En el contexto actual con más de 200 rebrotes por coronavirus en todo el territorio nacional, en el que la mayor parte de los afectados cursa con síntomas leves o incluso asintomatología, conviene recordar que en el peor de los escenarios y si volviera a producirse una situación de expansión descontrolada del virus, el colectivo más vulnerable se encuentra entre los mayores. Buena muestra de ello son los datos que dejan las estadísticas de mortalidad y enfermedad en los centros residenciales de Castilla y León, tanto de personas mayores como de personas con dispacidad, que ofrece en abierto la Consejería de Transparencia de la Junta. Cuatro meses después de que se declarara el estado de alarma, el balance de fallecidos en los 1.214 centros de Castilla y León alcanza 1.498 con COVID confirmado y 1.105 con síntomas compatibles, en este último caso con muertes que, en la mayor parte de los casos, se produjeron en la fase aguda de la epidemia, cuando aún no había test para confirmar la causa de la muerte de los residentes ni tampoco EPIs suficientes para proteger a trabajadores y residentes y evitar el contagio masivo. De estos 1.105 fallecimientos, 1.028 se produjeron en la propia residencia, y sólo 77 en los centros hospitalarios.
En total, 2.603 vidas segadas en las residencias, de un total de una población de 42.513 internos en la CCAA. Así, del total de 6.071 fallecimientos totales en las residencias desde el inicio de la pandemia, casi el 25% fueron por COVID confirmado. Pero si tenemos en cuenta también las muertes con síntomas compatibles, el porcentaje se dispara: 42 de cada 100 muertes lo fueron por coronavirus o con síntomas compatibles.
Lo que sí es seguro es que 7.129 personas fueron diagnosticadas mediante test PCR de la enfermedad, lo que supone al menos 16 de cada 100 enfermaron por COVID-19 en estos centros. Una estadística atroz de la que resulta difícil de escapar para el colectivo más vulnerable de la sociedad: edad avanzada, enfermedades crónicas, polipatologías, complicaciones previas en algunos casos e internamiento colectivo. Un caldo de cultivo que convierte a los centros en auténticas ratoneras, y que se quiere evitar con las últimas medidas adoptadas por la Junta de Castilla y León estableciendo protocolos de actuación tanto en el aprovisionamiento previo de equipos de protección como para blindar las residencias ante contagios procedentes del exterior.
Todavía a día de hoy, permanecen aisladas con síntomas compatibles 9 personas: 3 en Zamora, 2 en Valladolid y en Palencia, 1 en León y otra en Ávila, y en aislamiento preventivo sin síntomas 302 residentes en Castilla y León: 94 en Segovia, 64 en Zamora, 34 en León, 41 en Salamanca, 22 en Burgos, 21 en Valladolid, 13 en Palencia y otros 13 en Ávila y ninguno en Soria.