Si está usted tan interesado en los eventos climáticos como para leer este artículo, en los próximos meses oirá hablar mucho de El Niño, un fenómeno que tiene lugar en el Pacífico Sur pero acaba por afectar a casi todo el planeta. Sequías, inundaciones, huracanes y las tragedias humanas asociadas a ellos serán atribuidas a El Niño, que comenzó hace un par de meses y se prolongará durante todo el invierno y parte de la primavera de 2016.
La Organización Meteorológica Mundial (WMO), dependiente de Naciones Unidas, advirtió a principios de septiembre que este El Niño será "uno de los más fuertes registrados desde 1950". Esta semana, Oxfam ha advertido de que 10 millones de entre las personas más pobres del planeta sufrirán hambre debido a la pérdida de cosechas derivadas de este fenómeno.
El Niño consiste básicamente en un calentamiento mayor de lo normal de las aguas del Pacífico Sur, lo que afecta a las corrientes de aire de todo el globo. Por ejemplo, la temporada de huracanes en el Atlántico está siendo este año más débil de lo normal. Antes del huracán Joaquin, que amenaza ahora la costa este estadunidense, sólo otros dos -Danny y Fred- llegaron a formarse y se disolvieron en pleno océano sin más consecuencias.
¿Por qué este año?
El Niño tiene un carácter cíclico pero errático, ya que sucede con una frecuencia de entre 3 y 8 años. Aún se desconoce qué factores afectan a su intensidad y a su recurrencia. En el último número de Science, un artículo apunta a un misterioso patrón meteorológico tropical, llamado Oscilación de Madden-Julian, como la fuerza que alimenta a este evento climático. Por su parte, el año pasado, un estudio publicado en Nature Climate Change pronosticaba que, debido al calentamiento global, serán cada vez más frecuente que el Niño sea de una intensidad clasificada como Muy Fuerte.
No obstante, y sin ánimo de quitar importancia al fenómeno, algunos científicos no tienen tan claro que estemos ante un El Niño extraordinariamente severo.
"He estado mirando estas series y hasta ahora no he visto señales tan fuertes", dice a EL ESPAÑOL Desmond Barton, investigador en el Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC en Vigo. El Niño actual ha seguido aumentando de intensidad, pero aún está a niveles no muy altos.
El último evento calificado como Muy Fuerte fue El Niño de 1997. Antes de eso, los de 1982 y 1972. "Parece que este evento se podría asemejar al de 1997 pero, según nuestros datos, está aumentando paulatinamente, el de entonces fue mucho más súbito". Los últimos fenómenos sucedieron en 2004 y 2010, pero fueron mucho más débiles que el actual. "La predicción es que este evento actual persistirá con un 90% de certidumbre hasta finales del invierno, y con un poco menos de seguridad hasta la primavera del año próximo", dice Barton. "Si fuera así, no necesariamente sería un evento muy fuerte, pero las predicciones son bastante inciertas".
Segunda opinión
Manuel de Castro, catedrático de Física de la Tierra en la Universidad de Castilla La Mancha y miembro del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, coincide también en que "las predicciones que hacen los modelos estiman un Niño normal", aunque concede que "existe cierta incertidumbre" y que habrá que esperar al final del invierno para comprobar si ha sido un El Niño de intensidad normal o extrema.
"En los primeros estadios del fenómeno, si se hubiera dado una intensidad muy fuerte o hubiera evolucionado de una forma intensa, tendríamos elementos para decir que este va a ser un El Niño excepcional", dice Castro. Sin embargo, y pese a que los datos no lo sugieren, este climatólogo no se atreve a asegurar que no pueda "acabar siendo uno de los más intensos; simplemente, es un poco pronto para decirlo".
Por su parte, agencias estadounidenses como la NOAA insisten en que las anomalías oceánicas y atmosféricas vistas en las últimas semanas pronostican un El Niño fuerte. ¿Quién lleva la razón? Para De Castro, "las anomalías climáticas relacionadas con El Niño se van a ver a partir de ahora", cuando el fenómeno entra en su fase más intensa. "Lo que ha ocurrido antes no sería muy atribuible desde un punto de vista de comprobación científica", apunta.
"Lo más probable es que sea un Niño dentro de la magnitud media, no excepcionalmente intenso, pero todavía no se puede decir", añade el científico.
Será un año muy caluroso
El Niño funciona distribuyendo el calor que está almacenado en la superficie del océano por una zona mucho más amplia. Así, transporta agua más cálida hacia la costa occidental del continente americano.
Se prevé que este invierno, El Niño causará sequías en Australia y el sudeste asiático o lluvias en California. La probabilidad de que esto ocurra es superior al 90%, pero hay algo más probable aún, al 99%: el aumento de las temperaturas a nivel global. "El área de temperaturas elevadas en superficie aumenta mucho y esto permite que la temperatura de la atmósfera sea más alta también", dice Barton.
Ya ocurrió que, tras El Niño de 1997, se produjo un aumento que hizo de 1998 el año con las temperaturas medias globales más altas hasta que llegó 2005 y luego 2010, y ambos tuvieron lugar justo después de fenómenos similares. De Castro concuerda en este punto con que "probablemente 2016 sea globalmente de los años más cálidos en registro". "Si ya el año pasado fue uno de los más cálidos de los últimos 150 años, todo apunta a que el próximo estará entre los tres o cuatro primeros", añade.
En cuanto a Europa, es una de las partes del mundo que sufren menos efectos cuando se da el fenómeno de El Niño, que afecta sobre todo a zonas tropicales y subtropicales. Pero no se confíen, en este planeta todo está conectado.