Son las expresiones más repetidas estos días. "Feliz Navidad" y "felices fiestas". Explícitamente, ambas asocian esta época del año con la felicidad. Los orígenes de este júbilo se remontan a la tradición cristiana, al celebrar la noche del 24 de diciembre el nacimiento de Jesucristo, un motivo de alegría para todos sus creyentes –que representan un tercio de la población mundial–.
Pero quizás estos días te entristecen, incluso siendo cristiano, y te sientes como el Grinch, rodeado de luces navideñas, cenas, regalos y pajes reales. ¿Eres un bicho raro? No. Una reciente investigación que utiliza datos de alrededor de 2.900 europeos procedentes de países con raíces cristianas concluye que estas fechas generan sentimientos negativos y la sensación de estar menos satisfechos con la vida, especialmente, en la semana previa a las celebraciones.
"Como nuestro análisis se basa en grandes muestras representativas de poblaciones de once países europeos podemos concluir que las navidades provocan una disminución general de la sensación de bienestar de las sociedades europeas", asegura a EL ESPAÑOL Michael Mutz, investigador de la Universidad de Gotinga (Alemania) y autor del trabajo, que se publica en la revista Applied Research in Quality of Life.
No obstante, hay excepciones. Las personas que se definían como cristianas muy creyentes no experimentaban un descenso de este bienestar, y se sentían más satisfechas con sus vidas cuando llegaban estas fechas. También las familias con niños pequeños y las personas con alto nivel educativo disfrutaban con los festejos. Al terminar las celebraciones, los valores se estabilizaban en todos los grupos.
Los datos proceden de la Encuesta Social Europea, un estudio bianual financiado por la Fundación Europea de la Ciencia. El científico se centró en las encuestas de 2006 y 2012 y en dos franjas de tiempo: del 16 al 26 de diciembre y del 27 al 31 de diciembre, antes y después de las fiestas. Los países seleccionados fueron España, Bélgica, Estonia, Alemania, Hungría, Irlanda, Países Bajos, Portugal, República Eslovaca, Suecia y Reino Unido.
"Este bajo bienestar emocional en Navidades es el resultado de la presión por la falta de tiempo, las obligaciones sociales y quizás, también por las preocupaciones económicas, que son inherentes a la cultura de consumo materialista que rodea hoy a la Navidad", argumenta el investigador.
Lo que vale la felicidad
Porque es un hecho que los festejos navideños hacen mella en nuestros bolsillos. Este año, de media, nos gastaremos 684 euros en cada hogar español, según un estudio de Deloitte, una cifra superior a la media europea, que rozará los 662 euros. Los regalos representarán casi el 40% del total de gastos en nuestro país.
Los compramos por seguir la tradición pero, ¿regalarlos nos hace sentir mejor? Así lo afirma una investigación publicada en la revista Science. Gastar dinero en otras personas nos hace más felices que si lo invertimos en nosotros mismos. De hecho, el trabajo afirma que es más importante cómo lo gastamos que la cantidad que ingresamos en la cuenta bancaria a final de mes.
A través de una encuesta realizada en 632 estadounidenses, estos tenían que detallar su nivel de ingresos, grado de felicidad y cantidad gastada en un mes, especificando si era en facturas, regalos a otras personas, a sí mismos o donaciones de caridad.
Los resultados de la investigación revelan que comprar cosas para uno no estaba relacionado con la felicidad, al contrario que gastar dinero en los demás. Un mayor gasto de este tipo estaba asociado con niveles más altos de bienestar, algo que, si se traslada a las fiestas navideñas, es discutido por científicos como Tim Kasser, profesor de Psicología del Knox College (EEUU).
"En nuestro estudio vimos que las personas cuyas navidades se caracterizaban por gastar dinero eran menos felices que aquellas menos preocupadas en el gasto", destaca a EL ESPAÑOL. "No existe una relación entre cuánto dinero destinemos a regalos y lo felices que seamos en estas fiestas", zanja el psicólogo.
Emociones positivas, con estrés
La forma en que celebramos la Navidad también influye en cómo nos sintamos. Según otra investigación realizada en 117 estadounidenses de entre 18 y 80 años que vivían en el estado de Illinois (EEUU), la Navidad implica emociones más positivas que negativas, aunque también, niveles altos de estrés.
"Actividades como estar con la familia o realizar prácticas religiosas [las personas creyentes] se relacionan con ser más felices en Navidades, mientras que gastar mucho dinero en otros o recibir muchos regalos implican menor agrado", declara Kasser, autor principal del trabajo.
