Lejos de aparecer como una zona de desastre, parece una reserva natural llena de alces, corzos, ciervos, jabalíes y lobos. La ausencia de seres humanos en la antigua central tiene mucho que ver con la recuperación de la vida salvaje. La actividad del hombre parece, por tanto, más perjudicial para la fauna a largo plazo que los efectos del mayor accidente nuclear de la historia.
Este sorprendente repunte de la vida silvestre es lo que aborda el estudio capitaneado por Jim Smith, de la Universidad de Portsmouth en el Reino Unido, publicado en Current Biology. Según sus mediciones en la zona bielorrusa, dentro del perímetro de la zona de exclusión de un radio de 22 kilómetros alrededor de la malograda instalación, la fauna salvaje ha florecido con inusitada fuerza a pesar de los efectos negativos de la alta radiación.
"Sabemos que la radiación puede ser dañina en dosis muy altas", comenta Smith a EL ESPAÑOL, "pero la investigación sobre Chernóbil ha demostrado que no es tan perjudicial como mucha gente piensa".
Si bien estudios anteriores en la zona de exclusión mostraron los efectos de la radiación en la reducción de las poblaciones de vida silvestre, nuevas pruebas basadas en los datos del censo animal a largo plazo muestran que el censo de mamíferos se ha recuperado.
Según el informe, la presencia relativa de alces, corzos, ciervos rojos y jabalíes en la zona de exclusión es ahora similar a la registrada en cuatro reservas naturales no contaminadas de la región. Es más, el número de lobos que viven cerca de la central nuclear siniestrada es más de siete veces mayor que el del resto de parques naturales.
¿Hasta qué punto es la ausencia del ser humano la causa de esta recuperación silvestre? "Estos datos, que muestran una amplia gama de animales que prosperan dentro de una zona afectada por un accidente nuclear grave, ilustran la capacidad de recuperación de las poblaciones de fauna silvestre cuando se liberan de las presiones de la vida humana", comenta Jim Beasley, de la Universidad de Georgia y uno de los coautores del informe.
¿Cómo se ha llegado a esa conclusión? Jim Smith cuenta que "se analizaron diferentes conjuntos de datos". "Por un lado, los registrados entre los años 1987 y 1996 mostraron un incremento de la población salvaje que creemos que se debió al abandono humano de la zona", comenta el investigador, que añade que "aunque no se puede descartar un pequeño efecto negativo de la radiación, los datos no lo reflejan; de lo contrario, los números [de población de grandes mamíferos] no habrían subido tan rápido".
Los investigadores llevaron a cabo otro estudio entre 2008 y 2010. "Constatamos la abundancia relativa de animales en diferentes áreas dentro la zona de exclusión y, tras considerar las diferencias de hábitat, no pudimos detectar un efecto claro de la radiación sobre el crecimiento de la fauna", asegura este científico.
La radiación y sus efectos
La investigación puede ser útil para comparar la situación en los alrededores de la central ucraniana con la de otras zonas afectadas por una catástrofe nuclear, como las inmediaciones de la central de Fukushima, en Japón. "Las dos zonas son comparables, pero hasta cierto punto", afirma Smith, que recuerda que “el área contaminada de Fukushima es menor que en Chernóbil". "Hay informes de Japón que demuestran que hay muchos jabalíes en la zona evacuada, al igual que en la central ucraniana", asegura.
Por tanto, parece que es la ausencia del ser humano y su presión sobre la fauna salvaje lo que hace que ésta florezca, a pesar de los altos niveles de radiactividad.
"La zona de Chernóbil es una fascinante área experimental ya que nos permite investigar los efectos de la radiactividad en el largo plazo y sus transferencias", comenta Smith, y apunta: "Ha habido muchos experimentos de laboratorio sobre las consecuencias de la radiación en animales y plantas, pero estos suelen ser bastante a corto plazo". "Chernóbil nos permite estudiar los efectos en los animales después de años de exposición a la radiación", añade.
Precisamente, este estudio constata la abundancia de grandes mamíferos, pero no aborda la biodiversidad. Smith reconoce que no han comparado la riqueza de especies fuera de la zona de exclusión de Chernóbil, pero él y sus colegas esperan que esa diversidad sea "menor que en el interior [de la zona de exclusión] debido, precisamente, a los efectos de la presencia humana y sus actividades agrícolas".
Otro de los investigadores que ha participado en este informe, Tomas Hinton, destaca que su análisis incluyó un gran depredador como el lobo. "En general, los ecosistemas tienen que estar bien estructurados con una base de presas diversa y abundante para sostener a un depredador como éste", apunta Hinton, que deduce que "el hecho de que la cantidad de lobos es hasta siete veces mayor en la zona contaminada que en los parques nacionales cercanos se debe, en parte, a la abundancia de presas, unido a la ausencia humana y a la caza reducida".