Cuando descubrimos que el parto no era lo que nos habían contado
Los colectivos de médicos en Castilla y León se encuentran divididos ante el concepto de 'violencia obstétrica'
7 julio, 2022 07:00Noticias relacionadas
El nacimiento de un hijo es uno de los momentos más especiales para una familia que, tras 9 meses de espera, va a conocer a su bebé. Sin embargo, lejos de esas realidades idealizadas de las películas y el retrato romántico de un alumbramiento, se encuentra una certeza: el parto no es cómo te lo habían contado.
Es la historia de María, que cuenta que "me recibió un matrono a quien le trasladé mi sensación de que todo iba muy rápido. Él, con aire condescendiente, me preguntó si era primeriza y si mi madre, que me había acompañado hasta el centro, estaba "muy histérica". María, con nombre anónimo para proteger su identidad, dio a luz en el Hospital Virgen de la Concha en 2017. En su relato narra la historia de un nacimiento que no salió como se lo habían contado. Dio a luz sin pijama de hospital, con la ropa que había llevado y sin anestesia epidural.
Cuando llegó al hospital, la trasladaron a planta sin hacerle una revisión, con fuertes contracciones y dolores. "Al cabo de 15 minutos los dolores eran ya insoportables y comencé a perder la consciencia. Pulsé el interruptor para avisar a la enfermera, pero para mi sorpresa no funcionaba. No me quedó más remedio que pedir socorro a gritos." Cuando llegaron los médicos, ya había dilatado 9 centímetros y no era posible ponerse la epidural, cosa que ya había trasladado al matrono que la recibió en el Hospital.
"Tuve que dar a luz vestida con ropa de calle. Sólo les dio tiempo a quitarme las deportivas que llevaba puestas antes del momento de la expulsión, que se produjo en dos minutos. Estoy eternamente agradecida a esa profesional que me ayudó en el último momento, y a día de hoy me arrepiento de no haber denunciado al primero por mala praxis profesional."
La historia de María no es una excepción, es el relato de muchos partos que se producen hoy en día en España. Los relatos de situaciones en las que mujeres se han sentido violentadas no son pocos, ya que según el estudio de la revista Women and Birth de 2020, 2 de cada 3 mujeres en España manifiestan haber sufrido de violencia obstétrica.
El concepto de violencia obstétrica (VO) está reconocido tanto por la ONU como por la OMS. Naciones Unidas reconoce este concepto como una forma de violencia contra la mujer que se produce de forma generalizada y sistemática en la atención al parto, aunque dependiendo de la interpretación, algunos colectivos amplían el concepto a la atención de la salud sexual y reproductiva.
Sin embargo, aún no ha sido legislada de forma institucional, pero el Consejo de Europa en una resolución del pasado 2019 reconoce su existencia, haciendo especial mención a los países latinoamericanos por los avances de las leyes contra este tipo de violencia. Sin embargo, como ocurre en España, otros países no presentan tantos avances. El Consejo de Europa ha dictaminado ya que se trata de "una forma de violencia que se ha ocultado durante mucho tiempo y todavía se ignora con demasiada frecuencia".
Desde la Asociación 'El parto es nuestro', que opera en la Comunidad de Castilla y León se realizan campañas de sensibilización y apoyo a este tipo de violencia. Detallas que las formas más comunes de V.O. son la infantilización y cosificación de la mujer, prácticas que no se hacen con el debido consentimiento informado o que incluso no son necesarias, así como agresiones verbales y comentarios sexistas como "no gritabas tanto cuando lo estabas haciendo".
Sin embargo, el bajo conocimiento que se tenía hasta hace poco sobre esto ha implicado que muchas mujeres no se den cuenta de lo que había ocurrido hasta meses después. Teresa Escudera, socia de 'El Parto es nuestro', afirma que muchas reconocen esta experiencia a través de conversaciones con otras madres o por síntomas como la ansiedad.
La V.O. no solo supone una situación donde una mujer se siente violentada, sino una situación de extrema vulnerabilidad en la que no solo su salud, sino la de su hijo puede estar en riesgo. Debido a esto, aumenta el riesgo de depresión y/o ansiedad postparto, dificultades en la lactancia e incluso trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Formas de V. O.
La violencia obstétrica presenta muchas formas. Según afirma Escudera, lo más habitual es la falta de respeto e infantilización. Además, indica que suele haber un sentimiento de "indefensión", ya que al presentarse con sus planes de parto y las decisiones que desean tomar sobre él a menudo son cuestionadas. "Yo me informo, pero después no puedo decidir". Además, una de las campañas de sensibilización que hace 'El parto es nuestro' es la que ellos llaman 'Carta del bebé muerto' que consiste en que, tras presentar estos planes de parto con evidencias y estudios, el argumento final es "si tú haces esto, tu bebé se puede morir", especialmente con la atención de partos en casa.