Las mujeres participantes en la investigación se sentían peor que los hombres, mientras que los adolescentes estaban menos contentos que las personas mayores. La religión podría ser la responsable de que los ancianos –por norma general, más creyentes que los jóvenes– experimenten mayor bienestar, a lo que se suma que les preocupa menos recibir o no regalos, como sí importa a los adolescentes, según el autor.
Sin embargo, el trabajo no encuentra una explicación que justifique por qué las féminas sienten más tristeza. "Otros estudios muestran que en otras épocas del año las mujeres muestran más estrés y emociones negativas que los hombres. Quizás ocurre lo mismo en navidades", baraja Kasser.
La familia aumenta el bienestar
La familia parece ser otros de los factores clave que hacen que nos sintamos más o menos a gusto en estas fechas. "La gente que participa más en comidas y rituales familiares mejora su bienestar", apunta a EL ESPAÑOL Darío Páez, profesor del departamento de Psicología Social y Metodología de la Universidad del País Vasco.
Un estudio (PDF) que dirigió en esa misma universidad, y que contó con la participación de 141 estudiantes de Psicología, concluyó que los jóvenes registraron más experiencias positivas y menos negativas antes y después de la Navidad y el Año Nuevo. La principal conclusión es que participar en celebraciones y rituales familiares reforzaba el bienestar positivo.
No obstante, aunque en frecuencias más bajas, estas fechas también provocaron conflictos familiares o en el círculo de amigos, lo que aumentó la sensación de malestar.
Insatisfacción con la vida
La tristeza puede deberse a otros factores, sin que necesariamente tengan que existir incómodas discusiones con las personas cercanas. "Puede ser fruto del desacuerdo e insatisfacción con el clima de alegría forzada, o una crítica al consumismo y al materialismo. También por el contraste entre el ideal de familia feliz e integración social frente a la realidad personal", enumera Páez.
Además, en esta época son muchas las personas que extrañan a sus seres queridos fallecidos y la celebración de las fiestas les evoca recuerdos que pueden ser dolorosos.
En la cara más extrema de este fenómeno estarían aquellas que, coincidiendo con la festividad, deciden quitarse la vida. Un estudio australiano que incluía 10.511 casos de suicido registrados entre 1990 y 2009 en Queensland (Australia), reveló cómo en la víspera de Navidad y en Año Nuevo había un incremento de las personas que terminaban con su vida, en comparación con las semanas previas y posteriores.
Moderación en los adornos navideños
Para respetar todas las creencias y no dañar el estado de ánimo de quienes no comparten estos rituales festivos, los expertos recomiendan reflexionar sobre la decoración navideña en calles y lugares de trabajo.
"Para quien no celebra las navidades, los adornos pueden indicarle que no pertenece completamente a ese espacio o contexto", señala a EL ESPAÑOL Michael T. Schmitt, profesor de Psicología de la Universidad Simon Fraser (Canadá).
El psicólogo llegó a esta conclusión tras dirigir un estudio (PDF) en el que analizaba cómo afectaba un pequeño árbol navideño a cristianos, budistas y sijes –practicantes del sijismo, una religión india–. Las tres creencias tenían una importante presencia en Vancouver (Canadá), donde se llevó a cabo la investigación.
Los participantes que no celebraban la Navidad presentaron un peor estado de ánimo cuando el árbol estaba presente. Por su parte, los que la festejaban vieron cómo su bienestar mejoraba con el símbolo navideño, más debido a que les recordaba Navidades pasadas que a que lo vieran como un elemento de inclusión social, según Schmitt.
Pero eso no significa que haya que quitar la decoración de los sitios públicos. Dependerá de cada situación. "En contextos en los que queremos incluir a personas con culturas muy diferentes debemos pensar si estos adornos hacen partícipe a todos de la comunidad a la que pertenecen", puntualiza. Todo para lograr que la Navidad no tenga dos caras, sino una en la que cada uno encuentre su sitio.
GUÍA DE SUPERVIVENCIA
Estos consejos de los expertos pueden ayudarte si la Navidad se te hace cuesta arriba.
- Focaliza tu atención en los aspectos positivos: socializa con los amigos o diviértete con los más pequeños de la casa.
- No tires la casa por la ventana con los regalos ni les des muchas vueltas. Céntrate en usar tu tiempo con la gente que quieres.
- Acepta que las normas y escenarios de la mayoría existen (aunque no te gusten). Probablemente entiendes y aceptas la pasión por el fútbol, a pesar de que no la compartas.
- Si la experiencia es muy insatisfactoria (le ocurre a una minoría), evítala.