Para obtener datos de un interrogado a veces es mejor ser más conversador y menos incisivo; hacer más afirmaciones y menos preguntas directas; en definitiva, ser más Bertín Osborne y menos Ana Pastor. Una tesis muestra la alta efectividad de mantener una conversación con un interrogado para sonsacar valiosa información en lugar de someterle a una batería de agresivas preguntas.
La investigación, llevada a cabo por el investigador de la Universidad de Gotemburgo Simon Oleszkiewicz, demuestra por primera vez de forma empírica la efectividad de esta técnica de obtención de información, algo que muchos expertos en inteligencia han intuido desde hace 70 años.
Esta manera de interrogar sin preguntas fue desarrollada durante la II Guerra Mundial por Hanns Scharff, el amable interrogador nazi de la Luftwaffe que prefería tratar a los prisioneros con respeto y amabilidad, en lugar de presionarlos con preguntas y amenazas de violencia. Al final, el alto grado de éxito en sus interrogatorios y su prestigio personal le llevó a asesorar al mismísimo Pentágono a partir de los años 50.
Aunque se suele atribuir el éxito de Scharff a su personalidad, en realidad su mérito fue saber combinar varias tácticas combinadas: una aproximación amable o amigable al interrogado, evitar las presiones directas para conseguir información, dar a entender que el interrogador lo sabe casi todo, dejar que el individuo cuestionado confirme o desmienta datos que se le lanzan y, por ultimo, no dar importancia a nuevos datos cruciales delante del interrogado.
En su tesis, Oleszkiewicz las evalúa a partir de un experimento sobre un hipotético ataque terrorista, que incluyó entrevistas a más de 380 participantes. Parte de este estudio fue financiado por el High-Value Detainee Interrogation Group (HIG), una rama del FBI creada por Barack Obama y que comenzó a operar en 2010 con el fin de interrogar a sospechosos de terrorismo poco después de su detención para obtener rápidamente información sobre amenazas.
Conversar en lugar de interrogar
Cuando se utilizan preguntas directas, abiertas o muy específicas, el entrevistador se muestra como alguien que sabe muy poco sobre el asunto. Según apunta a EL ESPAÑOL Oleszkiewicz, "ello dará lugar a que el interrogado piense que todo lo que responda o declare es nuevo para el entrevistador, y éste terminará obteniendo información que muy probablemente ya sabía antes".
"Sin embargo, cuando se usa la técnica de Scharff, el entrevistador tiene como objetivo ser percibido como alguien muy bien informado, lo que crea mejores condiciones para la recopilación de información nueva para el entrevistador", afirma el investigador, que añade: "Mientras tanto, la fuente va a creer que en realidad no ha contribuido con mucha información y dificilmente comprenderá qué información nueva ha proporcionado al interrogador".
La técnica de Scharff se basa en mantener una conversación con el interrogado en la que da a entender que se dispone de mucha información y que tan sólo necesita confirmar ciertos pequeños detalles. De este modo, los sujetos cuestionados no tenían forma de saber cuánta información manejaba Scharff, y casi siempre revelaban mucha más información de lo que ellos creían.
El "truco" está en que cuando el entrevistador evita las preguntas directas y hace hincapié en lo que ya saben, se hace difícil para el entrevistado cooperar sin contribuir con nueva información.
Ahora, Oleszkiewicz ha logrado conceptualizar estas tácticas que evitan las preguntas explícitas. La conclusión es que la técnica funciona sorprendentemente bien en entrevistas con personas que están mínimamente dispuestas a compartir información. La tesis muestra que los entrevistados con la técnica de Scharff desvelaron más información que los que se enfrentaron a preguntas explícitas. Además, los primeros pensaban que no estaban revelando mucha información.
"Nuestra conceptualización de la técnica se puede ser usada para formar interrogadores, y la investigación muestra que podemos ayudar a afinar las tácticas que ya se utilizan", afirma Oleszkiewicz.
Investigación e inteligencia
Al final, ¿en qué contexto funciona mejor esta técnica de interrogatorio? ¿Podría quizá haber sustituido a las "técnicas de interrogatorio mejoradas", ese eufemismo de la Administración Bush para describir las torturas a prisioneros en Bagram, Guantánamo y Abu Ghraib?
"Al igual que las demás, la técnica Scharff tiene limitaciones", observa Oleszkiewicz. "Estoy seguro de que los interrogados más veteranos saben cuando y dónde compartir qué y cuánta información", por lo que con este tipo de interrogados esta técnica no funcionaría, afirma este experto.
El investigador sueco insiste en que "el método Scharff funciona en situaciones en las que el interrogado tiene un cierto grado de voluntad de compartir información, pero también quiere ocultar ciertos detalles". "En situaciones como ésta, esta técnica puede maximizar el resultado para el entrevistador", apunta.
"El mayor beneficio, en mi opinión personal, es que esta técnica tiene altos estándares éticos", comenta a este diario el investigador, que añade: "Su eficacia se basa en la voluntad de las fuentes de cooperar y, por tanto, creo que es más eficaz cuando se entrevista a la misma fuente durante un tiempo prolongado, incluso durante años".