiados, a lo que se irá luego.
A lo anterior hay que sumar personas infectadas asintomáticas, las más peligrosas de cara a la propagación del mismo. De ahí la recomendación de llevar mascarilla porque, para estas personas sin síntomas, del que se desconoce el porcentaje, supone una ayuda probada para evitar contagios masivos. Para localizar a estas personas y a los que no se ha llegado, se ha encargado un estudio serológico que ha comenzado esta semana. En un tiempo, todavía amplio, este cifrará el porcentaje de asintomáticos y las personas que ya han pasado el virus.
Sin embargo, mientras llegan estas cifras, el Gobierno de España sorprendió con un cambio de paradigma en la contabilización. Hasta la semana pasada se contaron todos los test que se realizaban hasta que se separaron los llamados PCR de los rápidos de anticuerpos. Ahora, de manera oficial, solo se ofrecen los primeros, lo que ha posibilitado “doblegar la curva”, que las altas sean más que los contagios de manera diaria.
Estas pruebas PCR, para que se entienda, son las que ofrecen los datos de contagiados actuales sin ninguna duda, es decir, los nuevos contagios. Se coge una muestra y se analiza para conocer si hay rastro del Covid-19, aunque en ocasiones puede haber una sospecha clínica que obligue a repetirlo.
Más allá de estos se habla de una segunda prueba, los test de anticuerpos o rápidos, que ahora se excluyen a nivel nacional, aunque en Castilla y León se ofrecen los datos conjuntos. Estos, como su nombre indica, detectan anticuerpos, que se crean una vez que se ha sido infectado, y que pueden ser IgG o IgM, según el momento en el que se encuentre la infección. Si detecta estos últimos (IgM), el paciente todavía está infectado, mientras que si detecta los primeros (IgG), es que ya no hay infección. Si en el organismo están ambos, está en la última fase de la infección. Todo lo anterior lleva a indicar que estos test pueden suponer que el virus ya haya sido pasado, por lo que se decidió excluir.
De esta manera, las cifras de Castilla y León, que en muchas ocasiones parece que no bajan, no deben asustar tanto. Las cifras positivas de PCR sí están descendiendo y se encuentran ya en la centena, un número alto. El resto, sin embargo, son test anticuerpos, en su mayoría de residencias de ancianos donde, según las cifras de la Junta de Castilla y León, hay todavía 700 personas aisladas con síntomas y 5.000 sin síntomas a pesar de que en los últimos días se haya esclarecido la situación. No en vano, en Salamanca, por ejemplo, en las dos últimas semanas, los casos de aislados con síntomas han descendido en 300 personas, al igual que aquellos sin síntomas, mientras que los infectados confirmados subieron también en cerca de 300, a un ritmo superior que anteriormente.
Tasa de letalidad
Por último, la tasa de letalidad, que como ya se explicó se refiere a los muertos según los contagiados. Así, a falta de fallecidos, pero también de contagios, los datos oficiales ofrecen diferentes letalidades por grupos de edad. Datos que, se debe repetir, serán a buen seguro más bajos en el momento de conocer la cantidad de infectados y de fallecidos por el virus.
Sin embargo, destaca que son los mayores de 90 años los que cuentan con un peor pronóstico. Pese a ello, casi cuatro de cada cinco consiguen superar la enfermedad. Lo mismo ocurre entre los 80 y 89 años. Más debajo de esta edad, la letalidad también es inferior. 13,6% para las personas entre 70 y 79 años y un 4,6% en los diez años inmediatamente inferiores. Por su parte, entre 50 y 59 años llega al 1,4%.
Por debajo de estas edades, en todos los casos la letalidad está por debajo de uno. Desde el 0,2% para los jóvenes de 20 a 29 años hasta el 0,6% para los situados entre los 40 y los 49 años, pasando por el 0,3% para los restantes grupos de edad.
Sin embargo, sí que difiere entre géneros. En todos los grupos de edad, la letalidad es superior entre los hombres pese a que, paradójicamente, las cifras oficiales ofrecen un mayor contagio entre las mujeres.