Cómo enviar selfies de desnudos (y a salvo) por internet
Para algunos, la solución contra las ciberintrusiones íntimas no es dejar de compartir imágenes sino educar en derechos humanos y tecnología.
18 marzo, 2016 01:20Noticias relacionadas
Que internet ha globalizado el morbo y de paso, su mala praxis, lo demuestra que las primeras estadísticas que aparecen en el buscador de Google España sobre el robo de imágenes privadas a través de las principales aplicaciones de mensajería instantánea -con Whatsapp a la cabeza-, vienen de allende los mares.
Y es que a raíz de la publicación de unas fotos y un video erótico robados a la modelo y presentadora porteña Ivana Nadal, la ONG Defendamos la República Argentina desveló en un informe que sólo en ese país se producen cada día entre cuatro y cinco casos de hurto y/o publicación por estas vías de imágenes comprometedoras, lo que suma un cómputo de unos 120 casos al mes.
En España, la figura de una exconcejal de un pueblo de Toledo se hizo célebre tras saltar de móvil en móvil un video suyo, íntimo, que terminó por cuestionar y criminalizar el uso y disfrute de su propia privacidad. Y desde Los Yébenes de aquella Olvido Hormigos al resto de un mundo digital cada vez más pequeño, famosos y anónimos, adolescentes y no tan jóvenes, son objeto a diario de este tipo de ataques a la privacidad.
Sin embargo, "la solución no es no compartir imágenes por seguridad, como proponen otras guías al respecto", advierte Joana Varon, 34 años, fundadora y directora de Coding Rights, una ONG con sede en Brasil que surfea entre el coaching, el uso de la tecnología y la defensa de los Derechos Humanos en la Red. "Sí que es cierto que las mujeres son las principales víctimas, pero por otro lado la salida no es dejar de hacer lo que te pueda provocar placer o diversión, como conocer tu cuerpo o sentirse bella con una estética que no es ni mucho menos pornográfica".
Compartir es vivir
Así, esta abogada brasileña, graduada también en Relaciones Internacionales, de un pasado punk que reivindica y con una vasta experiencia en investigaciones universitarias sobre tecnologías de la información y políticas públicas -amén de un activismo feminista que ha paseado por la ONU luciendo tatuajes "entre trajes y corbatas", confiesa entre risas-, creó esta organización liderada por un consejo colaborativo de 18 mujeres cuyos pasaportes abarcan sellos de Brasil, India, Guatemala, EEUU, Países Bajos o Polonia.
"Mis jefes siempre han sido hombres, en todos los centros de investigación en los que he trabajado había siempre directores, y yo quería hacer algo distinto", comenta, y añade: "Quería afrontar las políticas de internet con otros cerebros, de sensibilidad feminista; si estás entre mujeres, es otra lógica la que opera".
La cuestión, formar y educar en Derechos Humanos y tecnología. Pero de otra forma y en positivo. "Siempre me gustaron los movimientos artísticos y creo que los artistas tienen el poder de transformar la sociedad. Además, la gente mira más una imagen que un texto de un investigador o de una abogada como soy yo. El Derecho es un elemento de poder, pero encriptado para los que entienden ese vocabulario. Y eso excluye a la gente".
Cultura de fanzine contra el establishment
Y así fue como nació Safer nudes ("desnudos más seguros"), una guía a modo de fanzine que enseña a compartir selfies de desnudos a salvo de amantes despechados y otros piratas informáticos, pero cuyo objetivo principal es, en palabras de Varon, "traducir de una manera creativa y artística qué dice la ley y cómo se usa la tecnología para que la gente lo entienda y proteja sus prácticas".
"Ofrecíamos cursos de seguridad digital a los que vienen periodistas o activistas de DDHH, pero vimos que no era suficiente. La seguridad digital es como la salud, si tú no te cuidas, enfermas y puedes enfermarme a mí. La gente ha de saber algo de criptografía, cuáles son las aplicaciones más seguras. Y nos dimos cuenta de que lo del desnudo era el gancho perfecto para explicarlo".
Enviar nudies puede ser, además, un ejercicio de "auto reafirmación", sugiere: "Quedarse en el simple 'protege tu privacidad', ¿qué comunica? Cuando respondes que puedes fotografiarte desnudo y divertirte, que eso es un derecho, la gente sí lo entiende". Y concluye: "Por último, también es una manera de luchar contra los cánones de belleza, sobre todo femeninos, impuestos por Hollywood, por la industria del porno o por la moda. Toda mujer es bella y fotografiarse desnuda es una forma más que tiene de explorar su cuerpo e incluso encontrar su mejor ángulo".
La guía
Coding Rights está también en Facebook y la guía puede descargarse en formato PDF (en inglés y portugués). Básicamente, esta son las recomendaciones:
Disfruta. Usa la cámara para encontrar tu mejor ángulo. Hazte tantas fotos como sea necesario y recuerda que no hay reglas ni límites: es tu desnudo, son tus normas.
Sé anónimo. Si envías una foto a alguien que no conoces, trata de no mostrar tu cara, tatuajes, cicatrices o marcas de nacimiento. Nada que permita identificarte.
Elige el software. Aplicaciones como ObscuraCam permiten pixelar la cara o cualquier otro detalle que quieras ocultar. Recuerda que las fotos tienen un sinfín de metadatos que permiten geolocalizarte (dónde y cuándo fueron tomadas). Usa Photo Exif Editor para borrarlos antes de enviarlas.
Elige canales seguros. Lo ideal es una app de código libre que permita la encriptación de cualquier dato, bloquee las capturas de pantalla, envíe fotos que se autodestruyan y, sobre todo, que no te pida tus datos personales al descargártela. Pero no existe una app así. No lo olvides.
Piensa. Hacer sexting vía SMS, Whatsapp, Facebook o Tinder permite identificarte y descargarse tus fotos. La aplicación Wickr, por ejemplo, encripta end-to-end y hace que las fotos se borren tras ser vistas. Ahora, no lo sincronices con ninguna red social.
¿Y Telegram? Es más segura que otras aplicaciones, pero pide que te registres y guarda tus fotos 24 horas en el servidor.
¿Quién puede verme desnudo? Cualquier gobierno y/o empresa privada (sobre todo si tiene servidores), podría hacerlo. Si, además, usas una red WiFi pública, cualquier ciberintruso que sepa cómo interceptar el tráfico de datos.
Borra o protégete bien. Guardar las fotos encriptadas es una buena medida de seguridad, pero borrarlas es otra alternativa. Recuerda que tu móvil almacena las fotos en diferentes carpetas, así que utiliza programas como CC Cleaner. Piensa que tu móvil se puede perder y caer en malas manos, así que hacer un borrado general de vez en cuando es buena idea. Si decides conservarlas, PGP permite encriptar bien y de manera sencilla. Haz las claves de acceso seguras y no las compartas nunca con nadie.
Pide ayuda. Si has decidido que tus fotos salgan a la luz no hay problema, pero si no ha sido así, toma medidas. A veces sólo hace falta enviar un e-mail al servidor que aloje la página, pero otras será necesario buscar un abogado. Sobre todo, busca ayuda en sitios web como Without My Consent, Women Against Revenge Porn o Take Back The Tech.