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ENTREVISTA | El secretario del Comité de Expertos en Castilla y León: "En muchos casos no se están cumpliendo las normas"

3 octubre, 2020 12:06

Las normas están para cumplirlas, porque algo que está escrito "en un boletín oficial, no irradia salud"; y si no se acatan, "hay que ser ejemplares con algunas sanciones" porque "da la impresión" de que no ocurre nada por saltárselas. Es más, este "error", junto al de la"alegría de la desescalada y el triunfalismo" de junio ha llevado a que España, en general, y Castilla y León, en particular, se enfrente a cifras "muy preocupantes" de contagios por COVID-19 y, en consecuencia, de ingresos hospitalarios que no entienden ni de sexo ni de edad. 

Son palabras de Ignacio Rosell, secretario del Comité de Expertos de la Consejería de Sanidad en la lucha contra la pandemia, además de profesor de la Universidad de Valladolid y médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, que sabe, por experiencia propia, que el virus no respeta a nadie. Ahora mismo hay gente en las UCI con poco más de 30 años, sin patologías previas que ayer estaba bien, alerta en esta entrevista concedida a Ical. "Estamos acostumbrándonos a unas cifras a las que no deberíamos acostumbrarnos nunca. Son enormes y esto empieza a parecerse a la historia de la rana en la cazuela, que al calentarse el agua poco a poco no se daba cuenta de que estaba hirviendo". 

Hace cinco meses dijo que no auguraba un escenario de tranquilidad en otoño y acertó. ¿Ahora, cómo se presenta el invierno?

Si ya estaba preocupado para el otoño, no puedo ser muy optimista para el invierno. Hay alguna cifra que parece que muestra algún cierto aplanamiento de incidencia en los territorios más afectados de España, como Madrid. Pero, en general, tengo la impresión de que sigue subiendo todo, más allá de alguna posible expectativa. Sólo un ligero aplanamiento de un par de días en el sitio más afectado y con incidencias de alrededor de 700, no es ningún alivio de nada.

Por encima de los 250 casos por 100.000 habitantes, existe un alto riesgo de transmisión descontrolada. La mayoría de las capitales de provincia de Castilla y León superan este umbral, ¿la situación es preocupante?

No estoy aterrado, ni lo voy a estar, porque mi labor es seguir al pie, pero estoy muy, muy preocupado. Las cifras de incidencia son muy altas y no están en descenso. En el momento de la desescalada usábamos referencias de alrededor de 50 casos por 100.000 en dos semanas para mejorar la situación de alguna zona, y ahora estamos en mínimos de 250 y algunos 400, y por encima . Es una situación muy preocupante y nada tranquilizadora. Estamos acostumbrándonos a unas cifras a las que no deberíamos acostumbrarnos nunca. Son enormes. Esto empieza a parecerse a la historia de la rana en la cazuela, que al calentarse el agua poco a poco no de daba cuenta de que estaba hirviendo. 

¿Qué hemos hecho mal; no hemos aprendido nada de lo ocurrido en marzo?

Los sanitarios, los que están atendiendo casos y mucha parte de la población que lo ha sufrido, porque el impacto en dolor y fallecimientos es muy alto, están concienciados. Cada vez hay más gente, pero no todo el mundo lo está. Pero aparte de la concienciación de la gente, ha habido errores. En la desescalada, en la que Castilla y León fue muy prudente, a todas las comunidades autónomas se nos empujó a una desescalada más rápida de lo que tocaba, porque se abrían las fronteras el 1 de julio. También, se emitieron mensajes muy triunfalistas en aquel momento. Y eso ha podido provocar que la población se haya confiado en verano, y haya comenzado la cadena de contagios, sobre todo, en personas asintomáticas que poco a poco va llegando a gente que sí tiene problemas, a personas mayores y no tan mayores. Ahora mismo tenemos en UCI a gente poco más mayor de 30 años.

¿No estamos cumpliendo las normas o no están funcionando?

Las normas están bien hechas con idea de proteger y evitar contagios, pero en muchos casos no se están cumpliendo. Por ejemplo, en hostelería, la norma dice: en barra la mitad de la gente, y en mesa la mitad de la gente. Realmente, cuando entramos en un bar, ¿vemos alguna mesa precintada, lo estamos viendo?... Yo creo que no. ¿Y estamos viendo la mitad en la barra de un bar?, yo creo que no. Hay gente cumplidora, claro que la hay; hay gente de la hostelería muy concienciada, pero otra que no. Lo uso como ejemplo, no para estigmatizar al colectivo, para nada, sino como ejemplo de que no se están cumpliendo muchas normas de distancia, de aforos... Estamos en una pandemia y se nos olvida. Esa alegría de la desescalada y del triunfalismo, y que las normas están en los boletines oficiales, pero no tengo muy claro que estén siendo aplicadas en todos los casos, son parte de la situación en la que estamos.