"La sensación de que te estén diciendo: yo soy el sanitario y soy el que sabe, tú puedes contarme lo que quieras, pero yo tengo el poder y voy a decidir cómo pares"
Otra parte de la violencia obstétrica es física y engloba todas las prácticas que pueden ser innecesarias y no consentidas.
Las cesáreas y episiotomías son prácticas rutinarias para los obstetras y ginecólogos, ya en 2019, las Cortes de Castilla y León publicaron un informe sobre las cifras de estas prácticas. Como se puede apreciar en el siguiente gráfico, lo que comenzó con un 25% de ambas prácticas ha ido disminuyendo, destacando en especial el caso de las episiotomías que han presentado un descenso de más del 10% en esos cinco años.
Sin embargo, el hecho de que en algunas ocasiones no se dé este consentimiento informado, no significa que todas las cesáreas y episiotomías sean V.O. En los casos de extrema urgencia pueden suponer salvar vidas. Javier Martínez-Guisasola, presidente de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Castilla y León, lo precisa de forma clara: "en nuestra profesión a veces hay que tomar decisiones en dos segundos, en la urgencia hay ocasiones en las que no se le puede pedir permiso" y aclara "son situaciones difíciles no solo para actuar, sino para entender, porque la mujer no está en un momento en el que pueda aceptar ese consentimiento".
Tal y como afirma Raquel González, matrona de atención primaria en León y vocal de la Asociación de Matronas de Castilla y León, "muchas veces estas prácticas no se realizan con dolo, sino por desinformación; para la mujer es un momento único, pero la carga es brutal". Con esto hace referencia a otra de las quejas que traslada Escudera desde 'El parto es nuestro' acerca del exceso de tactos vaginales: "ningún procedimiento puede hacerse sin un consentimiento informado, a mayor número de tactos, más posibilidades de infecciones para la madre y el bebé" y asevera "muchas veces les meten los dedos sin preguntar" ante lo que, según traslada, hay mujeres que afirman que "se sintieron violadas".
Ante este tipo de malas praxis, González se pronuncia afirmando que la violencia obstétrica muchas veces ocurre por falta de formación, "conocer la repercusión y consecuencias que tienen ciertas prácticas". También aclara que "el sistema es muy paternalista" y que son "conscientes de que lo sufren y además generalmente las matronas son mujeres".
Por otra parte, Martínez-Guisasola afirma que esto son "tópicos" e indica que no niega que esto se pueda producir y que "quien lo haga será responsable". Asimismo, habla de que existen protocolos, que los paritorios son más relajados y que se están dando pasos hacia "partos naturales y desinstrumentalizados".
La polémica de las palabras
España se encuentra dividida ante esta evidencia: la violencia obstétrica existe y está reconocida por las más importantes organizaciones internacionales. Lo que se pone de manifiesto es el absoluto rechazo de los colegios y asociaciones médicas por el término "violencia". Desde el colectivo de matronas trasladan que no es un buen nombre, pero sí existen prácticas que encajan en esta definición. Además, González asegura que "cada vez se visibiliza más" pero muchas veces no se reconoce "porque la gente no es consciente".
Sin embargo, desde el colectivo de obstetricia y ginecología, Martínez-Guisasola traslada que "se les está criminalizando" y afirma que el reconocimiento desde organizaciones internacionales hay que "meterlo en una legislación mundial, no es que no exista violencia en otros países, generalizar esa terminología en un país como este va en contra de la actividad de los ginecólogos". Afirma que el problema de esto recae en que lleva los profesionales a pensar si hacer la especialidad en el área de la obstetricia y la ginecología y puede "dar pie a que tengamos que justificar todo".
En relación con esto, González afirma que "en ese sentido, la SEGO se hace un flaco favor a sí misma, negando algo que la mujer verbaliza". Además, destaca que esto es "algo estructural y endémico al sistema, que en sí es patriarcal por naturaleza y que por ello puede considerarse dentro de la violencia de género". Destaca además de que la negación se produce por "desconocimiento, ignorancia".
Por otra parte, Martínez-Guisasola asegura que "están para apoyar a la mujer, se está sacando de cantidad y contexto", además, asegura de que se trata de una de las especialidades más demandadas y que la posición desde la Sogocyl es "apoyar a los ginecólogos, la buena praxis, dar información y formarse, y rechazar el intento de criminalizar".
La falta de profesionales
Ambos colectivos afirman que existe una falta de profesionales en los paritorios. Sin embargo, respecto a la atención al parto, difieren en la repercusión que esto podría tener. Por una parte, las matronas afirman que esto supone que no haya una atención 1 a 1, es decir, una matrona para cada parto. Sin embargo, desde Sogocyl afirman que "no conlleva malas prácticas, puede afectar en los casos en los que hay menor personal y mucha demanda, la atención va a ser correcta pero no tan pausada".