Los docentes con enfermedades crónicas avisan a la Junta: “Hasta que no caiga alguno, no pondrán medios”
Son diabéticos, embarazadas, hipertensos, con secuelas por un trasplante, inmunodrepresivos, con afecciones pulmonares severas o con varias patologías crónicas y más de 60 años. Los docentes que tienen enfermedades crónica de Castilla y León piden a las consejerías de Educación y Sanidad que pongan los medios necesarios para no exponerles al COVID-19 en las aulas y avisan: “Hasta que no caiga alguno, no pondrán medios”.
La vallisoletana Patricia de la Fuente es la voz de la Plataforma Trabajadores de Riesgo del sector de la Enseñanza (TRE), un movimiento que surgió en Castilla y León con unos cuantos docentes afectados de casi todas las provincias (29) y al que se han adherido profesores otras comunidades autónomas de España como Madrid, Andalucía, Cataluña, Castilla-La Mancha, Aragón, Valencia Extremadura, Canarias, Murcia y Asturias hasta alcanzar los 120. Además, se han organizado también en las redes sociales.
El día 9 de octubre, esta docente y otros afectados se reunieron con responsables de la Consejería de Educación, quienes prometieron buscar una solución para estos docentes que por sus patologías corren el riesgo de no superar la enfermedad con garantías. De momento, nadie les ha trasladado nada más y están a la espera de que o bien se les permita teletrabajar o se les asigne un puesto “seguro”, que no conlleve contacto físico con los alumnos.
De la Fuente sostiene que, a pesar de que a la sociedad se le ha “vendido” que las aulas son lugares seguros porque todos los alumnos van con mascarilla, en los centros escolares también se producen contagios y no se realiza el seguimiento de los contactos estrechos porque el protocolo sólo marca que este se lleve a cabo en los grupos burbuja, ya que se supone que el resto porta mascarilla.
En este aspecto, asegura que en el instituto de Valladolid, donde ella imparte clases de Secundaria, se han producido contagios por contactos en el centro y no por reuniones familiares, y alerta de que los políticos venden que el virus lo traen de casa únicamente y también se produce en las aulas. “En los recreos mis alumnos, que tienen una edad difícil, se quitan la mascarilla, en los cambios de clase tampoco sabemos qué hacen. Están juntos, son adolescentes y comparten bocata, aguas y besos, es decir, se relacionan”, relata.
Además, al contacto físico que mantienen los adolescentes se le une la disyuntiva de las mascarillas, muchas de ellos las portan “sin homologar”, y en ocasiones “unos la llevan por debajo de la nariz y otros se la ponen de antifaz”. A esto se suma que en los pasillos, que en muchos centros son de anchos como los de un piso, es imposible guardar la distancia de seguridad y algunos profesores dan clases en sótanos y semisotános a 35 jóvenes -algunos son de 25 o 28-. “¿La Consejería de Educación sabe con qué frecuencia desinfectan la mascarilla o si la que llevan de tela está homologada?”, pregunta, para evidenciar que hay un absoluto descontrol al respecto de los actuaciones que se deberían de imponer para controlar “de verdad” la pandemia.
Actualmente, la docente está de baja, ya que el “estrés, un catarro, una gripe o una gastroenteritis” agravan su patología crónica. No obstante, teme que dentro de menos siete días deba volver a las aulas. “No llevo a mi hijo de cinco años al colegio por prevención. Tengo el sistema inmunológico muy deprimido y mi patología principal hace que tenga otras secundarias. Yo no pido no trabajar, pero sí una seguridad de que no voy a caer enferma. Prefiero que mi hijo me tenga en el futuro a que aprenda a leer”, exhorta.
La Consejería de Educación se comprometió a revisar caso a caso los casos de los docentes caso a caso. Sin embargo, de momento, no han obtenido respuesta y el curso avanza.
