¿Se ha encontrado por fin el Planeta X? Diez preguntas y respuestas
¿Realmente estamos en condiciones de dar la bienvenida al Planeta Nueve, como lo denominan provisionalmente sus descubridores?
21 enero, 2016 18:03Noticias relacionadas
El pasado octubre, EL ESPAÑOL repasaba las investigaciones encaminadas a analizar si existen planetas en el Sistema Solar desconocidos hasta ahora. Esta semana, dos científicos del Instituto Tecnológico de California (Caltech), en Pasadena, han publicado un estudio en la revista The Astronomical Journal en el que dicen disponer de suficientes pruebas como para asegurar la existencia de lo que tradicionalmente se ha llamado Planeta X. Esto es lo que sabemos hasta ahora sobre el nuevo hallazgo.
1. ¿Por qué el Sistema Solar podría poseer más planetas?
En 2003 el astrónomo Mike Brown (coautor del nuevo estudio) y dos colaboradores descubrieron un planeta enano llamado Sedna que se convirtió en el objeto más lejano del Sistema Solar conocido hasta entonces. La órbita de Sedna es extraña, muy excéntrica y alargada, y demasiado alejada de Neptuno como para que el influjo de este planeta pudiera justificar su trayectoria. En 2014 se conoció otro caso similar, un objeto llamado 2012 VP113. Los descubridores de este planetoide, Chad Trujillo y Scott Sheppard, comprobaron además que varios de estos objetos transneptunianos del Cinturón de Kuiper tienen sus órbitas agrupadas en el espacio, algo que Brown compara a "tener un reloj con seis manecillas que se mueven a diferentes velocidades y, cuando miras, están todas en el mismo lugar". A esto se une que sus órbitas comparten la misma inclinación respecto al plano de los planetas, algo que según Brown tiene una probabilidad del 0,007% de ocurrir de forma natural. Todas estas aberraciones orbitales son compatibles con la influencia gravitatoria de un gran planeta más allá de Neptuno.
2. ¿En qué ha consistido el trabajo de los científicos?
Aunque distintas hipótesis previas sobre la existencia de un Planeta X han sido desacreditadas, Brown pensó que las nuevas observaciones podían sostener la existencia de este objeto desconocido. Para estudiar tal posibilidad se alió con Konstantin Batygin, un joven investigador de Caltech experto en modelos matemáticos que permiten simular las órbitas y las interacciones gravitatorias de los cuerpos celestes en un sistema informático. Con los datos disponibles, fueron tanteando varias hipótesis hasta que dieron con una que lograba encajar todos los datos: un planeta del tamaño de Neptuno con una órbita contraria a la de los objetos transneptunianos analizados; es decir, que en la región donde estos se acercan más al Sol es donde el presunto planeta tendría su punto de máxima lejanía. Esto implica que la órbita del planeta y las de los objetos se cruzarían, pero sin colisionar.
3. ¿Qué han descubierto los científicos?
Nada. El nuevo estudio no informa de un hallazgo, sino solo de una predicción: una hipótesis que encaja matemáticamente con las observaciones que hasta ahora no tenían explicación. Según esta hipótesis, el presunto planeta, llamado provisionalmente Planeta Nueve, tendría una masa de diez veces la terrestre o 5.000 veces la de Plutón, y un volumen como el de Neptuno o tal vez algo más pequeño. Su máximo acercamiento al Sol sería de unas 200 Unidades Astronómicas (UA, la distancia media de la Tierra al Sol, 150 millones de kilómetros), siete veces más lejos que Neptuno, y el punto más alejado de su órbita estaría entre 600 y 1.200 UA, más allá del Cinturón de Kuiper que rodea Neptuno. Tardaría entre 10.000 y 20.000 años terrestres en dar una vuelta completa a su órbita alrededor del Sol. Se trataría de un cuerpo gaseoso y helado que habría sido expulsado hacia esas gélidas lejanías por otro de los grandes planetas de gas durante la formación del Sistema Solar.
4. ¿Las pruebas son defintivas?
No. Se trata solo de una hipótesis razonable, aunque encaja de forma casi mágica. De hecho, el modelo explica también las órbitas de otros cuatro objetos transneptunianos descubiertos en los últimos años, que orbitan en un plano perpendicular al de los planetas y cuyas trayectorias hasta ahora eran difíciles de explicar. Pero anteriormente todas las hipótesis sobre posibles Planetas X han resultado finalmente rechazadas.
