La Audiencia Provincial de Burgos condena a dos años de cárcel a un anciano de 96 años, cuyas iniciales son P.L.A., por besar y tocar a una niña, menor de edad, en un parque de la capital burgalesa, como presunto autor de un delito de abusos sexuales hacia una víctima menor de edad, según la sentencia a la que ha tenido acceso la agencia Ical.
El pasado 1 de marzo de 2019 sobre las 17.15 horas, el acusado, sin antecedentes penales, se sentó en un banco en el paseo del Espolón de Burgos, en el que ya estaba sentada la menor (nacida el 2004), de 14 años de edad y comenzó a conversar con ella, diciéndole que la conocía, lo que negó; tras hacerle varias preguntas como si era de Burgos y su edad, y preguntarle si tenía novio, le contestó hasta tres veces que tenía catorce años.
En ese momento, según la sentencia, la menor se percató de que la conversación con el acusado solo tenía fines lascivos, dado que el acusado se acercaba mucho a ella, invadía su espacio personal y de vez en cuando la tocaba con la mano, por lo que le dijo que se sentía muy incómoda. Pese a ello, el acusado prosiguió con su actitud diciéndole que era una chica muy guapa, que si tenía novio, que cómo no iba a tener novio con lo guapa que era, que estaba muy desarrollada, y que tendría unos veinte años, respondiendo que solo tenía catorce años.
Inmediatamente, el acusado, “con un evidente ánimo libidinoso”, sostiene la sentencia, -el mismo que presidió todo su comportamiento con desde el inicio-, le pidió que le diera dos besos, a lo que ésta por educación (y sin duda por su edad), accedió, y en el momento en el que la menor fue a dárselos, el acusado giró la cara intentando besarle los labios, lo que evitó, tras lo cual, el acusado le puso la mano en la pierna y le dijo “vamos a pasar un rato divertido juntos”.
Esa actitud del acusado incomodó mucho a la menor, que le indicó que tenía que irse a clase de teatro, levantándose para irse, insistiendo el acusado en que se quedara, diciéndole que no pasaba nada porque llegara un poco tarde, al tiempo que le pidió que le diera dos besos a modo de despedida, accediendo la menor a quedarse en el lugar, porque le vio solitario y siempre respeta a los mayores al recordarle a su abuelo que había fallecido hacía poco tiempo.
Y, porque, en definitiva, recoge la sentencia, se quedó “bloqueada” y “sin saber cómo reaccionar”, momento que aprovechó el acusado para intentar nuevamente besarla en la boca, lo que pudo evitar la menor al tiempo que ponía su mano sobre uno de sus pechos, tras lo cual le apartó la mano inmediatamente y se marchó del lugar.
A continuación, el acusado siguió andando tras ella, a la vez que le decía “espera no te vayas, que lo vamos a pasar muy bien”, llegando hasta el Teatro Principal, donde contó lo sucedido a sus amigas que, al verla llorando, llamaron a su profesor y también convencieron a para que llamara a su madre por teléfono, como así hizo, personándose en el lugar y comunicándolo al 091, lo que motivó que poco después se personara una dotación policial a cuyos agentes la menor relató lo sucedido.
En la declaración prestada por su madre de en el Juzgado de Instrucción número 3 de Burgos, el 12 de junio de 2019, tras ratificar las manifestaciones vertidas por su hija en Comisaría de Policía, no obstante, por el bien de su hija, manifestó que no deseaba continuar con la denuncia, no reclamando la indemnización que pudiera corresponderle por daños y perjuicios.