Si hace aproximadamente tres millones de años a los homínidos anteriores a H. erectus les hubiera dado por ser vegetarianos y hubieran pasado de introducir la carne en su dieta, los hombres actuales seríamos bastante distintos a lo que somos en la actualidad. Entre otras cosas, pasaríamos mucho más tiempo masticando y requeriríamos para ello de mucha más fuerza. Nuestros dientes serían, seguramente, más grandes y más ancha también sería nuestra mandíbula.
Un estudio publicado este miércoles en Nature revela que fue precisamente la introducción de la carne y de sencillos instrumentos para procesar la comida los que hicieron que se produjeran un cambio evolutivo que, según explicó en rueda de prensa el principal autor del trabajo - el biólogo de la Universidad de Harvard Daniel Lieberman- es "paradójico". La razón: cuando todo se hacía más grande según pasaban los años -o, más bien, los siglos- los dientes y la mandíbula empequeñecían.
"No somos conscientes de lo importante que es masticar pero si uno ve a los chimpancés se da cuenta de que pasan la mitad del día masticando, a pesar de que siguen una dieta muy buena; los humanos, sobre todo en las sociedades urbanas, no dedicamos más de unos minutos a ello", comentaba el experto de la universidad estadounidense.
Lieberman señala que "en un punto" de la evolución "se dejó de masticar tanto" y que esto se debió a dos factores: la adopción de una dieta de mayor calidad y la introducción de la comida procesada. En este sentido, la cocina podría considerarse el momento de cambio fundamental, pero no cuadraban las fechas: la primera evidencia de esta actividad es de hace un millón de años y se considera que se instauró de forma regular hace 500.000 años.
Pero sí que se tenía constancia de que había dos cosas que habían sucedido antes de que los dientes de los homínidos empezaran a mermar: la introducción de la carne y el procesamiento mucho más simple de los alimentos, con instrumentos de piedra muy rudimentarios que lo único que permitían era cortar en trozos la carne cruda y aplastar las raíces (los vegetales que se comían entonces) antes de masticarlos.
Ahora, los investigadores estadounidenses han demostrado que fueron esas dos simples circunstancias las que provocaron el cambio evolutivo, a lo que le debemos no pasar horas y horas al día masticando.
De hecho, sus cálculos han demostrado que tan sólo hacer que una tercera parte de la dieta estuviera compuesta por carne e incluir el procesado básico de los alimentos hizo a los primero Homo necesitar masticar un 17% menos a menudo y empleando un 26% menos de fuerza.