El plato típico de Castilla y León que no se conoce en el resto de España
Es una auténtica delicia y combina a la perfección los mejores productos de la tierra
Castilla y León es una región única por su patrimonio cultural, su historia, la belleza de cada una de las provincias y sus increíbles paisajes. Aunque, sin duda, si hay algo que llama especialmente la atención es su gastronomía. Platos tradicionales que conquistan el paladar de todo el que viene a la Comunidad y que, en muchas ocasiones, son desconocidos.
Todos saben de la existencia del delicioso lechazo, del arroz a la zamorana, los torreznos de Soria o, los más dulces, las yemas de Ávila y los abisinios. Son delicias culinarias de la tierra que nadie se ha resistido a probar en algún momento. Sin embargo, hay otras elaboraciones que pasan más desapercibidas y que son muy difíciles de encontrar en otros puntos de España, ya que son 100% de origen castellano y leonés.
Hay un plato especialmente desconocido. Suele acompañar más con los primeros copos de nieve y las primeras lluvias que traen el frío y la niebla a Castilla y León. De esos que alimentan a la perfección y hacen entrar en calor cuando los termómetros empiezan a marcar bajo cero.
Se llama chanfaina y es muy típico en la provincia de Salamanca, aunque se puede encontrar en cualquier punto de Castilla y León. Es, sin duda, un manjar que deleita las papilas gustativas con su sabor distinto y textura única. Y es que no sólo se puede encontrar en los restaurantes, sino que hay quienes apuestan por hacerlo en sus casas.
Los ingredientes que lleva son los siguientes: higadillos de cordero, callos de cordero, manitas pequeñas de cordero, sangre de cordero, arroz, pimentón, ajo, huevos cocidos, cebollas, pimienta negra, comino, hinojo, hojas de laurel, sal, aceite, vino blanco y, de manera opcional, salsa de tomate.
Preparación
Prepararlo es muy sencillo. Lo primero que se debe hacer es lavar los callos y ponerlos en una cazuela grande con agua hasta la mitad, añadiéndole las hojas de laurel y un poco de sal y dejando que cueza durante unos minutos.
Posteriormente, se escurren y trocean los callos. En una sartén se debe sofreír la cebolla lentamente y cuando casi esté pochada, se añaden los higadillos hasta que se doren. A continuación, se añade el pimentón en la mezcla con un poco de agua, que puede ser la misma que se haya utilizado para la cocción de las manitas y los callos. Asimismo, se integra con un poco de vino blanco y se mezcla todo bien.
Seguidamente, hay que añadir un machacado de guindilla, pimienta, comino y ajo en el mortero y un poco de agua caliente para ayudar a removerlo todo bien y, cuando la mezcla esté preparada, añadir.
Cuando empiece a hervir, hay que echar las manitas, los callos y la sangre cortada en dados, dejándolo cocer. Cinco minutos después, es el momento de añadir el arroz y dejar a fuego lento cocinándose durante unos 15 minutos.
Por último, se debe apagar el fuego y dejar reposando cinco minutos para que termine de cocinarse lentamente. Una vez esté hecho, hay que sacar a la mesa la cazuela y cortar el huevo cocido que se pone en la parte superior para decorar. De este modo, estaría todo listo y sólo queda disfrutar de esta sabrosa receta con sello castellano y leonés.
Origen
Hay muchas historias sobre el origen de este plato. Una de ellas se remonta a cuando los señores encargaban al pastor que sacrificara algún cordero para comerlo asado de manera tradicional.
En pastor entregaba las 'partes nobles' del animal a los señores tras haberlas separado de las entrañas. Después, el resto lo utilizaban para realizar la chanfaina tal y como se conoce hoy en día. Era, en definitiva, un momento de celebración donde todos se juntaban. Un plato exquisito que ha llegado hasta nuestros días y que es uno de los más demandados de la cocina charra.