Ávila y Segovia volverán a una cierta normalidad este viernes después de conseguir tasas de incidencia acumulada por debajo de 400 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días y que esta sea menor también a 200 en los últimos siete, lo que implica una estabilidad a la baja.
Este hecho, que también se ve en el resto de provincias, incluido en Burgos, que ya ha comenzado su descenso deja su bagaje en la totalidad de Castilla y León. Tras una escalada suave, se disparó en la semana 43 y 44 hasta llegar a encontrarse por encima de los 500 contagios a los siete días, lo que implicaría más de 1.000 en 14 días y una evolución negativa que podía implicar cifras inasumibles.
Así se tomaron medidas como el toque de queda, hace ya más de un mes, y el propio cierre de los grandes comercios, hostelería y centros deportivos, que ha llevado a un descenso que al principio se tomó como una cierta estabilización pero que en la última semana ha dejado ya una esperanzadora curva hacia abajo mayor que las semanas anteriores.
De esta manera, desde los 502 de la semana 44 se pasó a 459 y a 416 en las siguientes, descenso de unos 40 contagios por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, en la última semana la bajada ha superado más de 130 para situarse en 281 y con una tendencia a descender más.
Por ello las provincias se muestran esperanzadas para llegar al próximo puente en la mayor normalidad posible, la que ya han alcanzado Ávila y Segovia, que podrían todavía mejorar de cara a la semana que viene y bajar de nivel, al tres, lo que implicaría una mayor cantidad de aforos que los actuales.
El resto, por su parte, espera poder llegar a esa cifra de 400 para seguir los pasos de estas dos provincias. Salamanca se encuentra cerca y parece muy probable que lo consiga, aunque en otros casos están más lejos y necesitan de descensos similares a los de la última semana en Castilla y León para poder acercarse a ello.