La phocoena sinus o vaquita marina es un cetáceo similar a los delfines que se encuentra en peligro de extinción. En 2015, su población apenas llegaba a los 97 ejemplares en todo el mundo; en 2017, apenas quedaban 40; y en 2018 la organización protectora Elephant Action League apenas ha podido detectar 12 ejemplares nadando en el golfo de California.
La situación crítica que atraviesa esta especie ha sido provocada por las redes de pesca que utilizan las mafias de cazadores furtivos para cazar a la totoaba. Este pez de dos metros de largo ha conseguido que el mar de Cortés se haya convertido en una especie de campo de batalla en el que los cazadores, armados hasta los dientes, luchan por conseguir su preciado botín. En realidad, lo único que les interesa de la totoaba es su vejiga, utilizada como remedio tradicional chino para una amplia variedad de enfermedades sin evidencia científica alguna.
En el mercado negro chino, un solo kilogramo de este órgano puede llegar a alcanzar los 8.500 dólares (más de 6.000 euros), según apunta la BBC. Precisamente por esta razón, la vejiga de la totoaba ha sido bautizada como la "cocaína del mar" y es un objeto de colección que ansían algunas personas adineradas, que llegan a invertir grandes sumas de dinero en él ante una más que posible revalorización.
No es de extrañar por tanto que, ante las espectaculares sumas de dinero que se pagan por la vejiga de este vertebrado acuático también llamado corvina blanca, se haya desatado una lucha sin cuartel que lo hace peligrar. Así lo asegura la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que lo sitúa dentro de su lista roja como una especie crítica junto a la vaquita marina..
El caso de esta última especie es especialmente crítico ya que, ante la drástica reducción de su población, estos cetáceos se están viendo obligados a reproducirse entre ellos, con lo que la variabilidad genética de esta especie quedará seriamente dañada.
El grave problema que se vive en las costas de México con ambas especies llevó al Gobierno del país latinoamericano a prohibir la pesca tanto de vaquitas como de totoabas. Sin embargo, los cazadores furtivos siguen campando a sus anchas. Las asociaciones proteccionistas han pedido que se extiendan en el tiempo las medidas tomadas hasta la fecha e incluso que se impulsen nuevas leyes que impidan el desastre ecológico. Por el momento, la situación sigue siendo más que preocupante.