A pesar de que las formas de acabar con la obesidad son múltiples y variadas, incluyendo diversos puntos de vista -psicológico, biológico, social, nutricional e incluso económico-, la realidad es que esta epidemia no ha hecho más que aumentar durante las últimas décadas, y no da señales de ralentizarse. De hecho, la OMS ha alertado de que el número de adolescentes obesos se ha multiplicado por 10 en los últimos 40 años.
Actualmente no se puede negar que la obesidad es una enfermedad y no un factor cardiometabólico más. Además, algunos trabajos alertan de que esta enfermedad parece haberse normalizado socialmente, y eso la hace más difícil de erradicar. Ahora, un nuevo trabajo publicado en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine no ha hecho más que confirmar algunas sospechas con datos: la obesidad es "contagiosa", como si de una enfermedad infecciosa se tratase.
Obesidad, una enfermedad socialmente contagiosa
Si bien es cierto que el "contagio" de la obesidad no funciona de la misma forma que lo hacen las infecciones -no existe un microorganismo que provoque la obesidad-, si se produce un "contagio social", según las economistas Ashlesha Datar, de la Universidad del Sur de California y Nancy Nicosia, de la RAND Corporation. Según estas investigadoras, encontrarse dentro de una red social con un alto nivel de obesidad aumenta el riesgo de elevar nuestro índice de masa corporal o IMC debido al hecho de experimentar comportamientos similares, que nos llevan a la obesidad.
Para llegar a tal conclusión, las investigadoras se centraron en un grupo de individuos en particular: las familias que viven en bases militares. Detectar dicho "contagio" no es fácil, pues existe el riesgo de cometer errores o sesgos; es decir, no tener en cuenta factores que también pueden aumentar el riesgo de obesidad, tales como la genética o los comportamientos aprendidos dentro de una misma familia.
Asimismo, se sabe que los seres humanos tendemos a entablar amistad y relaciones sociales con individuos con gustos afines, por lo que es complicado poder estudiar de forma aleatoria si un individuo se ve influenciado por el ambiente, o simplemente se ha asociado a otros individuos por dichos gustos afines.
Es por esta razón por la que las investigadoras decidieron estudiar a las comunidades que habitan bases militares, ya que ahí se asignan familias al azar para convivir de forma obligatoria, y no por afinidad. Así pues, gracias a los datos de 1.111 adolescentes del Military Teenagers' Environments, Exercise, and Nutrition Study (M-TEENS) y a los 1.300 padres de 12 bases militares de Estados Unidos, las investigadoras analizaron la incidencia de obesidad de cada condado.
Ambiente y cultura local, factores que aumentan la obesidad
Según los datos del estudio, la incidencia de la obesidad variaba desde el 21% del condado de El Paso (Colorado) hasta el 38% del condado de Vernon (Louisiana). Hasta uno de cada cuatro adolescentes y tres de cada cuatro adultos se clasificaban en cifras de sobrepeso u obesidad.
Tras tener en cuenta factores como la edad, ingresos e incluso en rango militar de los individuos, los hallazgos sugieren que los miembros de las familias de militares tenían una mayor tendencia a tener un IMC más elevado si se asignaban a bases militares de zonas con elevados niveles de obesidad.
Asimismo, existían otros factores que también colaboraban en el aumento del riesgo de obesidad, tales como la cultura local, la cual parecía afectar más a las familias que vivían fuera de la base militar, en las casas circundantes: los adolescentes que vivían en las proximidades de la base durante más de dos años tendían a sufrir más sobrepeso que los que no lo hacían.
Por otro lado, las investigadoras también tienen en cuenta la hipótesis ambiental, es decir, que el simple hecho de vivir en un área determinada -con mayor acceso a comidas poco saludables o con menos facilidades para realizar ejercicio físico- colaboren en el riesgo de obesidad, aunque no creen que ese sea el caso.
Para finalizar, las investigadoras recuerdan que existen otros estudios anteriores donde se habrían investigado ya las relaciones sociales -amigos, vecinos, familiares-, pero no las redes geográficas, como en este caso. Es decir, que el medio o zona donde habitamos tenga un papel esencial en la obesidad. Se trataría de otro factor más a tener en cuenta dentro de todos los factores ya conocidos que pueden dar pie a esta enfermedad.