Si al final de la película el protagonista ha logrado resolver el crimen o mantener a la Tierra a salvo de esa invasión alienígena, ya ha hecho su trabajo. No le vamos a pedir además que sepa de ciencia. Y por supuesto, ni el estatus de celebrity ni el ser ignorante en algo le quita a nadie el derecho de expresarse como le venga en gana sobre lo que le venga en gana.
Sin embargo, no pocos famosos se quejan del precio de la popularidad: una excesiva atención del público hacia todo lo que hacen o dicen. Y en cambio muchos de ellos, lejos de huir de esa influencia popular, la aprovechan para difundir sus particulares proclamas. El problema surge cuando éstas son contrarias a la ciencia actual, lo que no sólo daña la educación en el conocimiento, sino que puede llegar a costar vidas cuando se trata de materias delicadas como las pseudomedicinas. Hacemos un repaso a las celebrities más destacadas por su proselitismo pseudocientífico.
Gwyneth Paltrow
La rubísima ganadora de un Óscar por Shakespeare in Love, especialmente seguida por aquí desde que una estancia juvenil en Talavera de la Reina (Toledo) la dejara prendada de España, es la indiscutible reina mundial de las pseudociencias y pseudomedicinas; ninguna propuesta parece lo suficientemente delirante para su web de estilo Goop, que dice contar con "el consejo de doctores y expertos".
Por Goop han pasado los sujetadores como causantes del cáncer de mama, médiums médicos que curan gracias a un espíritu en sus oídos, chamanes que leen cristales, agua que tiene buenas o malas vibraciones según lo que ponga en la etiqueta de la botella, aceites para reequilibrar los chakras, dietas para detoxificar o curar casi cualquier enfermedad, tiritas para regular la frecuencia de la energía corporal, baños vaginales de vapor para equilibrar las hormonas femeninas, huevos vaginales de jade que además mejoran los orgasmos y, ya de paso, el qi...
Como justificación de sus propuestas, la web de Paltrow alega lo siguiente: "La ausencia de pruebas científicas no prueba nada si no se han realizado estudios". Un útil mantra que revela una prístina ignorancia de las más elementales nociones de ciencia, y con el que se podría defender cualquier cosa que nadie vaya a estudiar jamás: por ejemplo, la influencia de la órbita de Plutón en el cuajado de la tortilla de patatas. Claro que tampoco puede decirse que Paltrow haga exhaustivos esfuerzos por saber qué estudios se han realizado y cuáles no: en una ocasión afirmó que tomar el sol, una causa sobradamente estudiada del cáncer de piel, no puede ser perjudicial porque "nada que sea natural puede ser malo para ti"; "somos seres humanos y el sol es el sol", razonó la actriz.
Chuck Norris
El impertérrito Chuck Norris pregona su credo en contra de los alimentos transgénicos difundiendo ideas pseudocientíficas e ignorando lo que dice la ciencia al respecto. Y curiosamente, como si el haber pasado la vida dando mamporros a diestro y siniestro en la pantalla facultara a alguien como autoridad en algo que no implique el uso de los puños, los movimientos antitransgénicos suelen citarle como si se tratara de un experto.
Lo que no suelen citar estos movimientos es otras doctrinas predicadas por Norris, como su oposición al matrimonio gay y a la campaña escolar contra el acoso a los alumnos LGBT, o su defensa a ultranza de la libre tenencia de armas. Pero desde el punto de vista estrictamente científico, tal vez el aspecto más nocivo de todo su corpus filosófico sea su defensa de la enseñanza del creacionismo bíblico en los colegios, con afirmaciones tales como que "la causa real de todas las enfermedades es el pecado", que "la evolución no es real" o que "la vida que ves en este planeta es sólo la lista de criaturas a las que Dios ha permitido vivir"; frase esta última que, naturalmente, ha sido reinterpretada al estilo Chuck Norris Facts sustituyendo "Dios" por "Chuck Norris".
