Los productos cárnicos derivados de algunas aves como el pavo o el pollo podrían ser un medio de transporte perfecto para algunos tipos de bacterias causantes de infecciones del tracto urinario (ITUs), según un estudio llevado a cabo en California (Estados Unidos) y que se presentó durante la pasada en la reunión IDWeek 2017, que tuvo lugar en San Diego.
La carne avícola es una de las más consumidas en todo el mundo. Según datos de la FAO, su consumo en el mundo ha pasado de ser de 11 kilos por persona al año en el año 2000 hasta los 15,1 kilos de 2015. En nuestro país, tal y como apunta el Informe del Consumo de Alimentación elaborado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambente, los españoles tomamos en ese mismo año de 13,78 kilos por persona exclusivamente de carne de pollo.
Para el estudio, que está pendiente de ser analizado y publicado en una revista científica de forma oficial, se analizaron derivados cárnicos de aves de corral producidos en la zona de California, buscando de forma específica la presencia de Escherichia coli (E. coli), una bacteria cuyas cepas se han vinculado a la producción de ITUs. Asimismo, también se analizaron muestras de orina de pacientes que sufrían este tipo de infección, buscando coincidencias.
En el estudio, en el cual se tuvo en cuenta que existen seis cepas distintas de E. coli causantes de la mayoría de infecciones de orina en todo el mundo, se detectaron hasta tres tipos diferentes de bacterias procedentes de la carne analizada y vendida en diferentes comercios de California.
Según Cindy Friedman, coautora de la investigación, estos hallazgos "sugerirían que la carne avícola puede ser una fuente de transmisión alimentaria de infecciones del tracto urinario". Sin embargo los investigadores también señalan que su estudio no ha demostrado con certeza que esas bacterias detectadas en la carne sean responsables únicas de infecciones de orina. Sólo se han descubierto los mismos tipos de bacterias que actualmente se sabe que pueden producir ITUs, pero no hay una relación causal, por lo que aseguran que sería necesaria más investigación para demostrar tal vínculo.
La conexión entre carne de ave e infecciones de orina
Los datos actuales confirman que unas pocas cepas E. coli causan hasta el 80% de las infecciones urinarias a nivel mundial. Sin embargo, la procedencia de estas bacterias no ha podido aclararse todavía, según los expertos de este trabajo dirigido por Reina Yamaji, investigadora postdoctoral de la Escuela de Salud Pública de Berkeley (Universidad de California). Algunos estudios anteriores sí han sugerido que la transmisión alimentaria podría ser una hipótesis a tener en cuenta.
Yamaji y sus colegas recogieron muestras de orina de más de 1.000 pacientes entre el año 2016 y 2017. Asimismo, analizaron 200 productos cárnicos de diversas tiendas de comestibles cercanas a la universidad en la que se llevó a cabo la investigación. Según los análisis de ADN bacteriano detectado en las muestras de orina y de carne, hasta el 38% de los productos cárnicos estaban contaminados por E. coli.
Concretamente, la carne picada de pavo era el producto más contaminado (en el 73% de los casos). Por su parte, el 43% de las muestras de pechuga de pollo, el 18% de carne picada y el 15% de muestras de costilla de cerdo también contenían E. coli. Casi una cuarta parte de los productos de aves de corral contenían cepas de E. coli que coincidían con las que se encontraron en las infecciones de orina analizadas.
Las hipótesis que manejan actualmente los investigadores es que los individuos sufrirían infecciones de orina por cocinar de forma poco adecuada la carne o por un mal manejo de la misma cuando estaba cruda, lo que daría lugar a que las cepas de E. coli contaminasen tanto la cocina como otros alimentos. Una vez ingerida, esta bacteria puede sobrevivir en el intestino sin causar daños -según la cepa de E. coli-, llegando a ser expulsada por las heces, las cuales pueden llegar a contactar con la uretra y producir las mencionadas infecciones de orina.
Como ya se ha mencionado anteriormente, este estudio no ha podido demostrar claramente una causa-efecto entre las cepas de E. coli detectadas en los productos cárnicos y las infecciones urinarias analizadas. Además, tampoco se preguntó de forma específica a los individuos que sufrían infecciones urinarias sobre sus hábitos alimenticios, por lo que no es posible trazar una relación clara.