En sus 66 años de historia, el toro de Osborne ha pasado de ser un símbolo publicitario a un icono cultural. El astado nació en el año 1956 gracias al publicista Manolo Prieto. Osborne estaba buscando un símbolo para identificar a su brandy y vaya si lo encontró. El simple trazo en negro que representaba la silueta de un toro bravo empezó siendo utilizado para una campaña publicitaria y en la etiqueta de la botella. Meses después, en noviembre de 1957, los primeros toros colonizaban la red de carreteras españolas.

Y el resto es historia. La década de los años 70 fue la de más esplendor del toro de Osborne, las vallas se repartieron estratégicamente por toda la geografía española y la manada llegó a superar los 500 ejemplares.

El censo fue bajando y subiendo durante algunos años hasta que en en 1988, la Ley General de Carreteras obligó a retirar la publicidad de cualquier lugar visible desde la carretera. Lo que se les ocurrió en ese momento a los encargados del marketing en Osborne fue eliminar la rotulación de las vallas, aunque se mantuvo la silueta. Esto no supondría un gran problema, puesto que la mayoría de la gente ya relacionaba el perfil con la marca.

La discusión comienza de nuevo con más fuerza unos años después, cuando en 1994 el Reglamento General de Carreteras ordena retirar todos los toros de Osborne. Pero la presión social ejercida por ciudadanos, artistas e intelectuales, cumple su objetivo, y una sentencia dictada por el Tribunal Supremo en 1997 "indulta" al toro de Osborne, entre otros motivos, por estar integrado en el paisaje español. El mapa actual de vallas de toro de Osborne es de 92 vallas en España.

El mítico toro de Osborne en las carreteras de Castilla y León

En Castilla y León contamos con la presencia de 13 astados que decoran la vasta meseta. La mayoría de ellos pertenecen a los toros de talla grande, de 4 mil kilos, su altura va desde los 10 a los 14 metros y ocupan una superficie de 150 m2.

En Burgos podemos avistar tres morlacos, dos de ellos en la A-1, uno al norte y otro al sur de la capital. El primero de ellos está frente a Cameno, cerca de Briviesca, en el alto de la Parapa, y el segundo, en Cogollos, pasado Lerma en dirección Burgos desde Madrid. El tercer toro burgalés se puede visitar en Miranda de Ebro.

León es la provincia que cuenta con más astados. En Cuevas de Valderrey, podemos ver dos de ellos, están ubicados en la N-IV. Pertenecen a la primera generación de la ganadería. Fueron instalados en 1958 sobre un soporte de madera, luego sustituido por otro metálico en 1962. Tienen la peculiaridad de que son de menor tamaño, apenas alcanzan los 2.000 kilos y solamente tienen 40 metros cuadrados de superficie. En la misma provincia también están el de Astorga, subiendo al Manzanal, y el de Villalobar, en la linde de la N-630 en dirección a Benavente.

Otras dos reses recorren las veredas de Salamanca, la primera ubicada en la carretera de Béjar junto a la A-50, en el término municipal Cordovilla, y la segunda está en Arapiles, a solamente 7 kilómetros de la capital de charra.

En la provincia de Segovia también podemos visualizar a dos de los zaínos, uno desde la A1 en la localidad de Fresno de la Fuente, y otro en la A-6 en sentido Tordesillas desde Madrid, en el término municipal de Labajos.

 

 

En Soria nos encontramos con el toro de Osborne Medinaceli, que se encuentra localizado en la villa del mismo nombre situada al sur de la provincia de Soria, junto al kilómetro 145 de la autovía del Nordeste.

Por último, en la provincia zamorana, viajando hacia la capital por la N-630, en el margen derecho hacia el punto kilométrico 221, avistaremos el toro de Barcial del Barco en una de las zonas más llanas de la Ruta de la Plata.

Toros de Osborne en Castilla y León

Tristemente hay otras provincias de Castilla y León donde no podemos encontrar morlacos, estas son Palencia, Valladolid y Ávila. En España es en Cádiz, Alicante, Sevilla y Asturias donde se concentran más toros de Osborne. En cambio, tampoco veremos ninguno en Cantabria, Gerona, Gipuzkoa, Huelva, Murcia, Tarragona o Teruel.

Además, se han extendido fuera de nuestras fronteras: alrededor de 60 toros recorren las carreteras de México. En Copenhague se instaló uno que pretende promover la diversidad cultural. En Japón, los habitantes de Matsunoyama, en la prefectura de Niigata, también presumen de la monumental silueta.