En las UCI hay pacientes jóvenes de 30 años, 40 años. ¿Está cambiando el perfil del paciente COVID

En la primera ola, la capacidad de diagnóstico llegaba a los que estaban graves, ingresados y los sanitarios que siempre se los ha estudiado para que no contagiaran a los pacientes. Ahora, tenemos capacidad de ver positivos, muchos sintomáticos y jóvenes. Puede dar la impresión de que la enfermedad es ahora menos grave, pero no es así. El virus, que ataca más a las personas mayores y las hace más vulnerables, está presente en muchas edades, y a un porcentaje pequeño de la gente joven le lleva a la UCI y a la muerte a alguno.

Preocupa la situacion de las UCI con entorno a un 30 por ciento de ocupación de pacientes COVID-19. ¿A este ritmo, en dos, tres, cuatro semanas, los hospitales tendrán que comenzar a extender camas y a paralizar el resto de su actividad?

Claro que preocupan, porque, además, el paciente que ingresa en UCI no lo hace el día que se infecta, lo hace unos días o unas semanas antes. Están ingresando los que se infectaron hace un tiempo cuando las tasas eran más bajas. Con tasas más altas, es la UCI de dentro de dos semanas. Nos preocupa tanto, que en un momento dado, si sigue esta tendencia, para que no haya otros pacientes no-covid en UCI, obligaría a reducir otro tipo de actividad sanitaria y al final genera daño en otras patologías. El ingreso en UCI es el reflejo de lo que había antes, y ahora las tasas siguen creciendo... Por tanto, dentro de unas semanas, es previsible que siga creciendo el número de pacientes COVID en las unidades de críticos.

¿De lo que dice se desprende que en tres, cuatro semanas, los hospitales tendrán que comenzar a extender camas?

No sé si en tres semanas. Lo que sé es que las tasas están creciendo y el ingreso en UCI lleva un promedio de dos semanas desde la infección. Las tasas de incidencia llevan aparejado el ingreso en UCI semanas después de un porcentaje de los infectados. Entonces, claro que me preocupa porque la tendencia es creciente, salvo que estemos llegando a un cierto aplanamiento de la incidencia que, desde luego, no veo claramente. 

¿El Comité de Expertos trabaja con modelos matemáticos para predecir la evolución de esta segunda ola, qué dicen?

Se hacen previsiones en función de distintos escenarios. Teníamos un escenario más tranquilizador, por el que parecía que transitaba la curva en las primeras semanas de septiembre, pero da la impresión de que la curva se puede estar separando y llegando a escenarios un poco más preocupantes. Son previsiones, pero si Madrid ha llegado a 700, 800 casos por 100.000, y Castilla y León está en 350/400, no se descarta que sigan subiendo las tasas, y aunque haya asintomáticos, gente que pasa la enfermedad como si nada, un porcentaje de esos acaba en la UCI.

Castilla y León lleva demando criterios y umbrales comunes desde el inicio de la desescalada. Los aprobados en el Consejo Interritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) esta misma semana, ¿son suficientes?

El Comité de Expertos de Castilla y León ha pensado y trasladado varios indicadores, entre ellos los tres aprobados por Consejo Interterritorial (positividad en PCR, incidencia y ocupación en UCI). Nuestra coincidencia con estos indicadores es plena, pero planteamos más, como la ocupación en planta, la presencia de brotes en residencias sociosanitarias porque las tenemos que blindar por encima de todo, y la curva de la incidencia, ver cómo está subiendo. También se habló del indicador de las llamadas al teléfono 900, y de algo que está utilizando Francia que es la incidencia en población de más de 70 años, que es un muy buen predictor de ingresos graves y que es un grupo muy, muy preocupante. Apoyamos los tres que hay, no estamos disconformes, pero es verdad que nos gustaría que hubiera alguno más.

¿Qué efectos está teniendo la aplicación de medidas restrictivas o de confinamiento, tras los casos de Valladolid, Salamanca y localidades como Aranda, Miranda o Pedrajas, que repite y no acaba con los contagios?

