Para hacer las cosas más emocionantes, empecemos cerca del final. En los años 60, investigadores de la Universidad de Oviedo analizaban las rocas de la cordillera cantábrica y descubrieron una capa de rocas tipo piedra pómez, formadas por el apelmazamiento de cenizas volcánicas a lo largo de millones de años. Estudiando estas rocas, llegaron a la conclusión de que hubo al menos dos eventos volcánicos distintos y no simultáneos.
Ya en 2008, un grupo de investigadores entre los que estaba Gabriel Gutiérrez, de la Universidad de Salamanca, se adentraron en el túnel construido para el AVE bajo el Puerto de Pajares. "Un poco por curiosidad, sacamos una de esas capas de roca para poner un número exacto a la fecha y encontramos esa edad de 477 millones de años".
La fecha exacta fue hallada por Fernando Corfú en un laboratorio de la Universidad de Oslo. Bastó con mirar a través de un espectrómetro los zircones -cristales magmáticos que tienen las rocas volcánicas, formados por uranio y plomo- que sirven como relojes naturales al medir la descomposición de los isótopos. De hecho, el objeto más antiguo hallado en la Tierra es un zircón de 4.400 millones de años.
Poco después, Enrique Bernárdez, hoy investigador en la chilena Universidad de Atacama, dató materiales similares en el túnel del Fabar, en Ribadesella, a unos 100 kilómetros de Pajares. Las cenizas también tenían 477 millones de años, lo que quiso decir que ambas capas procedían del mismo evento volcánico y que éste era mucho, mucho mayor de lo que pensaban.
"Sabemos que la zona donde está esta capa de ceniza, increíblemente gruesa para un evento volcánico normal, de hasta un metro en algunos lugares, se depositó de una sola vez porque no hay interferencias de otros elementos", confirma Gutiérrez. "Hay que hablar de un evento supervolcánico".
Las conclusiones, que aparecen publicadas en la revista Tectonophysics, señalan que los investigadores tienen aún un reto por delante para delimitar cómo de potente fue esta explosión volcánica. En el escenario más suave, sería un evento mayor a cualquier otro registrado en los últimos dos siglos. En el más hardcore, estaríamos hablando de la segunda mayor explosión volcánica conocida, sólo detrás de la de Toba, en Indonesia, hace 76.000 años.
Entre las limitaciones del estudio están, obviamente, las complicaciones para medir cuánto material expulsó un volcán que explotó hace más de 400 millones de años, en el Ordovícico, la época en que aparecieron las primeras plantas verdes sobre el planeta. "Estamos bastante seguros de que estas cenizas están en muchos otros sitios, como Cerdeña o Armórica, es el siguiente paso que tenemos que dar", añade Gutiérrez.
Y por último, si hubo una megaexplosión volcánica... ¿dónde está la caldera? En otros eventos similares existen enormes cráteres que hoy cobijan lagos, pero no es el caso. "No sabemos dónde está", dice el investigador, aunque las pistas señalan hacia el área donde hoy está Vigo.
Acabemos por el principio. Hace 477 millones de años, la península ibérica, aunque casi toda estaba sumergida, formaba parte de esa enorme plataforma continental llamada Gondwana, y estaba cerca del Polo Sur. Cuando aquel supervolcán explotó, sus cenizas cayeron en el mar que rodeaba a la caldera. "Cuando un volcán es marino, en poco tiempo se erosiona, desmantela y desaparece", dice Gutiérrez.
Ahora que sabemos que ocurrió, los investigadores tratarán de precisar dónde y cómo de intenso fue. O como dice aquella canción de Bowie, titulada paradójicamente Ashes to ashes, tenemos "un destello de luz, pero ninguna pistola humeante".