La tercera ola del coronavirus está golpeando con extrema dureza a Castilla y León. Después de la Navidad, los contagios han ido marcando récords, especialmente en esta última semana en la que la Junta ha impuesto un toque de queda a las 20 horas ante el avance sin control de la pandemia, así como ha limitado las reuniones a cuatro personas y ha confinado a todas las provincias de manera perimetral.
Y es que, si cabe, los datos que no engañan son los de los hospitales. Desde el 31 de diciembre, fecha en la que los ingresados seguían bajando, hasta el 18 de enero, los enfermos por Covid se han triplicado en los más de diez hospitales de la comunidad.
No en vano, a 31 de diciembre, según los datos de la Junta, eran 388 los ingresados en planta y 141 los que se encontraban en UCI. Apenas tres semanas después, estos se han disparado a 1.044 y 173, respectivamente, en un crecimiento no visto durante la segunda ola y que, además, tiene todavía un amplio recorrido a tenor de los datos de contagios.
Así, hay que tener en cuenta que los ingresos en hospitales se producen a los pocos días de los contagios, por lo que los de la semana pasada, con un pico de momento de casi 2.900 en un solo día, todavía no tiene un reflejo amplio en las camas de hospital.
Además, los enfermos en planta, en algún caso, pasarán a ser de UCI en el futuro por lo que se espera que el crecimiento de los críticos también sea exponencial en los próximos días. Y de ahí, a los fallecidos, a los que el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, cifró en 50 o 60, o incluso más, en una rueda de prensa en la semana pasada.
Pero más allá del grave aumento de hospitalizados en estos días, influye en la preocupación la velocidad. Y es que en la última semana se han doblado. Del 31 de diciembre al 11 de enero hubo 200 ingresos más en planta. En los siguientes siete días, se han disparado hasta los 450. El ritmo es abrumador y todavía se espera una semana dura en contagios, por lo que se prevé sobrepasar los enfermos de la segunda ola, que sobrepasaron los 1.600. En la primera, cabe recordar, se llegó hasta los más de 2.300 en planta y 353 en la UCI. El objetivo, evidente, es cortarlo lo antes posible y, en todo caso, no superar la grave crisis sanitaria de marzo y abril.