Los paleontólogos siguen dibujando el paisaje de hace 125 millones de años en el límite de las provincias de Teruel, Cuenca y Castellón. Hace unos años supieron que había rebaños de iguanodones pastando y abrevando. Algo más tarde descubrieron que no vivían en paz, sino amenazados por terribles depredadores como el concavenator. Ahora, un nuevo estudio publicado en PLOS por paleontólogos de la Universidad Autónoma de Madrid y la UNED ha identificado al primer dinosaurio hervíboro endémico de la península, bautizado como Morelladon beltrani.
Todo comenzó hace 10 años, cuando la empresa Energías Renovables del Mediterráneo trataba de instalar un parque eólico en los alrededores de Morella, al norte de Castellón, y descubrieron un rico yacimiento en el que, presumiblemente, había restos de una especie que no coincidía con ningún otra. "Nosotros sabíamos de la presencia de dinosaurios semejantes al Iguanodon, que es uno de los dinosaurios tradicionales, icónicos, de los primeros en describirse", explica a EL ESPAÑOL Fernando Escaso, uno de los autores del descubrimiento y del estudio.
Sobre el Iguanodon, se conocía su presencia tanto en la región castellonense y otras partes de España y Portugal como al norte de Europa, en Bélgica y en el Reino Unido.
"En los últimos años descubrimos restos que podían asignarse a otras especies conocidas, como el Mantellisaurus atherfieldensis, pero desde hace un tiempo encontramos restos que parecían diferenciarse", dice Escaso. La mayor parte de
las características de los restos óseos de este nuevo dinosaurio eran muy semejantes al Mantellisaurus -bautizado así por su descubridor, Gideon Mantell- pero presentaban una serie de características únicas. "Una de las que más se destaca es la altura de las espinas neurales", dice el paleontólogo.
Pese a que estas espinas están incompletas, lo que significa que la altura de la cresta dorsal del Morelladon podría ser aún más alta de lo que se cree, los investigadores consideran que la diferencia con respecto al Iguanodon o al Mantellisaurio es lo suficientemente importante como para distinguirse de estas especies. "Hay otros elementos diferenciadores, en la cintura pélvica o vértebras del sacro, pero quizá el más visual es la altura de estas espinas", dice Escaso, que añade: "Pensábamos que podía ser una variación dentro de la misma especie, entre machos y hembras, pero parece ser que no".
La gran pregunta es si el Morelladon era de origen peninsular o quizá se desplazó desde otras latitudes. "De dónde viene no podemos averiguarlo aún, sabemos que es distinto pero no conocemos su distribución", reconoce el paleontólogo de la UNED. Sin embargo, conocer que vivió hace 125 millones de años, en el Cretácico Inferior, da algunas pistas. "La península ibérica en esos momentos era una gran isla, y la teoría con la que trabajamos es que las poblaciones del sur de Europa estaban separadas del resto por un pequeño mar, no muy profundo", apunta Escaso, que deduce que "podría hablarse de endemicidad y considerar que el Morelladon es un animal endémico, adaptado a las condiciones climatológicas del sur de Europa".
El hallazgo ayuda a reforzar las nociones que los investigadores tenían sobre el paisaje en este momento de la historia del planeta. Sabían que los grandes saurópodos de cuello largo, como los Diplodocus, habían dominado épocas anteriores, pero en Europa fueron reemplazados en el Cretácico por rebaños de dinosaurios herbívoros más pequeños, como el Iguanodon. En lo que hoy es el noreste español, estos o el ahora descubierto Morelladon eran "el principal alimento de formas carnívoras como el Concavenator o el Baryonyx, un dinosaurio parecido al Spinosaurus que, por cierto, sale en las últimas películas de Jurassic Park", explica Escaso.
Por último, ¿acabarán bautizando a este nuevo hallazgo como al Concavenator Pepito, el asesino jorobado de Cuenca? El paleontólogo se sonríe. Como a cualquier científico, no le gusta que el foco se desvíe demasiado hacia lo anecdótico. "Es verdad que lo de Pepito empezó una cosa interna pero acabó siendo muy famoso, y la gente cuando te pregunta por el Concavenator acaban mencionando a Pepito", dice Escaso. "No sabemos si pasará lo mismo con este ejemplar", afirma, "pero en cualquier caso es un descubrimiento muy importante para conocer como eran los ecosistemas en el sur de Europa hace millones de años, y reivindicar la rica fauna de dinosaurios que había en la península ibérica".