La semana pasada su nombre fue el más nombrado para pedir su dimisión. Siete días después, la consejera de Sanidad, Verónica Casado, dio la cara y ha ofrecido su versión de los hechos. En ningún momento se le ha pasado por la cabeza abandonar su puesto pese a las críticas recibidas. “No me parece serio dimitir. Tengo que trabajar y mucho en el proyecto encima de la mesa. No entenderían los castellanos y leoneses que ahora nos fuéramos. Yo no estoy dispuesta a saltar del barco como las ratas”.
La consejera ha asegurado que este plan de la reforma de Atención Primaria es el que “también comparte” el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, y que de momento ha mandado una carta con una serie de propuestas a Luis Tudanca, líder de la oposición, y no ha “tenido respuesta”. Además, ha adelantado que su opinión es que no habrá elecciones.
Unas declaraciones que ha realizado después de una reunión donde ha planteado a los presidentes de las nueve diputaciones, delegados territoriales y gerentes que conforman la estructura periférica de Sacyl, la urgencia “reordenar y reforzar la atención sanitaria” en el mundo rural. Al ser el entorno que más necesita en estos momentos una estrategia de ordenación, con 722 localidades con menos de 100 habitantes, 1.683 consultorios locales con menos de 50 tarjetas sanitarias.
La consejera ha asegurado que “estamos en una situación crítica y por eso hay que prevenir”. Por eso, ha temido “la mano para trabajar con todos los actores” y “hacer política sanitaria con mayúsculas”. “Para esto vine a política y así quiero hacerlo”, ha asegurado la consejera del ramo.