Ocho teorías de la conspiración que resultaron ser ciertas
La verdad a veces está realmente ahí fuera, escondida entre los desvaríos 'conspiranoicos' y las supercherías 'magufas'.
18 febrero, 2018 14:31Noticias relacionadas
De Hipatia de Alejandría a Galileo Galilei, hubo un tiempo en el que los hombres y mujeres de ciencia eran condenados por el hecho de formular teorías que chocaban con el credo. Para evitarlo, se crearon algunos grupos de científicos clandestinos, que trabajaban ocultos y atrajeron las acusaciones de conspiración. De esto hace muchos años, pero estas suspicacias han seguido expandiéndose hasta nuestros días, especialmente desde que irrumpiese en nuestras vidas Internet.
El peligro de todo esto es que las mayorías de estas supuestas conspiraciones son del todo incorrectas. Un clarísimo ejemplo es el de los anti-vacunas, que acusan a las empresas farmacéuticas de estar jugando con la salud de sus hijos, inyectándoles un fármaco que, lejos de prevenir enfermedades, les podría convertir en autistas.
Desgraciadamente todavía hay personas que se creen esta falacia aunque hace años que se demostró su falsedad. Pero hay algo más terrible, y es que algunas de las conspiraciones de gobiernos y empresas de las que más se habla en las redes resultaron ser ciertas, lo que aprovechan los adeptos de otras falsas para legitimarse. La web I fucking love science enumera estas ocho conspiraciones que sí que tienen una parte de verdad.
La CIA usó psicodélicos para condicionar mentalmente
Por su oscuro historial de operaciones encubiertas, la Agencia Central de Inteligencia de EEUU, más conocida como CIA, ha sido una de las protagonistas principales de este tipo de historias sobre conspiraciones. En muchos casos, la realidad ha llegado a superar la ficción.
Concretamente, una de las más conocidas es la del proyecto MK-Ultra, realizado entre los años 1953 y 1964. Dicho ensayo consistió en la realización de 150 experimentos con seres humanos, a los que se les administraron una serie de drogas psicodélicas en proceso de investigación sin ningún tipo de consentimiento.
Al parecer, el objetivo final era desarrollar sustancias que les resultaran útiles en la lucha contra la Unión Soviética, por ejemplo utilizando sueros de la verdad para arrancar confesiones o condicionar a sujetos introduciéndoles recuerdos artificiales y reacciones inconscientes.
No se conocen muchos detalles al respecto, ya que en su momento se mandó destruir la inmensa mayoría de pruebas. Sólo se conoce que uno de los participantes murió y otro tuvo que ser hospitalizado, pero el alcance podría haber sido mucho mayor.
Las tabacaleras ocultaron que el tabaco mata
Hoy en día, si una persona decide fumar, no lo hace engañada. Cuenta con un abanico inmenso de información sobre los daños que le puede ocasionar el tabaco, desde campañas televisivas hasta anuncios en las propias cajetillas de cigarrillos. Sin embargo, hasta no hace demasiado tiempo, las fuertes inversiones que hacían las tabacaleras en publicidad y campañas políticas arrojaban una imagen pública muy distinta.
Allá por los años 60 era de lo más frecuente ver anuncios en los que se anunciaba el tabaco como algo bueno para la salud y que de paso convertía a los fumadores en personas distinguidas.
Más tarde, la ciencia sacó conclusiones irrefutables sobre los daños ocasionados por el tabaco y las marcas vendedoras de cigarrillos se vieron obligadas a ser menos directas, pero sin dejar sus tácticas a un lado. Por ejemplo, empezaron a hacerse frecuentes los mensajes subliminales en el cine o en la publicidad, pero sin hacer alusiones directas al tabaco.
Hoy en día las marcas están obligadas a avisar a sus compradores de los peligros de fumar e incluso en 2006 una jueza estadounidense acusó a las tabacaleras de conspiración. Desgraciadamente, el daño ya estaba hecho y miles de personas en todo el mundo han muerto a lo largo de los años por culpa de ese veneno que les vendían como saludable.
El azúcar culpó de todo a la grasa
Algo similar a lo del tabaco ha ocurrido también con el azúcar. De hecho, hace año y medio se publicó un estudio en el que se analizaban una serie de actos bastante poco éticos al respecto acaecidos en las décadas de los 60 y 70.
Por aquel entonces arrancaron varios estudios con el fin de investigar qué factores de la dieta podían influir en el desarrollo de trastornos cardiovasculares. En un principio los dos candidatos principales eran los azúcares y las grasas saturadas, pero pronto los primeros se descartaron, dejando a las grasas como únicas culpables de todos los males del consumidor.
Varios científicos, entre ellos una editora de la revista Science y un profesor de Harvard lo confirmaron, e incluso alegaron que una dieta baja en grasas permitiría aumentar el consumo de azúcares sin riesgos para la salud.
Con los años, después de que nuevos estudios contradijeran totalmente estas teorías, se descubrió que ambos habían mantenido correspondencia con la entonces llamada Fundación para la Investigación del Azúcar y que ésta podría haberles "subvencionado" sus investigaciones a cambio de un informe positivo.
