Restan apenas unos días para la noche de Reyes y las jugueterías y centros comerciales de todo el país no dan abasto. La tradición -y la sociedad por la que pululamos- dictan que, el próximo día 6 de enero, cuando los niños se levanten, deberán encontrar en el salón buena parte de los regalos que pidieron a Sus Majestades en la carta. Y cuidado con no colmar sus expectativas. Sin embargo, puede que cumpliendo con todos y cada uno de sus deseos estemos haciéndoles un flaco favor de cara al futuro.
Así lo sugiere un estudio publicado en la revista Infant Behavior and Development por investigadores de la Universidad de Toledo (Ohio, Estados Unidos), que corrobora una vez más lo que muchos padres han sospechado desde hace tiempo: la abundancia de juguetes no sólo influye negativamente en la calidad del juego de los pequeños, sino que además cercena su capacidad creativa. Es decir: aquellos niños que aprenden a jugar con pocos juguetes desarrollan una imaginación mayor.
Para llegar a esta conclusión los autores de este trabajo seleccionaron a un grupo con edades comprendidas entre los 18 y 30 meses y plantearon dos escenarios totalmente distintos. En el primero de ellos, los pusieron a jugar con sólo cuatro cachivaches de distinto tipo. En el segundo, elevaron el número hasta un total de 16 juguetes. Los resultados son evidentes. "Cuando se les proporcionan menos juguetes, los niños pequeños participan en periodos más largos de juego, lo que les permite obtener un mejor enfoque para explorar y jugar de forma más creativa", subrayan los expertos.
Los investigadores encontraron además una diferencia significativa en la reacción de los pequeños cuando había menos objetos con los que interactuar: los niños mostraron una mayor variabilidad en la forma en la que usaban los juguetes y los intercambiaron con una menor frecuencia. "Estos resultados sugieren los niños estaban teniendo un tiempo de juego más creativo y concentrado con menos juguetes", apuntan en el trabajo.
El pensamiento divergente
Pese a que una de las principales limitaciones de esta investigación es la pequeña muestra de la que se valieron para refutar la hipótesis principal (utilizaron sólo a 36 niños, por lo que no se pueden hacer afirmaciones tajantes sobre cuál es la cantidad óptima de juguetes para el desarrollo intelectual de los más pequeños), los expertos afirman que estos resultados sugieren que la abundancia de juguetes puede ser fuente de distracción que juega en contra del desarrollo creativo de los menores.
Esta nueva investigación, que vio la luz el pasado mes de noviembre, viene a confirmar otro trabajo previo, de 2014, también llevado a cabo en la misma universidad, que ya apuntó que los niños eran más creativos cuando tenían menos opciones de juego. Sin embargo, no son, ni mucho menos, los únicos estudios que han ahondado en esa línea.
Un trabajo llevado a cabo por la profesora de la Washington University en St. Louis (Estados Unidos) Sandra Russ, publicado en 2010 en la revista Creativity Research Journal, señalaba, tal y como la propia autora explicó en The Conversation, que "los niños que demuestran mejores habilidades para contar historias en el juego imaginativo también muestran un mejor pensamiento divergente". Es decir, que son capaces de encontrar ideas creativas explorando distintas soluciones.
Russ y su equipo también encontraron que cuando los niños muestran creatividad durante el juego, es muy probable que también sean creativos de otras formas y en otros ámbitos. "Por ejemplo, cuando volvimos a los mismos niños cuatro años después, descubrimos que tenían habilidades imaginativas superiores al resto". Tal y como se resalta en ambos trabajos, ni la creatividad ni el pensamiento divergente están vinculados con la inteligencia. Pero eso sí, se demuestra que interviniendo en el juego de los niños se puede modelar su desarrollo cognitivo.