S. Calleja / ICAL
Los profesionales sanitarios cada día conocen mejor al enemigo; los tratamientos son más precisos y a ellos se une el arma de la vacuna frente el SARS-COV-2, que llegó como el mejor regalo de Navidad junto a un nuevo episodio que obligó a los hospitales a surfear la tercera ola del COVID-19, la más fuerte, pero no la última.
Este cóctel ha provocado un cambio en el día a día de las unidades de cuidados críticos de Castilla y León, donde la lógica arroja que a medida que avanza la inmunización de los grupos de mayor edad, los pacientes mayoritarios son más jóvenes. Los datos ponen blanco sobre negro: en la tercera ola, con cifras hasta febrero, uno de cada dos críticos era menor de 64 años, cuando en las dos primeras los mayores de esta edad representaban un 50 por ciento más.
A falta de completar las cifras de marzo, abril y mayo, los datos de la Consejería de Sanidad facilitados a Ical incluyen ya el pico de ingresos en las unidades de críticos de la tercera ola, que se registró el 5 de febrero, con 328 pacientes en las ucis de Castila y León, que lograron caer a los 220 el 1 de marzo; a los 121 el 1 de abril, a los 134 el 1 de mayo y a los 96 el 1 de junio, lejos ya de los 130 del 8 de enero, cuando comenzó a desplegarse la tercera ola.
Aunque las matemáticas arrojan que la edad mediana cayó en dos años, hasta los 64 entre enero y febrero, frente a los 66 años de marzo a junio y de septiembre a diciembre, la foto fija a 30 de mayo mostraba una edad media de 61,2 años, con cerca de un 40 por ciento de los ingresados en críticos menores de 60 años, explica a Ical el director general de Sistemas de Información, Calidad y Prestación Farmacéutica, José Ramón Garmendia Leiza.
No en vano, una de las premisas que ha mostrado la pandemia es que los contagios de hoy son el reflejo de las UCIS a 15 días, y en ello tuvo que ver que la edad media de los pacientes diagnosticas por COVID durante mayo fue de 40 años.
En el dibujo de este escenario ha tenido mucho que ver la vacunación, que ha logrado desde el minuto uno frenar los ingresos de los mayores de 80 años en las unidades de críticos, que han pasado de 133 a 63 casos, en los tres períodos analizados, pese a continuar representando el 17 por ciento, debido a la caída generalizada de ingresos en los tres períodos analizados.
No obstante, donde sí ha habido un cambio de tendencia es en el grupo de menores de 64 años, que comenzaron a ser vacunados en abril, que pasan de representar un 38,23 a un 48 por ciento, aunque en datos absolutos son menos, 294 frente a 172, pero también por el menor número de ingresos.
La vacunación arrancó el 27 de diciembre en Castilla y León en la residencia de ancianos Santa Eugenia, en localidad de Cevico de la Torre (Palencia). Se generalizó el 30 de diciembre, pero sólo en residencias y poco a poco entre los mayores de 80. Hoy, el Portal de Datos Abiertos de la Junta indica que más de 702.000 personas están vacunadas a ciclo completo, con porcentajes superiores al 95 entre los mayores de 70 años, y que rondan el 25 por ciento entre los hombres de más de 60 y el 30 en el de las mujeres de esta edad.
Todavía las cifras son residuales en el resto de grupos, algunos de los cuales están siendo inmunizados en estos momentos, lo que marca que aún acaben en los hospitales personas jóvenes, porque pese a que la incidencia baja, el virus sigue circulando.
Lo cierto es que día a día los pacientes ingresados en los hospitales descienden, una buena noticia para la desescalada y la entrada en la nueva normalidad. Lejos de los 2.096 pacientes con los que arrancó febrero, que marcó la cresta de la ola, a dos de junio eran 160 los casos.
No obstante, y pese a la vacunación, Castilla y León, como el resto de España, aún está lejos de alcanzar la inmunidad de rebaño y el virus sigue circulando. "La vacuna ayuda, pero no es una protección absoluta. Hay que seguir insistiendo en la necesidad de respetar las medidas de prevención, en especial entre los más jóvenes", sentencia a Ical Garmendia Leiza.