Su letrado alertó tras su condena de la "depresión profunda" de su clienta
Rosario Porto ha aparecido muerta en su celda de Brieva (Ávila) siete años después del asesinato de su hija adoptiva, Asunta, por la que ella y su exmarido, Alfonso Basterra, fueron condenados a 18 años de cárcel. Desde su condena, confirmada por distintas instancias judiciales, ella defendió su inocencia.
La de Brieva ha sido su última cárcel en un periplo que le llevó antes a estar A Lama (Pontevedra) y en la de Teixeiro (A Coruña), con el protocolo de prevención de suicidios activo en estas últimas cárceles y avisos entonces por parte de su abogado, José Luis Gutiérrez Aranguren, sobre el estado en el que se encontraba.
Y es que hace dos años, en noviembre de 2018, protagonizó, según transcendió entonces, un episodio similar al ocurrido en Brieva, en ese caso en la prisión de A Lama, pero con aviso previo por parte de Rosario Porto a una interna lo que alertó a los funcionarios.
Un año antes, en 2017, apareció desmayada en su celda de la cárcel de Teixeiro tras ingerir varias pastillas, coincidiendo con el día en que iba a ser trasladada de prisión, para cumplir condena en la de A Lama. Fuentes penitenciarias apuntaban entonces que no era la primera vez y lo vinculaban con una "llamada de atención" y no un intento real de quitarse la vida.
DE FAMILIA ACOMODADA
Hija de una familia acomodada, un reputado abogado de Santiago y una catedrática de Historia del Arte, Rosario Porto, que ha fallecido con 51 años, siguió en su juventud los pasos de su progenitor, licenciándose en Derecho y pasando temporadas en distintos países europeos para mejor el aprendizaje de idiomas.
De hecho, herederó de su padre el cargo de cónsul de Francia, que dejó en 2006. También aparcó su carrera como abogada unos años antes del crimen de su hija adoptiva para reorientar su actividad profesional a las vinculadas con el ámbito comercial.
Ya casada con Alfonso Basterra --que cumple condena en la prisión de Teixeiro (A Coruña)--, decidieron adoptar en China a Asunta. Sin embargo, ambos pusieron fin a su relación matrimonial con posterioridad a la muerte de los padres de Rosario Porto, en 2011. De ellos, heredó un importante patrimonio.
SOSTUVO QUE ERA INOCENTE
Desde su condena por el asesinato de su hija adoptiva --cuyo cadáver fue hallado el 22 de septiembre de 2013 en una cuneta del municipio coruñés de Teo, donde Rosario Porto tenía una casa-- a través de su abogado defendió su inocencia.
El letrado, en sus declaraciones a los medios de comunicación, alertó en varias ocasiones de la "depresión profunda" de su clienta, un problema que vinculó con una situación de "hace muchos años". Pese a su recomendación, ella se negaba, según el mismo relató, a pedir permisos, que él planteba como una manera de lograr su clasificación en tercer grado y anticipar el cumplimiento de la pena.
Desde el primer momento, las pistas sobre la muerte de su hija apuntaron al entorno cercano y, en concreto, a ella y su exmarido. Ambos, en la noche en la que se produjo la muerte de Asunta, habían acudido a una comisaría de Santiago de Compostela a denunciar la desaparición de su hija.
Las "inconsistencias" detectadas por la Guardia Civil en las declaraciones de los padres sobre los últimos movimientos de Asunta y las primeras pruebas precipitaron sus detenciones. En un primer momento, Rosario Porto se negó a colaborar en las diligencias, pero luego ofreció hasta tres versiones frente a la postura de suexpareja que se negó a declarar ante el juez y a colaborar en las diligencias.
En el juicio, su retrato fue el de una mujer cabizbaja, vestida con ropa oscura, que defendió su inocencia. "No maté a mi hija, no, no maté a mi hija", respondió a su abogado cuando éste le preguntó directamente si había sido la responsable de la muerte de la menor en una declaración con contradicciones que vinculó entonces a "lagunas".