En este sentido, la TRE denuncia que se han publicado y se siguen publicando protocolos y acuerdos para regular el derecho al teletrabajo de los trabajadores con patologías de riesgo del sector público y privado, pero se siguen atropellando de forma continuada los derechos de los docentes con patologías de riesgo y embarazadas, que han sido excluidos de todos y cada uno de dichos acuerdos y protocolos.
“Hay trabajadores de la Junta, que tienen condiciones laborales mucho mejores que nosotros y que no están en espacios cerrador con 35 jóvenes durante seis horas y les permiten teletrabajar por ser personal de riesgo. Sus excusas valían en marzo, pero ahora se sabe que la franja de edad de nuestros alumnos se corresponde con la que más asintomáticos se registran y estos también contagia”, denuncia.
Los docentes con enfermedades crónicas han recabado 60.000 firmas a través de la plataforma 'change.org' para presionar a las diferentes administraciones, responsables de la Educación en cada Comunidad autónoma, y conseguir que se les ofrezca un lugar seguro para impartir clase y se garantice su estado de salud. “No queremos no trabajar, pero tampoco jugarnos la vida”, resume.
Excusas
Patricia de la Fuente ha dialogado con otros profesores, que como ella, tienen un miedo atroz a dar clases en las aulas, un lugar “donde hay que romper las distancia de metro y medio continuamente" para que limpien las mesas, para abrir las ventanas o para corregir sus exámenes.
Asegura que la Consejería de Educación les ha puesto “excusas” para obligarles a que se incorporen a su puesto de trabajo y negarles los derechos que otros trabajadores de riesgo, menos expuestos que los docentes-debido a las características de su puesto de trabajo-, han tenido.
Entre esas excusas, la docente señala que les dicen que no están en contacto con personas asintómaticas, ya que los padres tiene que firmar una declaración responsable de que acuden al centro en condiciones óptimas de salud”. “Hay una gran cantidad de enfermos COVID asintómaticos. Además, está constatado que se han dado casos de familia que han enviado a sus hijos a clase a pesar de estar en aislamiento preventivo”, alude.
También eluden que durante la actividad docente están obligados a violar la distancia de forma continuada para abrir ventanas o para desinfectarles la mesa. “Los alumnos se suenan la nariz, beben agua y realizan actividades sin mascarilla que, por otro lado, no sé sabe si cumplen con las necesarias certificaciones, ni si son cambiadas o desinfectadas con las frecuencia debida", reitera.
Asimismo, considera que la Consejería no han tenido en cuenta la propagación por aerosoles, cómo protegen las mascarillas o lo que perdura el virus en superficie. Tampoco han contemplado que hay profesores interinos de riesgo que van de colegio en colegio y que se juegan la vida a diario y que la bolsa de contrataciones ha sido insuficiente.
Muchos de los institutos de Castilla y León no cuenta con espacios suficientes para impartir clase, según la profesora, ya que son centros históricos, es más, muchos no tienen gimnasio ni biblioteca ni salón de actos, es decir, aulas de refuerzo para desdoblar los grupos.
Visiblemente emocionada asegura que durante el confinamiento ella y muchos otros colegas del gremio se dejaron la piel para que sus alumnos sacarán la EBAU con garantías y llegaron a responder consultas a altas horas de la mañana y se sienten "tan despreciados" por la Junta de Castilla y León como lo están los sanitarios, a los que a "muchos" tampoco se les ha reconocido su labor.
Recuerda a la Consejería de Educación que en Castilla y León hay centros ‘on line’ "para aburrir" y que hay muchos alumnos que no acuden a clase porque en su casa tienen familiares de riesgo y a estos también es necesario atender.
Los docentes exigen de forma inmediata la opción de teletrabajar y que se les reasigne un puesto de trabajo donde no estén expuestos al peligro por contagio. Creen que solo es cuestión de voluntad política. Los políticos deben tener ganas de hacer las cosas con sentido común.