Hay gente que cree que comerse los ojos de un buitre les ayudará a ver el futuro y ganar la lotería", cuenta a EL ESPAÑOL Darcy Ogada. Esta investigadora lleva más de 20 años estudiando los buitres y otras aves rapaces del continente africano y durante todo este tiempo ha luchado por mantener su población. Sin embargo, hoy muchas de ellas están en peligro de extinción, debido, entre otras causas, a la medicina tradicional.
Este mismo jueves, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) denunciaba que seis de las 11 especies de buitres africanos estaban "en riesgo de extinción" y habían entrado con fuerza en la denominada Lista roja de especies amenazadas, que elabora junto a la organización ecologista Birdlife.
Un estudio anterior, publicado en la revista Conservation Letters y liderado por la propia Ogada, ya anunció que al menos siete especies de buitres africanos habían perdido el 80% de su población en las últimas tres generaciones y seis de ellas "ya podrían ser clasificadas como especie en peligro crítico de extinción".
La gran mayoría (el 61%) se produjo por envenenamiento. Es la forma más fácil de acabar con estas rapaces, ya que los pastores ponen veneno para que los depredadores no se coman el ganado.
Pero llama más la atención la causa de casi el 30% de las muertes: la caza de los animales para su uso en medicina tradicional. De hecho, solo un 1% de los buitres apresados se destinan al consumo personal de carne.
El último 10% de las muertes se ha de atribuir a choques contra molinos de parques eólicos o electrocución con líneas de electricidad.
Una práctica en aumento
El problema del comercio ilegal de buitres con este fin no está sólo en el elevado número de animales muertos, sino en que esta práctica "está aumentando en intensidad en los últimos años", asegura Ogada. "Los buitres están muy cotizados para su uso en la medicina tradicional muti, típica de algunas regiones de Sudáfrica", explica Richard Thomas, coordinador de comunicación de TRAFFIC, la mayor organización mundial dedicada al estudio del tráfico de animales y plantas silvestres. "Pero es en Nigeria, y en menor medida en Benin, donde la medicina tradicional está teniendo un mayor impacto sobre las poblaciones de buitres", asegura Thomas.
Los practicantes de este tipo de curanderismo creen que las distintas partes de un buitre pueden curar enfermedades físicas y mentales, mejorar el éxito en los juegos de azar y en los negocios, o aumentar la inteligencia de los niños. Tal y como señalan Ogada y Thomas, este tipo de prácticas están muy arraigadas en muchas culturas africanas, pero son especialmente importantes en la región de KwaZulu-Natal en Sudáfrica y en varias zonas de África occidental, principalmente en Nigeria y Benin.
Otro estudio publicado el pasado agosto en la revista Oryx, determinó que el 94% del tráfico de buitres en África occidental tiene como destino precisamente estos dos países. Según el principal autor de este estudio, el investigador de la Universidad de Wageningen (Holanda), Ralph Buij, solo en estas regiones se pueden llegar a cazar cerca de 3.000 buitres al año, "lo que representa una proporción considerable de las poblaciones regionales". Buij asegura que es necesario "un compromiso más firme por parte de los gobiernos de Nigeria y Benin, para detener el comercio de aves amenazadas y evitar su extinción".
Cómo detener el comercio ilegal
Los expertos consultados por este diario coinciden en que lo más urgente es regular de forma inmediata todos los pesticidas y venenos que se utilizan para matar a los buitres. “El 40% de los buitres que venden en los mercados han sido envenenados, lo que supone un serio riesgo para la salud pública”, afirma Ogada.
Además, consideran que también hay que hacer un importante esfuerzo de educación en África occidental, para disminuir el uso de los buitres en la medicina tradicional. "Es necesario concienciar a la población, ya que cambiar la percepción acerca de las propiedades medicinales de los buitres es un factor clave para reducir el comercio", explica Thomas.
Pero el caso de los buitres no es el único. Ya se han intentado varios tipos de medidas para detener el comercio ilegal de otros animales para su uso en medicina tradicional. Este mismo año un equipo de investigadores consiguió crear réplicas de cuernos de rinoceronte, muy cotizados en Asia.
Pero para que este tipo de medidas sean efectivas, las reproducciones se deben asemejar tanto a los originales como para que una prueba de autenticidad sea más costosa que el propio cuerno. Hay que tener en cuenta, explica Thomas, que el consumo de algunos de estos productos, especialmente los más cotizados, se da "sobre todo entre individuos ricos, que hacen alarde de su nueva riqueza a través de productos exclusivos como estos".
También se ha conseguido sintetizar bilis de oso, comúnmente utilizada en la medicina tradicional china pero, pese a ser el mismo compuesto químico, los consumidores siguen prefiriendo la bilis de oso natural.
Algo similar sucede con los productos que contenían hueso de tigre, cuyo uso está prohibido en China desde 1993. Pese a que fueron sustituidos por restos óseos de otros tipos de animales, los comercios han seguido vendiéndolos con la imagen de un tigre en el envase, ya que la mayoría de los consumidores sigue prefiriendo comprar aquellos que están compuestos de auténticos huesos de tigre.
Este es el motivo por el que muchos conservacionistas no creen que este tipo de medidas sirvan para paliar los efectos del comercio ilegal, ya que siguen estimulando la creencia de que estos productos son eficaces. "Incrementar la disponibilidad y reducir el costo de un producto puede terminar estimulando aún más la demanda, lo que a su vez puede llevar a una mayor caza furtiva de la especie en cuestión", asegura Thomas. "Lo que necesitamos son normas y leyes más estrictas que nos permitan eliminar las redes de traficantes", afirma Ogada.
La crisis asiática
Pero la pérdida de los buitres no sólo supone un problema de carácter ético, sino que también puede tener un importante impacto en el medio ambiente e incluso en la salud de las poblaciones humanas.
A principios de los años 90 comenzó lo que se conoce como la crisis asiática de los buitres, en la que se perdió más del 96% de la población total de estas rapaces en la India.
En esta ocasión, la culpa no fue de la medicina tradicional, sino todo lo contrario. Un antiinflamatorio, el diclofenaco, fue autorizado para su uso veterinario y administrado masivamente a vacas y ovejas, el alimento favorito de las carroñeras, que morían envenenadas por esta causa.
De hecho, el problema no ha finalizado y la organización ecologista SEO ha intentando parar su uso en España.
Esta drástica reducción del número de buitres se tradujo en un aumento de las poblaciones de perros callejeros, que se han convertido en los principales carroñeros de las zonas urbanas. Este hecho ha aumentado los riesgos asociados con la transmisión de la rabia en este país asiático, lo que según algunas estimaciones ha supuesto un gasto sanitario de 30.000 millones de euros entre 1993 y 2006.
Los estudios realizados muestran un panorama desolador también para muchas especies de buitres africanos, que terminarán desapareciendo si no se toman las medidas adecuadas. Además, la extinción de estas especies puede tener consecuencias inesperadas para el frágil equilibrio de ciertos ecosistemas del continente africano, lo que podría repercutir en las poblaciones humanas.
Según Ogada "es fundamental entender la relación que existe entre la conservación de la biodiversidad y el desarrollo económico y las necesidades de la sociedad". Al fin y al cabo, si desaparecen los reyes de la carroña, no sabemos quién ocupará su lugar.