Jim Carrey
La faceta menos graciosa del cómico Jim Carrey es su activismo antivacunas, propagando irresponsablemente el falso mito de que las inmunizaciones causan autismo. Esta afirmación no es fruto de investigación alguna, sino que fue un fraude elaborado por un médico británico corrupto llamado Andrew Wakefield que planeaba enriquecerse mediante una patente de su diagnóstico con la que esperaba facturar 43 millones de dólares, así como un contrato con un bufete de abogados que le rindió casi medio millón de libras. El estudio de Wakefield fue retractado, su licencia revocada, el fraude destapado, y desde entonces se han publicado más de 100 estudios y metaestudios que no han encontrado relación causal alguna entre vacunas y autismo.
Pese a todo, la leyenda se ha instalado en la sociedad de forma pertinaz, impulsada por figuras públicas como Carrey o, cómo no, Chuck Norris. El auge del movimiento antivacunas no sólo perjudica a los niños no vacunados por sus padres, sino también a otros que sí han recibido las inmunizaciones, pero que no desarrollan defensas y normalmente quedan protegidos por la inmunidad del grupo a su alrededor. Los estudios muestran que el auge del movimiento antivacunas ha resultado en un peligroso aumento de enfermedades infantiles que ya eran minoritarias y que pueden ser mortales, como el sarampión o la tos ferina.
Oprah Winfrey
Si la carrera cinematográfica internacional de Gyneth Paltrow la sitúa como la reina mundial de la pseudomedicina, en su propio país no puede hacerle sombra a la auténtica emperadora mediática, que lo es también de las pseudociencias. A la presentadora Oprah Winfrey, calificada a menudo como la mujer más influyente de su país, nada de lo pseudocientífico le es ajeno: por su famoso talk show han pasado presuntos terapeutas de toda laya, teorías de la conspiración, dietas milagro, homeopatía, trucos detox, movimientos antivacunas, médiums, poderes paranormales, espiritualismos New Age, autoayudas cosmológicas, reencarnaciones, apariciones fantasmales, ángeles...
Todo ello sin el menor atisbo crítico y sin que jamás se pongan en duda las variopintas y pintorescas proclamas de la colección de personajes que desfila por su plató. Aunque diversos medios estadounidenses regularmente advierten sobre los riesgos de las presuntas terapias anticientíficas a las que Winfrey da pábulo en su programa, y la Sociedad para la Medicina Basada en la Ciencia la ha calificado como "una fuerza dañina", la popularidad de la presentadora no se resiente ni un ápice. De hecho, la rentabilidad de su respaldo a las pseudociencias en términos de índices de audiencia parece haber inspirado a imitadores en talk shows de otros países, incluido el nuestro.
Tom Cruise
¿Cómo? ¿El chico favorito de América y casi del mundo entero, en la lista de las celebrities que promueven las pseudociencias? Con independencia de la opinión que cada uno pueda sostener sobre sus dotes interpretativas, lo cierto es que Tom Cruise suele caer bien durante sus apariciones públicas, que también se han prodigado en nuestro país. Pero a quienes le han visto derrochando simpatía en televisión tal vez les sorprenda descubrirlo como una especie de autoconvencido y alucinado mesías en un vídeo que grabó hace años para la controvertida Iglesia de la Cienciología.
Cruise ha sido uno de los más activos promotores de la Cienciología, originalmente una técnica de psicoterapia pseudocientífica que se transformó en religión, aunque no es considerada como tal en muchos países y algunos expertos la califican como secta. También se considera un culto ufológico, debido a la teoría de su fundador según la cual los seres humanos fueron traídos a la Tierra por Xenu, el dictador de la Confederación Galáctica.
El actor hizo campaña por el reconocimiento de la Cienciología como religión en Europa. Pero sin duda las afirmaciones de Cruise que más rechazo han provocado en la comunidad científica son las relativas a la psiquiatría: el protagonista de la saga Misión Imposible, que ha atravesado períodos de inestabilidad emocional y mental, opina que no existen los desequilibrios químicos en el cerebro, que esta rama de la medicina es una "pseudociencia" y que "debería ser ilegalizada". En 2013, Cruise reconoció que su exmujer Katie Holmes se divorció de él en parte para impedir que la Cienciología captara a la hija de ambos. Según las reglas de esta institución, una persona que abandona esta fe debe ser privada de todo contacto con los fieles, incluida su propia familia.