Seguro que lo has escuchado alguna vez o lo has leído en los periódicos: "Una copita de vino al día es buena para la salud". La frase, que se repite como un martillo pilón desde (casi) el comienzo de los tiempos y se ampara en el tan cacareado consumo "moderado" o "responsable", ha calado hondo en la sociedad. De hecho, asegurar en ciertos foros lo contrario puede llegar a ser considerado poco menos que un sacrilegio.
Lo cierto es que esta creencia tiene cierto poso de verdad. Son muchos los trabajos -publicados en revistas de prestigio incluso- que han hablado sobre las bondades del vino para la salud. En 2012, por ejemplo, la revista The BMJ, una de las biblias de la literatura médica, publicó un estudio que apuntaba que beber media copa de vino al día (cinco gramos) podría llegar a evitar más de 4.500 muertes al año en Inglaterra. Así, el pasado mes de julio, sin ir mucho más lejos, otro trabajo publicado en la revista Diabetología, de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes, señalaba que beber alcohol tres o cuatro veces a la semana de forma moderada podría ayudar a reducir en un 30% el riesgo de padecer esta enfermedad. Investigadores españoles también han apuntado que el vino es un firme aliado a la hora de combatir trastornos como la depresión.
Estas investigaciones chocan de frente con una corriente científica que, desde hace años, no sólo afirma que los beneficios del consumo "moderado" de alcohol son más que cuestionables; sino que, en pos de nuestra salud, aboga por eliminar o reducir a su máxima expresión el consumo de bebidas espirituosas y cortar de raíz su promoción. La última institución en alzar la voz ha sido la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), que hace unos días publicaba una revisión en la que concluía que el consumo de alcohol, incluyendo el "moderado", está relacionado con "un mayor riesgo de padecer varios cánceres importantes, incluidos los de mama, colon, esófago y de cabeza y cuello".
Lo que dice la OMS
Según Paloma Quintana, dietista-nutricionista de Centro Aleris y miembro de la asociación Dietética sin patrocinadores, la importancia de este nuevo informe radica en que establece una "relación causal directa" entre el consumo de alcohol moderado y el riesgo de padecer cáncer. "Apunta incluso que es posible que esté relacionado con otros tipos y que, conforme aumenta el consumo, mayor es el riesgo de padecer esta enfermedad", añade la experta.
ASCO no es, ni mucho menos, el único organismo que ha alertado sobre los efectos nocivos que puede tener para nuestra salud una copita de vino. En 2012, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un extenso documento, Alcohol in the European Union. Consumption, harm and policy approaches, en el que se señalaba que "aunque se ha encontrado un pequeño efecto protector entre el consumo ligero y moderado de alcohol sobre las enfermedades isquémicas, su consumo ha de considerarse como enormemente tóxico para el sistema cardiovascular".
El informe, tal y como explica el dietista-nutricionista Juan Revenga, señala que, aunque algunos estudios parecen demostrar que el consumo ligero y moderado tiene un efecto protector en lo relacionado con enfermedades isquémicas, "sin embargo, cada vez más, se entiende que este efecto se debe a factores de confusión relacionados con la posición social". Además, la OMS también señala que "no existe ningún efecto protector para los más jóvenes", que cualquier efecto protector "desaparece" si se produce un consumo excesivo aunque sólo sea una vez al mes y que, en lo relacionado con las personas mayores, "la reducción del riesgo de fallecimiento por enfermedad isquémica se obtiene de forma mucho más efectiva mediante la realización de actividad física y con una dieta más saludable que tomando bajas cantidades de alcohol".
Pero entonces, ¿el vino no es bueno para el corazón?
Hace dos años, en 2015, un nuevo estudio de cohortes publicado en The BMJ volvía a limitar los beneficios de tomar alcohol con moderación. Según los resultados obtenidos por los investigadores del University College de Londres (Reino Unido), que tuvieron en cuenta tanto su estilo de vida, como circunstancias personales y socioeconómicas, la actividad protectora se reducía a mujeres mayores de 65 años y, en menor medida, a hombres de entre 50 y 64 años. Pero, ojo, los investigadores señalaron también que ni siquiera en estos casos en los que había leves mejoras podría establecerse una relación directa.
Pese a todo, hay investigadores que siguen insistiendo en las bondades del consumo moderado de alcohol, y más en concreto del vino. Según Ramón Estruch, investigador del servicio de Medicina Interna del Hospital Clínic de Barcelona y exmiembro del comité científico de la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición (Fivin), cuyo patronato está compuesto por productores de vino, "está más que demostrado que el consumo moderado e incluso excesivo de bebidas fermentadas protege a nivel cardiovascular e incluso cerebral".
Estruch asegura que muchos de los estudios poblacionales que concluyen que el consumo moderado de alcohol afecta negativamente a la salud pueden contener errores metodológicos. "Los sujetos tienen tendencia a registrar que beben menos de lo que beben en realidad. Se registra un consumo moderado cuando en realidad se consume en mayor cantidad que la señalada, un efecto conocido como underreporting", apunta. "Además, el efecto a nivel general cambia absolutamente si tomas una bebida fermentada con una dieta no saludable que si, en cambio, lo haces dentro de un patrón saludable dentro de la dieta mediterránea, como comprobamos con el estudio Predimed", añade.
¿'Miedo' en la OMS?
¿Por qué entonces la OMS y distintos organismos internacionales alertan sobre el grave impacto que puede tener para la salud una copa diaria de vino? Según Estruch, por prudencia. "A los organismos internacionales como la OMS les da mucho miedo hacer recomendaciones generales de consumo de alcohol. Temen que por recomendar una copa de vino al día se pueda favorecer un consumo excesivo de alcohol e incluso el alcoholismo", asegura el médico del Clínic de Barcelona.
La opinión de este investigador suele levantar ampollas entre algunos expertos en nutrición, que apuntan que pese a que determinados aspectos de nuestra salud puedan verse beneficiados por un consumo mínimo de bebidas alcohólicas, los perjuicios potenciales a los que nos enfrentamos son mucho mayores.
"Los beneficios que se asocian al consumo moderado de bebidas alcohólicas se pueden encontrar en el consumo de frutas, verduras y hortalizas, que es lo más certero en términos de alimentación para prevenir el riesgo de cáncer y de problemas cardiovasculares", apunta Paloma Quintana. "¿Que el consumo bajo o moderado de alcohol puede ser compatible con una vida saludable? Sí. Pero que no sea tan nocivo no significa que tenga beneficios. Y, por supuesto, bajo ningún concepto debería promocionarse desde el punto de vista de la salud", finaliza.