5. ¿Qué opinan otros expertos?
Las opiniones publicadas hasta ahora por otros astrónomos muestran cautela, aunque tienden a ser favorables. El astrónomo de la Universidad Complutense de Madrid Carlos de la Fuente Marcos, que también ha trabajado sobre la posible existencia de uno o más Planetas X, comenta a EL ESPAÑOL que el estudio "es bastante más convicente que algunos de los trabajos que citan", aunque también "tiene sus limitaciones". En concreto, "su hipótesis no puede explicar algunos datos observacionales", algo que los propios autores reconocen. Por otra parte, el trabajo de Brown y Batygin únicamente ha incluido en el modelo seis objetos transneptunianos; si se descubrieran uno o varios que no encajaran en la simulación, la hipótesis quedaría refutada.
6. ¿Por qué no se habría observado este planeta hasta ahora?
De existir, el planeta propuesto por Brown y Batygin sería demasiado pequeño y lejano como para que pueda observarse fácilmente. Los datos del telescopio espacial de infrarrojos WISE de la NASA han permitido descartar la existencia de planetas del tamaño de Saturno hasta una distancia de 10.000 UA, o del tamaño de Júpiter hasta 26.000 UA, pero no de planetas de menor tamaño dentro de esos rangos, por lo que el presunto Planeta Nueve podría haber pasado inadvertido. Por otra parte, los telescopios con la suficiente sensibilidad como para detectar cuerpos tan pequeños y lejanos, como el Hubble o el Keck de Hawái, tienen campos de observación extremadamente pequeños; la revista Science compara la posibilidad de utilizarlos para descubrir el Planeta Nueve a "buscar una aguja en un pajar mirando a través de una pajita de bebida".
7. ¿Es posible observarlo?
El problema para observar directamente el hipotético Planeta Nueve es que Brown y Batygin han establecido su trayectoria, pero no tienen la menor idea de en qué punto de ese camino podría hallarse actualmente, y su órbita es inmensa. Por ello, hace falta un telescopio muy sensible pero además con un campo de observación muy amplio, capaz de rastrear una gran porción de cielo. El candidato más atractivo para esta búsqueda es el telescopio japonés Subaru, en Hawái, cuyo campo de observación es 75 veces mayor que el de su vecino Keck. De hecho, el Subaru ya está escudriñando el cielo en busca del Planeta Nueve. Si por casualidad se encontrara ahora en el segmento de su órbita más cercano al Sol, habría más posibilidades de detectarlo con otros telescopios.
8. ¿Cuándo podría confirmarse?
Brown ha declarado que la búsqueda con el telescopio Subaru podría llevar unos cinco años. Según De la Fuente Marcos, "es posible que haya resultados positivos o negativos antes de que acabe el año. Si no se halla ningún objeto con las características predichas en los próximos dos años o así, significaría que el modelo propuesto es inadecuado".
9. ¿Por qué este sería un planeta y Plutón dejó de serlo?
La definición actual de planeta establece unos requisitos adoptados por acuerdo entre los astrónomos. Plutón dejó de serlo porque no los cumplía, al ser demasiado pequeño; algo en lo que el propio Brown tuvo mucho que ver, ya que los criterios se modificaron tras su descubrimiento en 2005 de Eris, un objeto del tamaño de Plutón. Pero un cuerpo tan masivo como el propuesto ahora por Brown y Batygin, si es que existe, sería un planeta de pleno derecho, por su gran masa y porque su gravedad dominaría una región mayor que la de Júpiter. Según Brown, sería "el más planeta de todos los planetas del Sistema Solar".
10. Si existe, ¿qué nombre se le pondrá?
Solo se podría poner nombre al presunto planeta una vez que se demostrara su existencia mediante la observación directa. Durante sus investigaciones, Brown y Batygin bautizaron a su hipotético planeta con el apelativo de Phattie, sustituido después por el más formal de Planeta Nueve. La Unión Astronómica Internacional es la encargada de nominar los objetos celestes, habitualmente dando prioridad a los nombres sugeridos por sus descubridores. Brown ha evitado pronunciarse al respecto, aunque es importante destacar que en este caso aún nadie ha descubierto nada.