En Valladolid, por ejemplo, la curva que había tenido una tendencia exponencial, disparada, hacia arriba, se logró estabilizar y llevar a una meseta. Se logró doblegar la curva, y por eso se levantaron las medidas adicionales, porque se estabilizó la tendencia creciente. Ahora mismo en Pedrajas, pese a las medidas de confinamiento, la curva no solo no se doblega, sino que está creciendo. Que algo esté escrito en un boletín oficial, no irradia salud. La salud se consigue si las medidas se cumplen. No quiero poner en duda el cumplimento de las medidas, ni señalar a Pedrajas, pero con que algo salga en el boletín oficial no basta, tiene que haber implicación de las personas, del municipio, de vigilancia, de cumplir las cuarentenas, de guardar las distancias.... 

Parece que la vuelta al colegio no está impactando en las cifras, pero hay una demanda de padres que piden la jornada continua, ¿tiene sentido, se está estudiando?

Es verdad que hay la impresión de que la jornada continua puede impactar en la reducción de los contagios, no tanto por lo que ocurre dentro, donde existe un enorme compromiso de la comunidad educativa, sino por lo que ocurre fuera, con una interacción social importante. Es esa foto que se ha hecho muy viral, con gente agolpada a la entrada, mientras los niños están separados dentro. Claro, por otra parte está que si los niños comen en el comedor y se quitan la mascarilla, hay más oportunidades, pero tampoco sabemos si del otro modo comen en su casa; si les llevan al colegio los abuelos, si al final es para que los niños queden por la tarde para ir a casa de sus amigos... Tenemos incertidumbres, pero todo lo que sea reducir oportunidades de contagio a mí me parece muy bien, pero si luego se cumplen las normas. Y como ocurre en todo con esta enfermedad, no tenemos evidencias muy claras. Me parece bien valorarlo, pero, insisto, no olvidemos que puede tener una cara b.

Vista la evolución, ¿el Comité de Expertos de Castilla y León trabaja en nuevas medidas?

El otro día tuvimos un debate sobre posibles nuevas cosas que hay que valorar, que se proponen y tienen que ser estudiadas por todas las comunidades autónomas. Pero jugamos también con nuestro ámbito de competencias. Por ejemplo, en Castilla y León no tenemos nada claro que los parques al aire y con aforo sean un peligro, más si los niños no van y se juntan en casas. Otro ejemplo; estamos asumiendo que hay que quitarse la mascarilla para hacer deporte, y eso supone que en el interior de un gimnasio la gente hace ejercicio y respira muy ampliamente sin mascarilla. Esto al Comité de Expertos nos empieza a preocupar, y quizá tendríamos que empezar a reflexionar que si hay espacios cerrados, en una pandemia, en los que se hace ejercicio hay que llevar mascarilla, y si no puedes, porque te agobias, pues lo mejor es que no vayas. El otro día vimos a Elena Díez, que es pediatra, en el Campeonato de España de 10.000 metros marcha compitiendo con mascarilla. Pues a lo mejor hay riesgos innecesarios que no hay que asumir. En el Comité empezamos a estar todos muy de acuerdo con que la excepción del uso de mascarilla para comer y beber es para comer y beber, no para estar dentro de un restaurante, que no es un santuario que protege del virus. Pero ojo, tampoco lo son hogares. Lo que tiene que estar a metro y medio son las sillas, no las mesas; las residencias tienen que estar blindadas. Son propuestas para plantear, como contar con 'influencers' que ayuden en la concienciación para cumplir las normas. 

¿Son partidarios de sanciones más duras?

Hay que ser ejemplar con algunas sanciones, porque da la impresión de que no pasa nada por incumplir las normas. Estamos seguros de que se están instruyendo, pero tiene que haber una mayor vigilancia y un mayor régimen sancionador. También estamos de acuerdo con el control de las cuarentenas, que se está empezando a hacer en ciudades como Salamanca y Valladolid. Ver que la gente está en su casa, y sancionar cuando no tenga una excusa para estar incumpliendo, porque nos está poniendo en riesgo a todos. Estamos en una pandemia, que creemos que no se está entendiendo, y hay que estar muy concienciados; hay que evitar cualquier excusa para estar en un sitio cerrado, incluso en tu propia casa con gente no conviviente. Hay que fomentar el teletrabajo, y reforzar el transporte público, al menos en horas punta, para evitar que la gente se agrupe. Todo esto lo hablamos en el comité para trasladar posibles mejoras en las normas que, insisto, se tienen que valorar en otros niveles, porque igual no estamos en posesión de la verdad, o son difíciles de aplicar y no proceden.