El gobierno de EEUU sí investigó los OVNIs
Uno de los temas predilectos de los fanáticos de la conspiración es el de los avistamientos de objetos voladores no identificados. Desde los que aseguran haber visto alguno de lejos, hasta los que creen que han podido ser abducidos, son muchas las personas que creen en este tipo de fenómenos. Lo cierto es que no hay ninguna teoría científica que los apoye.
Sea como fuere, es importante ser precavidos. Así lo confirmaron recientemente fuentes del Pentágono, que sacaron a la luz la existencia del Programa de Identificación de Amenazas Aerospaciales Avanzadas, una iniciativa cuyo fin era detectar posibles objetos voladores de dudosa procedencia y que, ante la inexistencia de resultados, terminó siendo abandonado.
Científicos nazis fueron reclutados por EEUU
Con los campos de concentración llenos de una población humana indefensa y sometida a sus caprichos, la Alemania permitió a sus científicos realizar experimentos fuera de los límites de toda ética. Algunos terminaron siendo juzgadas en la Corte de Nüremberg.
Después de la victoria de los aliados muchos de estos investigadores alemanes abandonaron sus carreras. Pero otros fueron captados rápidamente por las potencias vencedoras como EEUU y la URSS a cambio del indulto, una nueva residencia y una nueva carrera, especialmente si su especialización era la física nuclear, la tecnología más codiciada de la época.
Un ejemplo conocido es el de Wernhern von Braun, un ingeniero mecánico y aerospacial que terminó nacionalizándose como estadounidense después de que la NASA lo fichara para para el diseño de sus cohetes mediante la Operación Paperclip ordenada por la Casa Blanca.
El agua contaminada cambia de sexo (a las ranas)
El periodista y locutor de radio estadounidense Alex Jones es sin duda uno de los máximos defensores de las teorías de la conspiración en este país. Por ejemplo, defiende a pies juntillas un supuesto ardid del gobierno para convertir a los ciudadanos en homosexuales adulterando su bebida.
Según él, se vierten a las aguas de los ríos sustancias tóxicas que convierten a las ranas en homosexuales. Y en realidad ocurre por el estilo. Según un estudio llevado a cabo en 2010 por investigadores de la Universidad de Berkeley, algunos químicos contaminantes, como el pesticida atrazina, afectan al sistema endocrino de una de cada 10 ranas, provocando en los machos la secreción descontrolada de estrógenos. Esto los convertiría biológicamente en hembras, que incluso podrían poner huevos.
Por supuesto, esto no tiene nada que ver con el concepto de homosexualidad o de transexualidad que se da entre humanos. No es tampoco el único caso de un químico que cambia así el sexo de una especie animal. De hecho, es bastante común también en camarones y peces payaso, pero no existe ni el más mínimo indicio de que las aguas contaminadas puedan afectar del mismo modo a los seres humanos.
El Gobierno experimenta sobre la población negra
Afortunadamente, hoy en día los principios de la bioética son toda una autoridad a la que deben obedecer los científicos antes de poner en marcha un ensayo clínico que conlleve la participación de seres humanos. Sin embargo, hace años los investigadores obraban libremente, muchos de ellos dejando a un lado cualquier asomo de moralidad.
Uno de los ejemplos más escalofriantes es el del Caso Tuskegee, un estudio sobre la sífilis desarrollado en 1932, que contó con la participación de 600 hombres afroamericanos como sujetos. El fin del experimento, desarrollado por el Servicio de Salud Pública estadounidense, era comprobar el progreso natural de la enfermedad venérea.
Tratándose de una comunidad empobrecida del estado de Alabama, en donde eran vigentes las leyes de segregación racial, se les dijo que serían tratados de forma gratuita. Pero se les inyectó un placebo y no se puso ningún control al desarrollo del trastorno.
De hecho, ni siquiera después de que la penicilina fuera aceptada como tratamiento seguro se les hizo llegar la noticia, por lo que muchos terminaron muriendo entre terribles sufrimientos, contagiando también a sus parejas en muchos casos.
Alcohol envenenado por las autoridades
En los años 20, en pleno desarrollo de la ley seca, el gobierno de Estados Unidos no conseguía poner freno a la aparición de lugares clandestinos de venta de alcohol. Por eso, el optaron por aumentar en estas bebidas las dosis de metanol, una sustancia usada en licores adulterados que puede resultar muy venenosa en cantidades no demasiado elevadas.
Un químico contaba a The Times por aquel entonces que el objetivo era desalentar a los bebedores para que perdieran su afición al alcohol. Pero ni siquiera eso fue suficiente, por lo que muchos terminaron cayendo enfermos, o incluso muriendo.
Afortunadamente, la legislación vigente en las temáticas tratadas en esta lista impediría que a día de hoy pudiesen ponerse en marcha este tipo de desagradables sucesos. Por eso, ya sólo representan un recuerdo de lo retorcida y cruel que puede llegar a ser en ocasiones la mente humana. Y no está de más tenerlo en cuenta.