Los remedios naturales son desde hace años un universo tan inabarcable como propicio para la magufería. La fama de saludables que arrastran alimentos como el ajo, la miel o el limón, añadido al miedo irracional que se ha desatado hacia todo lo que tenga que ver con la química, ya sea en la farmacia o en el mismo supermercado, lleva años provocando auténticos disparates en forma de brebajes y ungüentos para tratar dolencias de lo más variopinto. Los argumentos para defender este tipo de soluciones suelen ser irrebatibles: "Mi madre/mi abuela lo lleva haciendo toda la vida y funciona".
Uno de los remedios más populares es el de los paños de vinagre para combatir episodios de fiebre. La tradición oral dice que aplicar un trapo empapado en este líquido de sabor agrio sobre la frente, las muñecas y los tobillos de una persona que presenta 38, 39 o 40 grados de fiebre es mano de santo y ayuda a bajar la temperatura del cuerpo. Todo ello gracias a sus presuntas propiedades antipiréticas. ¿Qué hay de cierto en esto? Pues poco o, más bien, nada.
"Se trata de una magufada", explica de forma tajante Carlos Casabona, pediatra y autor del libro Tú eliges lo que comes (Paidós, 2016). "Basta con poner en Pubmed [la base de datos de artículos biomédicos más importante del mundo] 'vinagre' y 'niños' o 'vinagre' y 'fiebre' en inglés y no sale absolutamente nada. Se puede considerar un remedio casero sin ningún tipo de fundamento científico", explica el médico, que apunta que en todo caso la bajada de la temperatura estaría relacionada con el efecto físico de colocar un paño frío sobre el cuerpo.
"Se trata de un método físico para tratar de bajar la fiebre exactamente igual que los que consisten en aplicar compresas frías o alcohol. Sin embargo, tal como ha publicado la American Academy of Pediatrics, este tipo de métodos pueden reducir la temperatura corporal pero sin mejorar el bienestar (e incluso en el caso del alcohol, pueden aparecer efectos adversos debido a la absorción sistémica)", matiza Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos. De hecho, la revista The Cochrane database of systematic reviews publicó una revisión de este tipo de métodos en 2003 y encontró que "podían asociarse a algunos efectos adversos leves como piel de gallina y escalofríos e incluso a subidas de temperatura", añade la especialista.
El vinagre es un condimento que da lustre a nuestras ensaladas y al que Hipócrates -el médico griego del famoso juramento- le atribuyó distintas propiedades medicinales hace siglos, entre ellas la capacidad para tratar úlceras. Lo contaba el dietista-nutricionista Julio Basulto hace algún tiempo en este post. Desde entonces, la lista de atributos milagrosos otorgados al vinagre no ha hecho más que crecer. Basta con hacer una búsqueda en Google.
"Es curioso que en pleno siglo XXI escribas en un buscador 'fiebre' y 'vinagre' y aparezcan más de 300.000 referencias. ¿Cómo pueden convivir el smartphone y los viajes en avión, dos hitos que han demostrado que la ciencia y la tecnología funcionan, con estas cosas?", reflexiona Casabona con sorna. Pues bien, lo cierto es que del vinagre no sólo se ha dicho que cura la fiebre, sino que también se trata de un perfecto antídoto para combatir la tiña, la caída del cabello y la caspa, y que además -cómo no- sirve para adelgazar. Todo, por supuesto, de forma muy "natural".
"La creencia de que el vinagre combate la tiña (y otras patologías causadas por hongos como el pie de atleta) se debe a que, efectivamente, el ácido acético tiene propiedades antifúngicas", apunta Robles. "Sin embargo, no puede recomendarse su uso tópico de forma casera porque, lejos de conseguir mejorar los síntomas de una micosis, podemos lesionar la piel". Tal y como explica la especialista, que una molécula pueda considerarse principio activo, no quiere decir que cualquier producto que la contenga sea adecuado. "Por supuesto, como remedio para la caída de cabello no tiene tampoco ninguna base científica. Si fuera así, no habría personas calvas", añade la experta.
D.C. Jarvis y su 'Folk Medicine'
Que este tipo de creencias se mantengan aún hoy instaladas en el imaginario colectivo se lo debemos también en gran parte a los esfuerzos de D.C. Jarvis, un médico norteamericano que a mediados del siglo pasado decidió renunciar a la ciencia y aliarse con la naturopatía. Jarvis publicó algunos libros como Folk Medicine -que vendió más de un millón de copias- y donde realizaba toda una serie de extravagantes afirmaciones relacionadas con los presuntos beneficios para la salud del vinagre que han llegado hasta nuestros días. Sin ir más lejos, acuñó el término 'honegar' (palabra formada por 'honey' y 'vinegar') para referirse al tratamiento a base de un tónico elaborado con miel y vinagre de sidra de manzana que servía casi para todo.
Precisamente, del vinagre de manzana se ha dicho en numerosas ocasiones que, entre sus múltiples propiedades, es un perfecto brebaje que ayuda a adelgazar y a quemar grasa. "Ha habido seis solicitudes a la Comisión Europea para poder hacer alegaciones de propiedades saludables sobre el vinagre de manzana y el vinagre de arroz, sobre su capacidades curativas y purificantes, y también se ha solicitado autorización para poder alegar que ambas ayudan a mantener el peso corporal", recuerda Robles. Pues bien, todas ellas, la primera en 2009, han sido rechazadas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) porque "la evidencia científica presentada no sustenta esas alegaciones".
Los defensores del vinagre de manzana suelen citar a menudo un estudio publicado ese mismo año en la revista Bioscience, Biotechnology and Biochemistry, realizado sobre 175 japoneses con obesidad. Éste recogió una pérdida de peso anecdótica, atribuida por los autores al efecto del ácido acético sobre los lípidos. "Los resultados se consiguieron con la ingesta diaria de 30 mililitros de vinagre de manzana y la pérdida de peso fue de unos 150 gramos por semana en el mejor de los casos. Es decir, puede suponer una ligera ventaja en la pérdida de peso si se acompaña de un cambio de hábitos, ejercicio físico y dieta saludable, pero no se pueden esperar resultados milagrosos. Y el efecto se debe al ácido acético (presente en todo tipo de vinagre), no a un compuesto exclusivo del vinagre de manzana", matiza.
Entonces, ¿el vinagre no tiene ningún beneficio para nuestra salud? Algunas investigaciones han señalado que el ácido acético puede ayudar a controlar los niveles de glucosa en sangre en las horas posteriores a la ingesta, cuando se toma con alimentos ricos en hidratos de carbono. "Pero esto no quiere decir que se pueda conseguir un control de la glucemia a medio-largo plazo en personas diabéticas". Además, conviene no confundir el vinagre de vino, de arroz o de manzana con otros preparados como el vinagre balsámico o las reducciones de vinagre, que contienen hasta 40 gramos de azúcares en apenas 100 mililitros, explica Robles.
Por su parte, Casabona también apunta que el ácido acético resulta efectivo para tratar la otitis de forma muy puntual, tal y como señaló otra revisión Cochrane publicada en 2010. "Ante un problema de este tipo, el ácido acético ejerce una acción secante. De hecho los otorrinos lo recetan como solución hidroalcohólica en una concentración del 2%", explica el pediatra. Pero poco más. Los milagros no existen y el escepticismo ante este tipo de remedios naturales suele ser nuestro principal aliado. Consultar con un especialista, antes que aliarse con brebajes y potingues propios de La botica de la abuela de Txumari Alfaro, tampoco está nunca de más.