El sector sanitario empeora por momentos en España. Y lejos de encontrar soluciones, cada vez son más las trabas a las que se enfrentan quienes, de verdad, quieren ejercer esta profesión.
El caso más claro se puede ver en la historia de Sacha Casañas, que ha estado tres años luchando para que le homologuen su título de Argentina y poder ejercer en Valladolid.
Su andadura en esta carrera no ha sido fácil. Es jugador de rugby y en 2018 tuvo la oportunidad de venirse a la ciudad del Pisuerga al VRAC y, en un primer momento, la rechazó.
"Tenía claro que si me iba se complicaban los estudios y esa era mi prioridad", reconoce en declaraciones a EL ESPAÑOL- Noticias de Castilla y León.
Sin embargo, desde el club le aseguraron que podría terminar aquí la carrera y fue entonces cuando decidió emprender este viaje lleno de turbulencias.
En Argentina, la carrera son unos ocho años -contando el primero que es de ingreso, ya que no hay selectividad-, y le quedaba un año y medio más las prácticas para finalizar.
Cuando llegó, le dijeron que tenía que "empezar de cero" ya que le pedían, entre otros, tener selectividad. Por ello, alcanzó un acuerdo con el club para poder cursar a distancia. Y el rector de la Universidad de Valladolid también le facilitó que fuera a las clases como oyente.
"Se torció todo porque no tenía el respaldo económico para viajar a Argentina a los exámenes. Tenía ganas de quedarme, pero las condiciones no ayudaban y tuve que priorizar mi carrera", admite.
En ese momento, vuelve a hacer las maletas y se marcha a su país para poder cursar lo que le faltaba. Con mucho esfuerzo, hizo un año y medio en un año. Y terminó en agosto en 2019 para poder volver a hacer la siguiente temporada en Valladolid y también la parte práctica de su carrera en el Hospital Clínico.
Una vez finalizó, se volvió a Argentina a presentar las prácticas y el TFG. Un 7 de febrero de 2020. Plena pandemia mundial. En ese momento, le dijeron que ya no volviera al hospital porque estaba "peligroso" y comenzaron las cuarentenas.
Por aquel entonces, Casañas no tenía a sus dos hijas, y matiza que estudió medicina "por vocación" y que quería ayudar en una situación así.
"Acababa de salir del hospital. Venía con la ilusión de ser médico y era consciente de mi nula experiencia clínica práctica. Tenía todo por conocer y descubrir. Me vi sentado en casa, aplaudiendo a las ocho de la tarde y leyendo que los hospitales estaban colapsados con pacientes sin atender", recuerda con rabia.
Él ya era médico, aunque no tuviera la homologación aún, y sabía que quería ayudar, aunque fuera "levantando un teléfono atendiendo dudas". La Junta puso por entonces un canal en el que se inscribió y le garantizaron que estaba contabilizado como "personal de refuerzo".
No lo dejó estar y llamó a los médicos del Hospital Clínico, con quienes había compartido tiempo durante sus prácticas.
Fueron ellos quienes le avisaron para que colaborara en urgencias de 9:00 a 15:00 horas. Y allí fue. Con toda la ilusión y conocimiento, y con el afán de poder ayudar a quienes pasaban por una situación complicada en un momento de incertidumbre para todo un país.
En ese momento, el equipo de rugby les había mandado al ERTE y en esta colaboración con el hospital no estaba cobrando nada. "Fue una situación complicada. El VRAC me ayudaba con una pequeña parte alquiler, pero dependíamos del sueldo de mi mujer", sostiene.
Tras unos cinco meses en urgencias, tuvo que dejarlo porque volvía al terreno de juego y no se podía permitir "ser un foco de contagio para el equipo". Después de tantos meses, pudo "ganar dinero" nuevamente.
Tres años de lucha
Conseguir tener su título homologado ha sido, quizá, la lucha más dura de su vida. Más incluso que superar las lesiones que ha tenido durante su carrera deportiva.
En 2020, cuando acabó la carrera, pidió todos los papeles que necesitaban y le dijeron que, debido a la pandemia, el departamento de internacionales estaba cerrado y solo funcionaba la expedición de títulos porque necesitaban médicos.
Motivo por el cual, la posibilidad de trabajar en Argentina era "rápida", pero no la de hacerlo fuera del país. Desde febrero que finalizó no obtuvo respuesta hasta noviembre. Y al mes le mandaron los documentos.
"Me tenía que encargar de legalizar dos de los tres documentos que me pidieron", admite. Los tramites duraron más de un año. Presentó un papel con la carga horaria, otro con las calificaciones y un tercero acreditando que había cursado las asignaturas y la obtención del título el 7 de febrero de 2020.
Los presentó en diciembre de 2021 y no recibió respuesta hasta abril de 2024. Le dijeron que el expediente estaba "incompleto" porque no había adjuntado una copia del título, pese a que en los documentos ya acreditaba que lo tenía.
"Dos años para que me digan que no estaba completo. Todas las semanas llevaba una queja formal. Me fui al Ministerio tres veces y nada. Es complicado estar tanto tiempo en el país que elegiste para formar tu familia y sentir tantas trabas donde hay tanta falta de personal", lamenta.
Ahora, por fin, respira tranquilo porque ha logrado tener la resolución. Y es que su situación económica empezaba a complicarse. Dos partidos antes de finalizar la temporada se rompió el hombro y después la rodilla por lo que sigue con rehabilitación.
"Con las bajas quedas económicamente tocado", afirma. Por ello, pidió permiso para poder trabajar de otra cosa ya que depende del sueldo de su mujer, pero ahora con dos hijas.
Se encontraba "buscando trabajo de cualquier cosa", hasta "había borrado" sus estudios porque, en anteriores ocasiones, le ha "jugado en contra". "Tienes que negar tu formación y vocación para conseguir algo que te dé de comer", expresa con tristeza.
Con su título homologado, respira con cierta paz y se prepara para los nuevos retos tras tres años de "muchas promesas políticas incumplidas".
Cuidar a los demás
Hay personas que lo dan todo por los demás sin esperar nada a cambio. Y nada representa mejor al protagonista de esta historia. Su amor por la medicina vino derivada de una lesión.
Fue el doctor Daniel Mario Stumbo, traumatólogo argentino, quien le operó tres veces de la rodilla derecha y por el que decidió dedicarse a esta profesión. "Encontré a alguien que me ayudaba y empezó a gustarme este mundo", recuerda.
No solo eso, sino que, incluso, era el encargado de ayudar a sus compañeros de equipo cuando sufrían algún daño y de tratarlos. Y es que el de Sacha es un amor muy grande por la medicina.
Ahora, cuenta las horas para poder ponerse su bata y caminar por los pasillos de los hospitales ayudando a los demás. Porque ese, sin duda, es su verdadera pasión.