António Damasio: "El instinto no siempre gobierna nuestros actos, pero los guía"
El trabajo de este neurocientífico portugués, Premio Principe de Asturias 2005, ha sido fundamental para comprender el papel de las emociones o la memoria en nuestra evolución como especie.
7 junio, 2016 01:20Noticias relacionadas
La ciencia seria nunca hizo mucho caso de las emociones, un objeto de estudio menor, subjetivo y aparentemente trivial hasta que llegó el neurólogo António Damasio (Lisboa, 1944) e intentó comprender empíricamente cómo las emociones intervienen en las decisiones que tomamos. Su hipótesis de los marcadores somáticos, que explica cómo estos procesos pueden llegar a guiar nuestro comportamiento, fue tan influyente que pronto escapó al ámbito de la neurociencia y fue rápidamente absorbida por disciplinas como la filosofía, psicología o el marketing.
Diez años más tarde de recibir en Oviedo el Premio Príncipe de Asturias, el neurocientífico y Hanna Damasio (Lisboa, 1942) su mujer y fiel compañera investigadora, vuelven a pasar por España, esta vez para dar una conferencia en el Espacio Fundación Telefónica.
La semana pasada, un gorila en el zoo de Cincinnati fue abatido para preservar la seguridad de un niño que cayó a su foso. Esto dio paso a un debate sobre cómo deberíamos tratar a los grandes simios. Usted, que ha estudiado la complejidad social y cultural de estas especies, ¿se encuentra cómodo con el término 'personas no humanas' al referirse a estos ejemplares?
Bueno, hay varias especies cuya mente y comportamientos son tan complejos que deben ser tratadas con algo más que el mero desdén y la capacidad de poder destruirlos. En general, e incluso a especies más simples, deberíamos tratarlas de una forma que pueda ser descrita como 'humana', no se debería causar dolor y sufrimiento dado que se lo estamos causando a otro animal. Es un cambio de actitud, que requeriría dejar de vernos como dueños del resto de animales del planeta, tratándolos como objetos en lugar de como seres vivos, y más si estos animales son muy complejos. Tradicionalmente hemos hecho excepciones en nuestra cultura, tratar mal a un perro o a un caballo ya no está bien visto, pero luego hay otras especies con las que somos un poco menos cuidadosos.
Sus estudios apuntan a que las emociones nacen de un estímulo físico, no mental. ¿Cree que, dado que los robots carecen de una mente dentro de un cuerpo, como nosotros, será imposible que alcancen una inteligencia similar a la humana?
Creo que, obviamente, es uno de los grandes problemas, la gente piensa que los robots pueden hacer más de lo que realmente pueden hacer, precisamente porque no han pensado en las diferencias. Es cierto que la memoria es, además de extremadamente poderosa, interminable: podemos construir más y más memoria, pero al mismo tiempo, no tenemos sistemas equivalentes para los sentidos.
Y eso, a efectos prácticos...
Eso iría contra el propósito de desarrollar una inteligencia, y además es posible que las criaturas artificiales se vuelvan más peligrosas, precisamente porque carecen de límites. Si nunca han sufrido, no pueden tener empatía alguna en su relación hacia otras criaturas. Al mismo tiempo, a no ser que los humanos les demos un mal motivo a esas criaturas, no es probable que decidan ser malas, o buenas, porque necesariamente carecen del sistema sentimental que brota de, como usted ha dicho, una mente corporeizada, porque no están hechas de carne viva.
Hanna Damasio, quien se ha especializado más en el desarrollo de los sistemas de imagen que nos permiten estudiar el cerebro, como la resonancia magnética funcional o fMRI, interviene para apuntillar que los seres humanos "podemos ser explicados mediante algoritmos, pero no somos algoritmos".
¿Cuál es, para usted, el significado evolutivo de ser capaces de sentir culpa? ¿Para qué nos ha servido como especie?
Si hemos evolucionado como lo hemos hecho, y nuestro sistema moral ha evolucionado como lo ha hecho, es por todos esos sistemas emotivos que acabaron conduciendo a diferentes sentimientos tales como la compasión hacia otros o el deseo de cooperar. Ddado que tenemos la capacidad de sufrir, de sentir dolor, obtuvimos la habilidad de sentir lo que el otro siente.
La empatía.
Así es. Todas esas cosas son extremadamente cruciales en la evolución de en lo que nos hemos convertido.
En su hipótesis de los marcadores somáticos, hay algunos conceptos que me gustaría desarrollara un poco. En primer lugar, la memoria. ¿Cuál es el papel de los recuerdos, son quizá una emoción más?
Los marcadores somáticos, por definición, están relacionados con la memoria. Cuando estamos en una situación que es extremadamente comparable a una situación previa, la recordamos y también reactivamos un recuerdo similar al de aquella vez. Cuando eso ocurre, de alguna manera surge la posibilidad de guiar lo que va a ocurrir a continuación en función de si se reactiva algo asociado a un sentimiento negativo, o si estos marcadores somáticos son positivos y nos animan a seguir adelante.
Es decir, que lo que creíamos instinto es memoria.
Siempre hay que ver esto en un contexto con razones diversas, no siempre actuamos gobernados por el instinto, más bien, el instinto guía nuestro comportamiento y a partir de ahí corregimos empleando la razón. Siempre hay esa interacción entre ambas partes.
Precisamente, el otro concepto por el que quería preguntarle es la razón, qué significa ser racional. Porque no deja de ser otra construcción cultural, ¿no?
La cuestión es muy interesante, porque construimos nuestros sistemas racionales, que van de razonar con certezas dentro de nuestra propia cultura, construyendo un repositorio de hechos hasta que, en cierto punto, esos hechos se imponen sobre nuestro juicio. Por ejemplo, las reglas para conducir no son una cuestión de marcadores somáticos o pensamiento racional, son reglas que han sido establecidas, que forman parte del sistema. Así que las obedecemos para que todo no sea caótico.
En los últimos 20 años, el estudio del cerebro ha avanzado más que en varios siglos gracias a las nuevas tecnologías de imagen. Hoy, por ejemplo, podemos estudiar cerebros sanos y no sólo enfermos. ¿La próxima frontera para la neurociencia es tecnológica o intelectual?
Ambas. Requiere pensar y tratar de averiguar cúal puede ser el problema y cómo puedes obtener la respuesta, y en esa última parte es donde la tecnología puede ayudar, puede mostrar fisiológicamente cosas que antes sólo podías prever teóricamente, por ejemplo la conectividad funcional del cerebro, los marcadores somáticos, o las zonas de convergencia-divergencia.
Estas últimas, propuestas por Damasio en 1989, son las áreas del cerebro donde recolectamos esas percepciones pasadas y recuerdos, las transformamos y las acabamos convirtiendo en conciencia, imaginación o nuevas creencias. Hanna Damasio no queda del todo satisfecha con la respuesta de su marido, e interviene una vez más para expresar que, a veces, la tecnología les limita: "Si tan sólo pudiéramos tener mejor resolución en la resonancia magnética o un mejor procesamiento de la difusión...", dice, lamentándose para sí misma.
Parece claro que, en esta pareja de científicos, el inconformismo de Hanna es uno de los motores de la creatividad.